México: ¿Fue un terremoto o un simulacro?

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JUAN GUAHÁN| El diario El Heraldo, que se edita en la  capital mexicana, publicó el 2 de marzo una noticia que parecía intrascendente, decía: “Como parte de los preparativos para el megasimulacro del próximo día 20 del mes de marzo, las autoridades estatales de Protección Civil (PC) realizarán pruebas de esfuerzo antes de que un gabinete simule la respuesta a una situación de contingencia: Un terremoto de 7.9 grados en la escala de Richter”.

La misma noticia fue reiterada en otros medios de prensa de ese país, que contaban con espacio para esa información de tipo burocrático y poco atractiva. La Voz del Norte lo hizo saber en su edición del 13 de marzo. En este último caso agregaban que tal simulación se haría alrededor de las 12 horas. Incluso en zonas de los Estados de Guerrero y Chiapas había avisos en la vía pública advirtiendo sobre dicha eventualidad, para el mencionado 20 de marzo a las 12 horas.

Bien, ahora la realidad. El 20 de marzo a las 12,03 hs., se produjo con epicentro en Oaxaca, en los límites con el Estado de Guerrero, un sismo. Al principio se anunció que su intensidad fue de 7,9 (igual que la anunciada), luego corregida y llevada, por algunos, a imprecisos 7.8, 7.6 o 7.4 puntos.

Ante tamaña coincidencia quedan tres alternativas, ninguna de ellas seria y públicamente explorada. Que sea una extraña y tremenda casualidad. Que se supiera la posibilidad del sismo o –por último- que el sismo real fuera provocado.
Si estamos ante la segunda alternativa -la previsión- estamos ante un importante avance, que es raro que no se difunda. Se trata de la posibilidad de preveer los sismos, un gran paso de la humanidad.

Si se trata de algo provocado. Ahhh… entonces estamos en problemas.

Se especula con la existencia de tecnologías capaces de producir este tipo de hechos. Hace 15 años un Secretario de Defensa de los Estados Unidos – William Cohen- habló de la posibilidad de una amenaza “eco-terrorista capaz de producir alteraciones climáticas, provocar terremotos, activar volcanes a distancia mediante el uso de las ondas electromagnéticas”.

En esa línea se ha desarrollado el Programa de investigación -sobre ondas de la ionosfera- denominado HAARP, realizado por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y universidades de ese país. La clave estaría en que perturbaciones electromagnéticas, que se puedan producir en el borde la atmósfera, repercuten en el subsuelo.

Extraño suceso que, si se inscribe, en esta última alternativa pasa a formar parte de las posibilidades que tienen las armas actuales.