Bloqueo reloaded: ¿y la política económica seguirá siendo la misma?
Equipo editorial 15 y Último
En los ranking que usualmente publican tanto el FMI como BM, la economía iraní suele ubicarse entre las mayores economías del mundo. No está todavía entre los primeros 20. Ocupa el puesto 25 del ranking FMI en cuanto tamaño del PIB y el 27 en cuanto paridad de poder adquisitivo. Pero es la tercera economía más grande de su región, el oriente medio, solo superada por Turquía y Arabia Saudita.
En 2005 la firma de inversiones norteamericana Goldman Sachs la incluyó en su lista de los próximos 11, esto es, economías del mundo destinadas a convertirse en algo así como los futuros BRICS para el 2030.
Ta vez esta no sea una historia deslumbrante si se le compara con China o la India, pero no deja de ser aleccionador si se toma en cuenta que se trata de un país sancionado, bloqueado y acosado permanentemente por los Estados Unidos, al menos desde 1979, cuando se produjo la revolución islámica que derrocó a la dictadura pro-norteamericana y pro-inglesa.
Y que además sufrió una devastadora guerra de ocho años (1980-1988) con su vecino Irak, gobernado por el entonces aliado norteamericano Sadán Husein, que le supuso pérdidas por unos 500 mil millones de dólares y más de un millón de vidas humanas, muchas de ellas víctimas de las armas química que con toda impunidad utilizaron los iraquíes asesorados por el Pentágono.
Asimismo, Irán ha sido objeto de innumerables actos terroristas y sabotajes, tanto por parte de la CIA como de Israel, lo que incluye desde daños a infraestructura hasta el asesinato de científicos y líderes políticos.
Otro dato es que al igual que pasa con la economía venezolana, Irán depende en más de un 80% de la industria petrolera para el ingreso de divisas. Y se trata de un dato no menor, pues si bien es verdad que Irán ha alcanzado un alto grado de industrialización y en algunos caso diversificado exportaciones, en líneas generales, su crecimiento y desarrollo económico lo ha dirigido a su mercado interno, dadas las trabas que le imponen el bloqueo y las sancione, aprovechando la ventaja comparativa que le da el tener petróleo.
Y cuando decimos sanciones lo estamos diciendo en su sentido más amplio. En 1979 los Estados Unidos le impuso una prohibición de intercambio comercial. Y en 1995, incluyó al país en la lista de aquellos que apoyaban el terrorismo, prohibiendo en consecuencia el comercio de petróleo y las inversiones en la industria petrolera iraní a las compañías de todo el mundo, so pena de sanciones económicas estadounidenses.
En 2006 y 2008, estas sanciones (en realidad medidas coercitivas unilaterales) fueron endurecidas, a las que se le sumaron resoluciones de la ONU y restricciones comerciales por parte de la Unión Europea.
En 2009, tras la reelección de Ahmadinejad, las medidas coercitivas se extendieron a los bancos y a los haberes de los miembros del Gobierno. Así las cosas, en 40 años, desde la congelación de los bienes hasta las sanciones comerciales, financieras y bancarias, pasando por el embargo sobre armas y el petróleo, las medidas coercitivas han tocados todos los pilares de la economía iraní.
Y pese a eso, es la economía número 25 del mundo y hasta se ha dado el lujo de desarrollar su propia industria nuclear y poseer una de las fuerzas armadas más poderosas del mundo
Todo lo anterior viene al caso por dos cosas: primero, por lo asegurado por el gobierno norteamericano en cuanto a la efectividad de sus medidas de bloqueo y agresión para derrocar gobiernos. Irán es un buen ejemplo de que no funcionan. Como también lo es Cuba.
