Biardeau: Estructura de repetición del rentismo y conciencia sumisa-enajenada

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Javier Biardeau R.|

“…si continuamos ganando el miserable salario de cinco bolívares, tendremos siempre una Nación cuyos hijos languidecen de hambre y no pueden servirles a la Nación.”                 Luis Augusto Malavé-1936

Se ha citado a menudo a Marx atribuyéndole eso de que la historia se presenta una vez como tragedia y luego como farsa. Es una frase impactante que ha dejado huellas diversas en sus comentaristas. Antes de pasar a analizar esta frase de Marx conviene hacer un breve preámbulo metodológico. Umberto Eco plantea sobre tal materia textual y documental:

“En algunos de mis escritos recientes he indicado que, entre la intención del autor (intentio auctoris) (muy difícil de descubrir y con frecuencia irrelevante para la interpretación de un texto) y la intención del intérprete (intentio lectoris) que (citando a Richard Rorty) sencillamente «golpea el texto hasta darle una forma que servirá para su propósito», existe una tercera posibilidad. Existe una intención del texto (intentio operis).”[1]El Libertario: Anarquismo y movimientos sociales autónomos ...

Continua Eco sobre la intención, o con más rigor, sobre la convención textual:

“Puesto que la intención del texto es básicamente producir un lector modelo capaz de hacer conjeturas sobre él, la iniciativa del lector modelo consiste en imaginar un autor modelo que no es el empírico y que, en última instancia, coincide con la intención del texto. Así, más que un parámetro para usar con el fin de validar la interpretación, el texto es un objeto que la interpretación construye en el curso del esfuerzo circular de validarse a sí misma sobre la base de lo que construye como resultado. No me avergüenzo de admitir que con esto estoy definiendo el viejo y aún válido «círculo hermenéutico».”

Pero ante la posibilidad y malentendido de suponer que el lector modelo se confunda con el lector empírico, Eco señala: “La intención del texto no aparece en la superficie textual. O, si aparece, lo hace en el sentido de la carta robada. Hay que decidir «verla». Así, sólo es posible hablar de la intención del texto como resultado de una conjetura por parte del lector. La iniciativa del lector consiste básicamente en hacer una conjetura sobre la intención del texto.”

Por si fuera poco, agrega: “…si las palabras tienen un significado convencional, el texto no dice lo que ese lector -obedeciendo a algunos impulsos idiosincráticos- creyó haber leído. Entre la inaccesible intención del autor y la discutible intención del lector existe la transparente intención del texto, que desaprueba una interpretación insostenible.”

Debemos retener estas palabras: Entre la inaccesible intención del autor y la discutible intención del lector existe la transparente intención del texto, que desaprueba una interpretación insostenible.

La cuestión no es delimitar entonces una única interpretación correcta, sino desaprobar interpretaciones insostenibles.

Eco clarifica, frente a algunas sobre interpretaciones o interpretaciones “aberrantes”, que la conjetura sobre la intención del texto no intenta reducir las interpretaciones posibles a una única interpretación correcta, sino que tales operaciones sobre el texto permiten eliminar aquellas interpretaciones que son finalmente inadmisibles.

No podemos golpear a los textos y a los discursos arbitrariamente, con impulsos caprichosos, con interpretaciones que proyectan nuestros deseos alterando las convenciones textuales y distorsionando las mínimas marcas textuales que ha dejado la intención comunicativa de un autor.

No podemos hacer decir al texto lo que sencillamente en ningún caso ni contexto dice, como algún posmodernismo light ha intentado seducir, construyendo una pragmática fundamentación de la subcultura de los mensajes e interpretaciones “fake”.

La semiótica sigue siendo la tentativa de identificar los códigos, contextos de uso y los mecanismos en el plano de las estructuras semánticas profundas y de los planos figurativos por medio de los cuales se produce el sentido en diversos ámbitos de la vida humana.

De este modo, la semiótica y la hermenéutica crítica pueden tener un papel más modesto que aspirar a apropiarse de la “interpretación correcta”, a la vez que un papel más ambicioso en función de la eliminación de las “interpretaciones inadmisibles o insostenibles”. Dentro de las estructuras de plausibilidad, hay interpretaciones que cabe eliminar por no cumplir con determinados criterios de adecuación.

