Argentina: un gobernador perdido en el laberinto del Comando Sur

JUAN  GUAHÁN| Mientras el gobierno norteamericano pone fin a algunas ventajas arancelarias que tenían nuestras exportaciones a ese país, el gobernador chaqueño abre las puertas al poder militar estadounidense para instalar un “Centro de Emergencias” en nuestro país.

Question Latinoamérica

Quienes transiten por la ruta 11, yendo de Buenos Aires a Resistencia, podrán ver –a unos centenares de metros de la ruta y poco antes de llegar a la capital chaqueña- una nueva construcción, también se observan antenas satelitales. Ahora el gobierno del Chaco ha informado de qué se trata.

Según esta información oficial sabemos que “el gobernador Jorge Capitanich se reunió (…) con representantes del Comando Sur de Estados Unidos con quienes organizó la inauguración de Centro de Emergencias que se construye en el predio del aeropuerto de Resistencia (manejado por el empresario Eduardo Eurnekian). El inmueble y sus equipamientos serán donados por el país norteamericano a la provincia como parte del programa de Asistencia Humanitaria del cuerpo con el objetivo de brindar una herramienta para operar ante cualquier catástrofe”.

En otras oportunidades, en estas mismas páginas, nos hemos referido a esta posibilidad que ahora se ha concretado. Lo que ahora se efectivizó tuvo su punto de partida en el “Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias” firmado en 2006 entre el “Comando Sur” (de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos) y  Aníbal Fernández (por aquel entones a cargo del Ministerio del Interior).

Ahora se ha desatado una polémica. No faltan las denuncias en el sentido que este despliegue “humanitario”, por parte de las fuerzas militares de los Estados Unidos, es solo la cobertura para otro de actividades no tan nobles. El propio gobernador ha salido a responder a esas denuncias diciendo: “Nosotros hemos tenido la donación de una Central de Emergencias provista por la Embajada de Estados Unidos, que ni siquiera es un convenio. Es una donación que la provincia la puede recepcionar claramente por gestiones y directivas emanadas de la Cancillería Argentina; no hay nada que sea una base militar del Comando Sur”.

Hasta aquí los hechos según la información oficial del principal protagonista, el gobernador Jorge ”Coqui” Capitanich. De todas maneras queda más de una duda o reflexión al respecto.
La primera inquietud radica en la contraparte del gobierno chaqueño. Según la propia información oficial, el acuerdo y la llamada “donación” son parte del “Convenio” firmado en 2006, efectivamente con el “Comando Sur.

Pero ¿Qué es y a qué se dedica el Comando Sur? Es el brazo armado del Pentágono (que comanda a todas las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos) en la región y la famosa IV Flota que tiene como tarea vigilar las costas (y sus aledaños) de América Latina y del Caribe. Las actividades del Comando Sur han sido motivo de variadas denuncias que van desde su participación en el Golpe de Estado que derrocó al Presidente Manuel Zelaya en Honduras hasta la instalación de las bases militares en Colombia.

Por todo ello no parece el organismo adecuado para un convenio y monitoreo en materia de “catástrofes y enfermedades”. De los participantes en este “convenio/donación” sólo nos detendremos en el responsable actual del mismo, se trata del Coronel Edwin Passmore, delegado del Comando Sur para nuestro país.

Este personaje cumplió “tareas humanitarias” en las ocupaciones norteamericanas en Afganistán e Irak (2005), fue agregado a la embajada estadounidense en Venezuela, hasta su expulsión en 2008 acusado de actividades de espionaje. Con funciones en Argentina desde 2009, el año pasado participó activamente del incidente de aquel avión norteamericano que traía “material sensible” -utilizable para represión y espionaje- lo que motivara un conflicto diplomático.

No es menos llamativo el lugar de las tareas a desarrollar, en las proximidades de la Triple Frontera, sobre la que tantas veces quiso tener control el gobierno norteamericano, y del inicio del Acuífero Guaraní, una de las principales reservas mundiales de agua dulce. No es la primera vez que hay un intento norteamericano para asentar instalaciones que sirvan a propósitos militares en la región. Desde el año 2006 venían presionando, sin suerte, para hacerlo en otra provincia de la zona.

