Brasil: el golpe dentro del golpe

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Página 12|

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ya se encuentra detenido en Curitiba. El golpe que dejó a Michel Temer en la presidencia ahora golpeó al pueblo pobre de Brasil con el encarcelamiento del ex presidente, el mayor líder político de America Latina. Según lo dispuso un fallo judicial, Lula deberá cumplir una pena de más de 12 años de cárcel por un delito que jamás lograron probar. Para culminar el día, la policía recibió a la multitud de militantes del PT que llegó hasta la sede de la Policía Federal una lluvia de balas de goma y gases lacrimógenos.

El líder político más influyente de los últimos 60 años de la historia de Brasil salió a pie del Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el estado de Sao Paulo, en el que esta mañana dio un discurso y fue llevado en andas por la multitud que se convocó para expresarle su apoyo. Hasta hubo algunos que impidieron su salida en momentos que la Policía Federal lo esperaba para concretar el traslado.

Lula decidió permanecer en esa sede gremial que lo vio nacer a la vida política desde que el juez Sergio Moro ordenó su apresamiento. El plazo de su entrega venció a las 17 de ayer pero hubo una decisión de resistir lo más que se pudiera. A las 18:45 de hoy subió a un vehículo policial que partió escoltado por una caravana de otros cuatro automóviles y varias motos.

Los barrios más ricos de Sao Paulo, Curitiva y de Río de Janeiro festejaron la detención. Sin embargo, ni por asomo fueron mayores a las movilizaciones de apoyo al líder del PT.

Su traslado por las avenidas y autopistas de San Pablo fue transmitido en directo por televisión desde un helicóptero, tal como lo hace la televisión estadounidense con las persecuciones policiales. Más tarde, el convoy llegó a la sede de la Superintendencia de esa fuerza de seguridad, desde donde el ex presidente fue llevado en otro helicóptero hasta el aeropuerto donde lo esperaba una avioneta para llevarlo a Curitiba.

Una vez allí será llevado a una prisión, tal como lo había hecho en 1980, cuando en plena dictadura fue privado de su libertad por liderar una huelga de trabajadores metalúrgicos. Veinitrés años después de ese hecho Lula se convirtió en presidente de Brasil y desde el año pasado las encuestas indican que es el candidato con mayores probabilidades de ganar en las elecciones de octubre próximo.

Antes de anunciar su intención de entregarse, Lula asistió a una ceremonia ecuménica en honor a su fallecida esposa. Luego, rodeado de dirigentes políticos y sindicales, dijo a la multitud: “Voy a cumplir la orden de cárcel (…) y cada uno de ustedes se transformará en un Lula”. Hubo vacilaciones entre los manifestantes. Hasta que corearon de manera unánime: “¡Soy Lula! ¡Soy Lula!”.

El motivo por el cual Lula quedará detenido es por una condena dictada por el juez Sergio Moro, quien sostiene que Lula recibió de la constructora OAS un departamento que no tiene título de propiedad a su nombre y en el que jamás estuvo. “Moro mintió al decir que esa apartamento era mío”, reiteró el dirigente.

“Hace mucho tiempo que soñé que era posible gobernar este país incluyendo a millones de personas pobres en la economía, en las universidades, creando millones de empleos”, prosiguió antes de ser llevado en andas.

La detención de Lula es un nuevo golpe para el PT, después del golpe institucional de 2016 contra la presidenta electa Dilma Rousseff. Queda por ver ahora, con Lula fuera de la carrera presidencial, quién puede suceder su electorado.