Retomemos ahora in extenso la cita de Marx para indagar una conjetura articulada a la comprensión del sentido y significación de aquella frase:

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 17959, el sobrino por el tío. ¡Y la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del 18 Brumario!”[2]

Extraído así el párrafo,Marx realiza un agregado irónico a la tesis de Hegel “dicha en alguna parte” (Este asunto merece ser explorado). Pero al articular este párrafo a los textos subsiguientes adquiere una notable profundidad:

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.”

Sobre las “circunstancias legadas del pasado” cabe reflexionar sin la memoria corta o episódica que predomina en la escena mediática. Una crítica a la razón mediática permita distinguir lo que los periodistas disponen en la agenda como “actualidad noticiosa” de los acontecimientos que para una historia crítica remiten a su articulación en los procesos que reproducen y transforman estructuras históricas.

No podemos permitir aquí que lo noticioso y la actualidad se devore lo importante: los hechos históricos, sino que debemos rastrear precisamente la gravitación del pasado en el presente, indagar la fuerza de la “estructura de la repetición” en los procesos históricos, la imposibilidad de lo que Hegel llama la variación en la esfera del espíritu.

Vayamos al grano: ¿Por qué repetimos la estructura de la praxis y la mentalidad rentista convertidas en espíritu reproductor de las políticas públicas?

¿Por qué la revolución bolivariana que proclamó a los cuatro vientos que superaría las estructuras históricas heredadas “de la cuarta” se tropezó de nuevo con la roca dura del “Rentismo”?

¿Sera acaso que tal “Revolución” repitió esta vez como farsa la tragedia del debate de finales de los años 30 del siglo XX: “La superación del rentismo”? ¿La llamada “siembra del petróleo”, un nuevo fracaso a la posibilidad de emplear aquel recurso como un empuje inicial para lograr salir de su propia “estructura de repetición”?

No estamos hablando de historia universal, sino de especificidad histórica, de la especificidad histórica venezolana del siglo XX, que se ha prolongado en el presente como evidente dependencia de una condición rentista hoy en crisis, evidenciada entre otros fenómenos, en aquello de los salarios reales entre los más bajos de la toda laHistoria de la Venezuela Rentista.

Reactivemos a Marx: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”

Allí en la historia esta el pliego de peticiones previas al conflicto del año 1936 en Venezuela:

“Antes de la huelga se elaboraron pliegos de peticiones, entre los aspectos que se demandaban estaba el establecimiento de un salario mínimo para todos los trabajadores, descanso semanal remunerado, mejoras de las viviendas, servicios médicos y eliminación de las cercas y alambrados, símbolo de la discriminación social.Ante la falta de respuestas adecuadas y las medidas represivas puestas en práctica, los trabajadores deciden irse a la huelga. Pero los trabajadores no recibieron respuestas adecuadas. El decreto del gobierno no fue satisfactorio, puesto que no le concedía un bolívar de aumento a quienes devenga 7, 8 o 9 bolívares diarios, un bolívar adicional por hora y dotar de agua fría a los centros de trabajo y, además, ordenó el reintegro al trabajo de los huelguistas.”[3]

Citamos el texto de Manuel Taborda“Petróleo y clase obrera: orígenes de la clase obrera venezolana” (2016), donde encontramos la siguiente referencia:

“El líder de la huelga era un hombre de poca estatura, un poco trigueño, era del estado Sucre, de un pueblo que se llama Río Caribe y se llamaba Luis Augusto Malavé. Los trabajadores en huelga, en una forma valiente se le enfrentaron al presidente del estado y le dijeron que, si le daban lo que pedían en su pliego, inmediatamente volverían a su trabajo, pero que hablaran con el jefe de la huelga, Malavé y lo que él dijera eso harían.

Una comisión de agentes secretos fue enviada por el presidente del estado para buscar a Malavé, lo encontraron y lo trajeron a presencia del Dr. Febres Cordero, quien empezó pidiéndole que depusiera su actitud ante la compañía, que ella pagaba bien a sus trabajadores.

