Argentina: realidad e índices, una relación complicada

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JUAN GUAHÁN| El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) es el encargado de recoger y procesar información sobre los más diversos aspectos de la sociedad argentina. A partir de saber dónde estamos parados se pueden elaborar políticas sobre diferentes cuestiones. De allí la importancia objetiva que tiene para todos, gobernantes y gobernados. Hasta aquí todo claro.

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Pero, como es una descripción sobre la sociedad, también sirve para saber cómo andamos políticamente y las perspectivas futuras. Aquí las cosas se complican y siempre existe la tendencia, de las diversas administraciones estatales, por publicar o acomodar los datos de modo que lo favorezcan. En estos años el INDEC no se ha caracterizado, en muchos temas y cuestiones, por ofrecer una información fidedigna. Todo ello ha tenido (y tiene) diversos efectos. Veamos algunos casos.

Uno de los aspectos más polémicos giró en torno al tema de la inflación o la llamada “evolución del índice de precios”. Sobre este tema, el más controvertido masivamente a partir del 2007, se empezaron a manejar cifras con poco arraigo en la realidad. Según sus Informes, la inflación rondaba el 10% anual, bastante lejos de lo que acontecía en la vida cotidiana. Este año se estructuró un nuevo sistema.

Respondía a diversas presiones, incluido el FMI. Fue justificado políticamente en que –aproximadamente- cada 10 años se ajustan los componentes a medir, salen unos entran otros, según los cambios culturales y hábitos de consumo. Lo cierto es que arrancó con valores parecidos a las estimaciones de varias provincias y la mayor parte de los privados, pero poco a poco nuevamente se está distanciando la medición oficial de las provinciales y privadas.

Otra medición con muchos cuestionamientos aparece cuando se habla del crecimiento. En este caso la repercusión en la calle es menor pero la importancia económica es indudable porque según los valores que se estimen corresponderá o no el pago de un plus a los bonos de endeudamiento de nuestro país.

Para el 2013 esto se sigue discutiendo, en febrero se estimó que el crecimiento fue del 4,9%. Según ese dato había que pagar cerca de 3 mil millones de dólares. Luego, en abril, se lo corrigió y pasó a ser del 3% y no había que pagar ese plus. Ahora bien, si la estimación  se hace a valores dólar, el crecimiento solo fue del 1,4%. Ahora hay denuncias y debates sobre lo ocurrido en el año 2008 donde se pagaron más de 2 mil millones por ese plus. Pero ahora, con la nueva metodología para medir ocurre que el crecimiento fue del 3,1% (no correspondía pagar) y no del 6,8% cómo se estimara en su momento.arg indec

En materia de actividad económica también hay diferencias de apreciación, según el punto de vista que se aborde. Como síntesis se puede decir que para el INDEC no hay recesión sino estancamiento, solo reconoce una caída de la actividad económica, del 0,9%, para el mes de marzo. En cambio cálculos de economistas privados estiman que ya hubo caídas en el último trimestre del año pasado (0,4%) y el primero de este año (1,5%). Según esta estimación estaríamos en recesión, ésta supone dos trimestres negativos.

Algunas estadísticas, más allá del INDEC y sus manejos, tienen metodologías que –bajo ciertas condiciones- no aclaran la situación real. Eso pasa, por ejemplo, con el tema de la desocupación y el empleo. Los datos oficiales nos ofrecen dos llamativas informaciones. Por un lado informan que al terminar el primer trimestre de este año la desocupación es del 7,1%, un año atrás estaba en el 7,9%. Por otro lado la “tasa de empleo”, es decir la cantidad de gente que trabaja es proporcionalmente menor si medimos los primeros trimestres del 2013 y 2014.

¿Cómo se entiende esto que no habiendo más gente trabajando, haya menos desocupación? La respuesta es clara. El desempleo se mide según la cantidad de gente que está buscando trabajo. Esto indica que, aunque haya menos gente trabajando, el desempleo no crece porque hay algunos que ya no buscan trabajo, por lo cual no aparecen en las estadísticas. Esto es lo que se llama el “efecto desánimo”.

Tecnología 4G, para comunicarse mejor

En Argentina hay, aproximadamente, 135 celulares por cada 100 habitantes. Es uno de los índices más altos de la región. Sin embargo quien use un celular sabe que el servicio no es bueno, el mayor porcentaje de quejas ante las oficinas de Defensa del Consumidor corresponde a este rubro. Entre otras causas, faltan antenas.

Somos –por lejos- uno de los lugares del mundo con menos antenas por cantidad de aparatos (1 antena cada 4092 celulares en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, en San Pablo hay 1 antena por cada 1947 aparatos y en Londres 1 por cada 348 celulares). El equipamiento y la tecnología son viejos y sus capacidades han sido desbordadas. Desde el gobierno se anunció –a fines del 2012- que se crearía “Libre-ar”, una empresa estatal de celulares. Formaría parte de AR-SAT, la red estatal de satélites. Tendría el 25% del total de espectro y competiría, además de los servicios a cooperativas y pymes, con  Movistar, Personal, Claro y Nextel.

g4Esa era la filosofía del Dec. 2426/12, ahora derogado por el Dec. 671/14. El gobierno no se había preocupado por el atraso de las empresas porque eso le crearía mejores condiciones para competir con las mismas cuando el nuevo servicio estatal estuviera funcionando. Pero… las cosas no tuvieron, el ritmo, ni los recursos suficientes y ahora se tomó otro rumbo político. El nuevo decreto anuncia que el gobierno no competirá con las privadas y licita el nuevo sistema 4G y ampliación del 3G. Con las licitaciones, espera incorporar a la Caja estatal unos mil millones de dólares. Los servicios comenzarán a mejorar, pero quedará en el camino el correcto sueño de la empresa estatal.

La mayor velocidad del 4G permitirá ver, por ejemplo, los partidos y telenovelas en el celular sin que se produzcan cortes o interrupciones. De todos modos, para acceder al servicio 4G se requieren aparatos de última generación adaptables al mismo. En la actualidad solo el 4% de los aparatos sirve a estos efectos. Con esta medida las empresas privadas tienen asegurada la hegemonía del sector, se habrá diluido la perspectiva de la empresa estatal y el servicio mejorará porque habrá nuevos canales. Es como si a una autopista le agregamos otra mano para circular.