Por otro lado tampoco llama la atención que Capitanich lleve adelante estos acuerdos. Desde hace un tiempo viene proponiendo una “nueva alianza estratégica con los Estados Unidos”. No hace mucho, setiembre 2011, manifestó a un grupo de jóvenes legisladores norteamericanos:

“Juntos seremos la mayor reserva de minería, agua dulce, alimentos, energía, industria cultural, atractivos turísticos, talentos de recursos humanos y tecnología vinculada a procesos productivos (…) Desde América del Sur vemos con tristeza que Estados Unidos no nos considere un aliado (…) Defiendo una alianza estratégica y estoy dispuesto a luchar por esa idea”. Esas ideas chocan con las actuales políticas del gobierno nacional que propugna el fortalecimiento del UNASUR y del CELAC, el reciente agrupamiento de países latinoamericano y del caribe, sin los Estados Unidos.

Volviendo al tema del Centro de Emergencias, que se acaba de inaugurar, se puede conceder que no es una “Base Militar” pero nadie duda que la información, allí recogida, irá al Comando Sur y su uso nadie puede garantizarlo. Es generalizada la impresión que se trata de una central de informaciones al servicio de una fuerza militar extranjera.

La otra cara de la moneda

Mientras el gobernador de una provincia argentina ponía en práctica sus palabras de luchar por una alianza estratégica con los Estados Unidos, allá, en los propios Estados Unidos su Presidente –Barack Obama- firmaba un comunicado que se agrega al reciente reclamo de 40 países sobre las restricciones en las importaciones.

Allí decía: “He determinado que es conveniente suspender la designación de Argentina como país beneficiario del GSP (sistema de preferencias arancelarias), ya que no ha actuado de buena fe en el cumplimiento de los fallos arbitrales a favor de las compañías estadounidenses”. Una vez más la prepotencia de la realidad, donde mandan los poderosos, es más poderosa que un manual de buenas intenciones, de quienes aceptan ser sometidos.

Pero ¿de qué se trata?

Estados Unidos le reconocía a la Argentina un “sistema de preferencias arancelarias”, que beneficiaba a algunos sectores de nuestras exportaciones. En el caso concreto, accedían a esas ventajas varios sectores (11% del total de las exportaciones), particularmente los vitivinícolas mendocinos y otros productores agrícolas. El total de beneficios que teníamos ronda entre los 18 y 24 millones de dólares. Una cifra menor sobre la totalidad de un volumen comercial de 4.200 millones de dólares. De todas maneras el tema adquiere relevancia por lo que tiene de “señal política” y por haber sido refrendado por el propio Presidente de ese país.

¿Cuáles son las causas invocadas?

Sostiene el gobierno norteamericano que Argentina no cumplió con el pago adeudado a dos empresas de ese país (agua y gas) que habrían sido perjudicadas con motivo de la crisis del 2001/2002 y que no aceptaron los “canjes de deuda” de 2005 y 2010. El fallo, condenando a dicho pago (por 300 millones de dólares), es del CIADI, un organismo del Banco Mundial, que -casi sin excepción- falla a favor de las empresas trasnacionales o de los llamados “países centrales” y cuyas sentencias son inapelables. Por ésta y otras razones varios países hermanos han denunciando estos Convenios (Bolivia 2007; Ecuador 2009; Venezuela 2012).

Argentina, sin desconocer el Fallo pedía que la ejecución del mismo se hiciera ante los Tribunales argentinos. Esta es nuestra falta “de buena fe” según Obama.
Este Fallo tendrá vigencia dentro de 60 días, si antes el gobierno argentino no paga o encuentra una solución política o diplomática.

Las respuestas de los funcionarios argentinos transitan por carriles distintos, aunque no opuestos. El Embajador Argentino en Washington sostuvo que: “No hay de qué preocuparse; es un momento de la relación bilateral que seguiremos trabajando para mejorarla (…) son ruidos que se producen”.

La Cancillería fue mucho más dura, calificó a esas medidas de “incomprensibles y unilaterales” y acusó a la Casa Blanca de haber cedido a la “presión de los fondos buitre”. La Presidenta tuvo dos tonos para contestar -uno diplomático- diciendo “hay que estar atentos a pequeñas guerritas y guerrillas de carácter comercial que trataremos de abordar con la mayor civilización y legalidad posibles”.

El otro mucho más quejoso, por las restricciones habituales a nuestras exportaciones, sosteniendo que Argentina no puede ingresar carne a los Estados Unidos y “ni tan siquiera ni un sólo limón”.