El mismo lenguaje de todos los demagogos y patrioteros, quienes engañan al pueblo hablándole de la Patria, la misma Patria que ellos escarnecen, la misma Patria cuyos intereses ellos entregan a los monopolios para que la vejen y la exploten, pero los trabajadores, los venezolanos más patriotas, no se conmovieron con las palabras engañosas del presidente del estado, porque nadie más que ellos sentían a su Patria, pero una Patria donde el extranjero no vejara al venezolano.”

Allí se citan las siguientes palabras de Luis Augusto Malavé:

“Si conquistamos el pliego de peticiones que hemos pasado a la compañía, logramos más entradas económicas para la Nación y a la larga salimos ganando, pero si continuamos ganando el miserable salario de cinco bolívares, tendremos siempre una Nación cuyos hijos languidecen de hambre y no pueden servirle a la nación. No podemos volver al trabajo sino cuando logremos lo que pedimos, interceda usted ante la compañía para que nos den lo que pedimos”.

Miserable salario de 5 bolívares diarios. Aclaremos elementos de contexto histórico. Una tasa de cambio frente al dólar de 3,19 Bs. en 1936. Es decir, aproximadamente 1,57 $ diarios en jornadas de 10 horas.

El pliego de peticiones tenía el contenidosiguiente:

“Aumento de salario de cuatro bolívares, diez bolívares como salario mínimo, atención médica y medicinas, jornada de ocho horas, transporte para acudir al campamento al trabajo y viceversa, agua potable y con hielo como tomaba el jefe del garaje, pago del tiempo invertido de ir y regresar al trabajo y vivienda”.

Vale la pena revisar in extenso todo el trabajo de Manuel Taborda, para profundizar en tal contexto.

Aquí nos interesa hacer algunas preguntas: ¿Qué ocurre si comparamos tales miseros salarios con el salario mínimo actual en pleno siglo XXI?¿Qué ocurre si comparamos los pliegos de peticiones de 1936 con los actuales pliegos de peticiones de diversos movimientos de trabajadores venezolanos?

De nuevo Marx: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”

La crisis del rentismo es mas que evidente si hablamos de cómo el balance de poder alrededor de la disputa de la renta ha llevado a la degradación generalizada del salario mínimo actual:

“Los trabajadores que se encuentren en esta situación pasarán de percibir 250.000 bolívares a ganar 400.000 bolívares, lo que según la tasa oficial de cambio equivale de pasar de 1,45 dólares a 2,33 dólares al mes.”[4]

Debemos leer con atención los textos, respetando todas las convenciones textuales y los contextos históricos.

A principios del año 2020, lo trabajadores en Venezuela ganaban como salario mínimo lo que ganaban en un día de jornada los trabajadores petroleros en Venezuela en 1936. ¿No es eso lo que llamamos una regresión de los derechos históricos conquistados?

Marx decía que la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquíal 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Inquieta la palabra empleada por Marx: Parodia-Farsa.

¿No aumentará la gravedad de la Parodia-Farsa en proporción directa a la formación de la conciencia sumisa y enajenada?

Cerraremos con una síntesis a lo contenido en el texto: “El pensamiento económico venezolano en el siglo XX”[5] del economista y escritor Héctor Silva Michelena.

Allí HSM señala que el petróleo ha sido llamado desde “excremento del Diablo” hasta “don de Dios o de la madre naturaleza”. Toda la población del país no ha escapado a sus efectos. La iniciación de la actividad petrolera ejerció un influjo “desafiante, omnipresente y fascinante”. Luego de tal experiencia inicial vinieron las reflexiones críticas: Adriani, Uslar Pietri, Salvador de la Plaza, Rómulo Betancourt y Juan Pablo Pérez Alfonso, dieron “dramática cuenta de lo ocurrido”.

Pero HSM trata de detectar tales conmociones y sus repercusiones, en los vívidos pasajes dela pluma periodística de Ramón David León, director del Diario La Esfera quien comenta:

“Entre nosotros la era esplendida del Petróleo, el período de la opulencia petrolera, se ha perfilado el incremento del peculado. Los millones que le ha producido al Tesoro de la República la explotación del subsuelo apenas han sido gastados en ejecutar ciertas obras públicas de utilidad colectiva, hechas a costo escandaloso y bastante deficientes y demoradas. La comunidad ha ganado escasos beneficios directos de la acción gubernamental con los fabulosos recursos proporcionados por el “oro negro”. En cambio, a medida que las disponibilidades rentísticas del petróleo fueron aumentando, el número de nuevos ricos, la falange de flamantes potentados surgidos al rescoldo nutricio del poder, creció descaradamente, y las huestes burocráticas y presupuestarias siguieron engrosando, hasta alcanzar el inaudito contingente que hace en la actualidad del Estado Venezolano un establecimiento de beneficencia.

Ninguno de los Gobiernos que han disfrutado de los magníficos arbitrios financieros proporcionados por el petróleo se han empeñado en fomentar y en desarrollar efectivamente la riqueza pública. No se han dedicado a fomentar la economía colectiva. NO sólo no han creado nuevas fuentes productoras, sino que han dejado arruinar completamente las dos que teníamos originarias de la Colonia: la agricultura y la cría. Los contribuyentes y el acervo de riquezas naturales han sido exprimidos con idéntico tesón egoísta. Los crecientes impuestos y los dineros petroleros no han servido para satisfacer imperiosas necesidades sanitarias, ni para resolver urgentes problemas educacionales, ni para darle al país el progreso material que en todos los órdenes de su actividad requiere, sino que para satisfacer los apetitos del lucro fácil y la voracidad ilimitada de las camarillas ávidas que se han turnado en el poder”.

Las agudas observaciones periodísticas de aquel entonces contrastan con la degradación del oficio periodístico a una actividad en términos generales sin memoria histórica o sin el doble rostro de Jano.

Sólo la fuerza del debate sobre la estructura de repetición del “Rentismo” y sus fenómenos conexos, puede poner sobre el tapete las posibles superaciones del drama de la historia específica de Venezuela como farsa-parodia. Dice León en 1944:

“A los ciento treinta y dos años de la vida política autónoma no hemos conquistado todavía la independencia económica, y nos encontramos con que la actividad industrial y comercial del país tiene por base el presupuesto nacional; que la vida venezolana depende de la mayor o menor prosperidad de las finanzas oficiales. Posemos así una economía artificial, sujeta a eventualidades políticas, situación de la cual es elocuente demostración Caracas, cuya población vive directa o indirectamente del presupuesto, porque todas las palpitaciones de la producción están íntima y estrechamente ligadas al sector gubernamental, y si los gastos oficiales disminuyen sufren disminución las operaciones privadas. En lo económico, por carencia de unas finanzas colectivas propias, estamos permanentemente supeditados al sector oficial”.

Este y muchos otros testimonios muestran que las condiciones de vida de los trabajadores, el manejo transparente y honesto del tesoro público, así como las bases económicas de una economía diversificada y productiva, siguen articuladas y subsumidas a la resolución por parte de los actores políticos y sociales de la estructura de la repetición rentística, así como de aquella irónica comprensión de la historia de Marx, donde los agentes históricos se ven obligados a dar cuenta de las circunstancias que los determinan y los enajenan, como de los grados de libertad para apropiarse colectivamente de su destino para lograr establecer una real variación y alteración de la historia muerta.

Estructuras económicas internas y modos de articulación internacional, sistemas de dominación y poder, mentalidades e imaginarios se van eslabonando para establecer determinado campo de acción histórica para una voluntad que reconozca la gravitación de las circunstancias históricas.

Pero el primer paso siempre es, destruir la parodia-farsa de la conciencia sumisa y enajenada.

Notas

[1] Umberto Eco. Interpretación y sobreinterpretación. En línea.

[2] Carlos Marx: El 18 Brumario de Luis Bonaparte. En línea.

[3] Manuel Taborda (2016): “Petróleo y clase obrera : orígenes de la clase obrera venezolana”http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/ceshc-unermb/20160721032438/TABORDA.pdf

[4]Suben el salario mínimo en Venezuela: ahora son 4,6 dólareshttps://www.dw.com/es/suben-el-salario-m%C3%ADnimo-en-venezuela-ahora-son-46-d%C3%B3lares/a-53264867

[5] Héctor Silva Michelena (2006): El pensamiento económico venezolano en el siglo XX. Fundación para la Cultura Urbana.