En los casos de Nicaragua y Panamá citados por John Bolton como ejemplos de su efectividad, hay que aclarar que Noriega no salió por las sanciones norteamericanas y tampoco los sandinistas: el primero fue depuesto tras una invasión militar, mientras que los segundos perdieron unas elecciones, elecciones realizadas ciertamente bajo el acoso de las medidas norteamericanas, pero también y sobre todo por la sangrienta guerra civil a la cual fue sometido el país coordinada por la CIA y efectuada por sangrientos grupos paramilitares que también gozaron de la complicidad de los vecinos Honduras y El Salvador. Valga recordar que la guerra civil nicaragüense se originó a partir del desconocimiento de los Estados Unidos de las elecciones ganadas previamente por el sandinismo en 1984.
Pero también viene al caso porque no es verdad que no haya alternativas al bloqueo y que éste tenga que concebirse como una maldición o traba ante la cual no cabe sino rendirse o acostumbrarse a vivir en la penuria. Irán es tal vez el mejor ejemplo de ello.
Pero incluso en muchos aspectos de Cuba puede decirse lo mismo, que no será una potencia económica, pero que en materia de servicios de salud y educación es vanguardia a nivel mundial, como es potencia en lo deportivo. El estado de estos sectores en Cuba está muy lejos del deterioro observado en nuestro país, siendo que Cuba cuenta con infinitamente menos recursos y nadie puede decir que no la han saboteado, que no cuenta con una oposición disociada y mafiosa o que no hay agentes infiltrados, etc.
A este respecto, en el caso de Irán, está claro que su apuesta desde el comienzo fue desarrollar a lo interno sus fuerzas productivas, pero pensando en el mercado interno y apalancada por su exportación petrolera. Es decir, se dejó de prejuicios posrentistas y de apuestas inútiles a la llegada de unas inversiones extranjeras que por diversas razones geopolíticas y geoeconómicas no iban a llegar, pero que menos lo iban a hacer en el contexto de asfixia a la cual los Estados Unidos sometió al país hace ya cuarenta años.
Todo lo contrario a lo que está haciendo Venezuela en este momento, cuya política económica se ha empeñado en contraer más aún el mercado interno contrayendo los salarios a su mínima expresión, queriendo “seducir” unas inversiones que nunca han llegado y nunca llegaran, a no ser como migajas y buscando comprar a precio de remate pues son conscientes del grado de desesperación. Para más señas, se ha dejado deteriorar a niveles inconcebibles la industria petrolera, fuente única y segura de ingresos en divisas, por no hablar del sistema eléctrico, cuyo estado actual es una limitación gigante a cualquier intento de recuperación y más aún desarrollo.
En fin, dado el cuadro que nos depara este segundo semestre 2019, la pregunta que hay que hacerse no es que más hará o el gobierno estadounidense o si el algún momento levantará las medidas que le pedimos por tuiter, comunicados y marchas que levanten. Las respuestas a dichas preguntas y pedimentos parecen obvias a estas alturas. La pregunta que hay que hacerse es qué hará de aquí en adelante el gobierno venezolano: ¿seguirá apostando a la misma receta devaluadora y contractiva que no solo no le da los resultados esperados si no que refuerza la asfixia externa asfixiando aún más a lo interno?
De hecho, la postura en general del gobierno venezolano con respecto al bloqueo debe cambiar radicalmente: hasta ahora consiste en asegurar desafiante en la mañana que “nada de lo que haga el imperio detendrá la marcha de la revolución”, solo para lamentarse en la tarde que no puede hacer nada porque el bloqueo del imperio no lo permite. Y esto aplica en todos los frentes, pero en especial en lo económico.
Un dato para motivarse en ello: según el BCV, la contracción hasta el tercer trimestre de 2018 es de 52% del PIB. El FMI proyecta un 35% para 2019 y la CEPAL un 23%. En nuestras estimaciones las de la CEPAL lucen más realistas, pero sin contar el endurecimiento del bloqueo. Tomando el menos malo de los casos estaríamos hablando de cerca de un 70% del PIB perdido en seis años a finales de éste. Se dice fácil, pero cuesta pensar un escenario semejante. Eso no ha pasado ni siquiera en Siria, país sometido a una bestial guerra terrorista. Por cierto que Siria tras haber derrotado a los terroristas ya comenzó a crecer, poquito y todavía en conflicto pero se ha comenzado a recuperar ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo?