Biardeau: No basta ser culto ni cultivado para ser libre
Roberto Malaver-Ciudad CCS
Sociólogo. Investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg). Profesor universitario. Promotor del pensamiento crítico socialista.
—Los intelectuales crean, critican, ¿y son oídos?
—Quizás deberíamos saber si compartimos los mismos supuestos: ¿Qué son los intelec-
tuales? Pongamos la pregunta de Edward W. Said en contexto: ¿Cuáles son las representaciones del intelectual en Venezuela? Hay campos y circuitos político-culturales en determinados países en donde sencillamente hay una severa resistencia y neutralización del papel de la categoría social de los “intelectuales”. ¿Por qué? Porque crean, porque critican, porque traducen demandas insatisfechas, en fin, porque algunas fracciones de ellos le “hablan claro al poder” (Said dixit).
En otras culturas nacionales, dice Said, el «intelectual» se asocia con nociones como «torre de marfil» y la «risa burlona». También comenta que un estudioso de la cultura y la comunicación como Raymond Williams, registraba el “sentido anglosajón” de intelectual: “Hasta mediados del siglo veinte predominó en inglés el uso peyorativo de términos como
intelectuales. intelectualismo e inteligencia, y es evidente que tal uso persiste todavía hoy”.
-¿Cuál uso predominante existirá en nuestro país?
-Cada cultura nacional metaboliza la construcción social y representación del intelectual. Por ejemplo, Mario Picón-Salas a Betancourt en 1931 le aconsejaba: “sería una tontería predicarles a gente tan arraigada al suelo y de imaginación tan concreta, la abstracción comunista, esa especie de álgebra espiritual que ellos no pueden entender”.Esa frase explicita el problema del lenguaje desarraigado que no encuentra empalme con una realidad abigarrada.
—Luis Britto García dice que “los intelectuales crearon el piso ideológico del bolivarianismo”, ¿Usted comparte ese juicio?
—Entendí que Britto García habló de la izquierda cultural, de la cual él ha formado parte destacada y de la cual se siente protagonista. Sin embargo, modularía algunos detalles. Por ejemplo, el relato de aquellos libros que encontró Chávez en la maleta de aquel carro abandonado. Permítame la metáfora, Chávez excavo ruinas como un arqueólogo de los discursos y trato de comprender sus fuerzas y sentidos en la historia de la luchas sociales del país. Aquella izquierda cultural hace serie con un ensamblaje de agenciamientos mucho más amplios y heterogéneos.
Por ejemplo, Chávez mencionaba su lectura de texto de Plejanov sobre “El papel del individuo en la historia” (que se contraponía casi termino a término a una historia centrada en el culto a los héroes de Carlyle), fraseaba a Bolívar acerca de la “débil paja arrebatada por el
huracán revolucionario.Mi interpretación es que Chávez trató de revalorizar y ensamblar un imaginario nacional-popular de carácter redentor, con todo un entramado cultural de regiones y poblaciones marginadas, incluso abandonadas, que podrían ser contrastadas con el predominio socio-territorial y económico-social de las elites del sistema centro-norte-costero, cuyos cinturones de miseria evocaban los efectos sedimentados de la migración rural-urbana y la exclusión social de poblaciones enteras del país.
Esa fue su base de masas, la fuerza motriz de la Revolución Bolivariana.
—“Ser cultos para ser libres”, decía José Martí, ¿Somos cultos o nos falta mucho para ser libres?
-—No basta ser culto ni cultivado para ser libre. La libertad requiere de un esfuerzo por conquistar condiciones y desarrollar capacidades. El tema de las condiciones requiere de una radical redistribución del poder económico, político y simbólico.
—¿ La crítica es una sola, o son esas dos que se mientan tanto: la constructiva y la destructiva?
-—La crítica por más destructiva que sea, incluso malsana, tiene un filón constructivo siempre que se tenga la disposición de re-encuadrarla. No hay que
tenerle miedo ni alergia a la crítica. Por supuesto, que una crítica hecha desde la malevolencia requiere de otros protocolos de recepción frente a una crítica elaborada desde la honestidad, la sinceridad y la veracidad.
—Ante la victoria de Bolsonaro en Brasil, uno se pregunta, ¿no será que hay una crisis del conocimiento?
-—Quizás lo que hay es una crisis de comprensión. No hay una relación directa entre democracia electoral de masas y los ideales de la cultura de la razón. Es un viejo tema que reactiva también viejos prejuicios. Nada más pretensioso que suponer que la política está basada en el entendimiento comunicativo y una razón cada vez más comprehensiva. La confluencia entre un fanatismo de masas y las tecnologías digitales de una sociedad de hiperconsumo es un reto y una encrucijada.
El tecno-fascismo y el tecno-populismo pueden estar a la orden del día. Allí están Bolsonaro, allí está Trump.Es hora de repensar toda la vieja gramática de la “política de masas”.