Argentina: Pasar diciembre sin estallido social, para llegar a las parlamentarias del 2017
Juan Guahán-Question latinoamérica|
Detrás de los actos, la propaganda oficial y extraoficial, los viajes y discursos, el gobierno tiene por delante dos grandes cuestiones políticas: Pasar diciembre sin el temido estallido social y preparar las condiciones para las elecciones del 2017. Aquí se señalarán algunos hechos de la semana que tienen que ver con estos temas.
El bono
El “Bono” para fin de año fue el gran invento del gobierno para tratar de echar un poco de agua fría sobre la superficie recalentada por las angustias sociales no satisfechas. El primero y gran objetivo del gobierno: Desarmar la huelga general convocada por la CGT, parece logrado. La CGT acompañará la movilización de las organizaciones sociales y las CTA pero sin aquella la huelga general que varios sectores reclamaban.
Pero al lado de esa victoria se activaron varios problemas, que todavía están –en muchos casos- en la penumbra de las confusiones. No está claro el significado final de la enunciada cifra de $ 2000 para el bono. ¿Es el mínimo, o es sólo una cifra de referencia?, ¿será aplicable a todo el sector privado?, ¿cómo se negociará con los estatales? y ¿alcanzará a los empleados de todas las provincias?. Son demasiadas preguntas y hasta ahora hay pocos y contradictorias respuestas.
Los privados están derivando el debate a una negociación de cada sector. Los empleados estatales están negociando. En las provincias había opiniones divergentes: Algunas como Misiones y La Pampa ya anunciaron el pago de tales bonos. Otras, como Buenos Aires, aseguraron que no tienen recursos para concretarlo. Ahora el gobierno hizo saber que ayudará a las provincias para que lo hagan efectivo. También hay gremios, como el bancario, que siguen reclamando la inmediata apertura de paritarias y sostienen que ese bono está lejos de compensar la pérdida salarial de este año. Según su estimación ella superaría los 10 mil pesos, por trabajador.
La economía, sin baterías para arrancar
La economía sigue siendo el lugar central donde las palabras no están acompañadas por hechos que las convaliden. El gobierno pretende con “el bono” saciar la sed de los trabajadores, pero inmediatamente aparece otro problema –por ahora- insoluble: De dónde sale la plata para que el Estado pueda hacerse cargo de ese bono, aportar los recursos para las obras públicas en marcha y todo eso garantizando mejorar las ganancias de las empresas. El cristinismo lo hizo posible aprovechando el “viento de cola” para nuestra exportaciones primarias -fundamentalmente la soja- y cuando eso perdió fuerza apeló a un mayor déficit fiscal.
Ahora el macrismo está recorriendo el mismo camino pero sin las ventajas del “viento de cola” y entonces lo que queda en pie es un déficit fiscal (de caja) que no cede y consecuente el endeudamiento para cubrirlo. En vista de la grave situación social y de las necesidades electorales del próximo año el macrismo aplica medidas cristinistas pero sin la bonanza que ese gobierno tuvo. Esto significará, en los próximos meses, un incremento de la obra pública con efectos sobre la construcción y el empleo, pero sin que la economía en su conjunto pueda arrancar, con un crecimiento sostenido, ante la desconfianza de los demás factores económicos y la debilidad del Estado.
Mientras, se están realizando las audiencias públicas por las tarifas eléctricas. La mayoría rechaza los pedidos de incremento por parte de las distribuidoras: Edesur y Edenor. Sus pedidos oscilan entre un 38 y un 74% de incremento. Plantean que harían inversiones, en la red de distribución, por 40 mil millones de pesos, pero piden que “les perdonen” una deuda por 22 mil millones, que tienen con CammesaA la empresa mixta, con mayoría estatal, que les vende la energía que ellos distribuyen.
Antesala de las elecciones legislativas del 2017
Aunque falta un año, el oficialismo y la oposición ya viven la antesala de las elecciones del próximo año. Ellas son importantes, aunque no definitorias para ambos sectores, posiblemente más para el peronismo que para el propio macrismo. Esto es así porque las elecciones dejarán señales acerca de la vigencia electoral del peronismo y –sobre todo- del sector que podrá ejercer su conducción institucional. Para el macrismo no significará un cambio significativo en la correlación de fuerzas parlamentarias, donde seguirá estando en minoría, a menos que dé un “batacazo” inimaginable.
En estos últimos días el gobierno comprobó en el Parlamento que “se acabó lo que se daba” El oficialismo perdió las votaciones o está en problemas en varios temas. (aprobación del presupuesto, financiamiento de la obra pública, remoción de la Fiscal Gils Carbó) Su aliado, Sergio Massa, prefirió acompañar al cristinismo y al PJ que mantener su alianza con el macrismo.
En la Provincia de Buenos Aires, su gobernadora -María Eugenia Vidal- sí mantuvo la alianza con Massa. Ningún macrista se manifestó ofendido por ello. Es que en esa Provincia se juega buena parte de ese futuro entre macrismo y peronismo. El macrismo espera que haya cuatro agrupaciones disputando los lugares para senadores y diputados nacionales. Ello serían el macrismo y tres fuerzas peronistas: Cristina y Daniel Scioli; Massa con la radical Margarita Stolbizer y Florencio Randazzo con los más “pejotistas”.
Esa fragmentación sería –para el macrismo- la única posibilidad de tener un resultado digno y no terminar terceros y fuera de las candidaturas a senadores. En otras provincias el macrismo, particularmente en Córdoba, espera construir “frentes” con gobernadores peronistas. De ese modo aspira a “navegar sobre las olas”, disimulando debilidades y mostrando “triunfos”, imposibles de lograr fuera de acuerdos con sectores peronistas.