¿Se viene el neofascismo en EEUU de la mano de Trump?

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Beverly Fanon-Clay

Con Donald Trump como abanderado, Estados Unidos teme el triunfo de un movimiento neofascista, alentados por la farafernalia imperial del candidato republicano, con su retórica populista y nacionalista, su discurso racista para alimentar la histeria antiinmigrante, antimusulmán, antinegro y xenofóbica.

A pocos días de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, la contienda está empatada, lo que significa que a más de 70 millones de ciudadanos estadounidenses no les preocupa votar por un abusador de mujeres, un empresario farsante, acopiador de decenas de cargos criminales, un incitador de un golpe de Estado, quien vive amenazando a sus críticos, incluidos periodistas.Fascista (adjetivo) - Wikipedia, la enciclopedia libre

El mundo es un lugar peligroso en el cual vivir, no por la gente que es malvada, sino por la gente que no hace nada al respecto, aseguran que dijo Albert Einstein. Hoy, el analista David Brooks. afirma que se aproxima una crisis existencial para el paíos más poderosos del mundo, y pregunta si los anti-Trump creen que realmente representa una amenaza fascista, ¿no tendrían que declarar una emergencia y convocar a todas las fuerzas no sólo a votar por Kamala Harris, la candidata demócrata, sino para conformar un movimiento de resistencia nacional?

Su caballito de batalla para  llegar nuevamente a la Casa Blanca, es acusar a los inmigrantes de todo mal –“estos migrantes entrarán a tu cocina y te cortarán el pescuezo”, dijo- e impulsar un régimen de venganza contra todo opositor para imponer un proyecto fascista. Para William Robinson, Profesor de Sociología, Universidad de California, este proceso entró en una etapa cualitativamente nueva con el ascenso del trumpismo en 2016 y parece estar ahora en la vía rápida frente al proceso electoral.

Aparece como una respuesta particular ultraderechista a la crisis capitalista, tal como la crisis de 1930 o aquella que comenzó con la imposición financiera de 2008, agravada después por la pandemia. Trump es un miembro de la clase capitalista transnacional, un abierto racista que ni siquiera intenta disfrazar su tendencia fascista, señala

Esta respuesta ultraderechista a la crisis va desde el trumpismo en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido, y la cada vez mayor influencia de los partidos neofascistas en toda Europa, hasta países como Israel, Turquía, Filipinas, Brasil, Argentina y la India.

TUn fascista llamado Donald Trump - Factor4 Guatemalarump demostró ser la figura carismática capaz de galvanizar y envalentonar las diferentes fuerzas neofascistas, entre ellas, los supremacistas blancos, los nacionalistas blancos, los neonazi y Ku Klux Klan, los Guardianes del Juramento, el Movimiento de Patriotas, los fundamentalistas cristianos y los grupos antiinmigrantes.

Desde 2016, se han formado muchos más grupos, incluyendo los Proud Boys   (Muchachos Orgullosos), Q’Anon, los Boogaloo (cuyo objetivo es incitar una guerra civil), y los “Vigilantes del Lobezno”. Todos estos grupos están fuertemente armados y están movilizando para provocar enfrentamientos en coordinación con el ala ultraderechista del Partido Republicano, que hace tiempo captó al partido y lo convirtió en una fuerza reaccionaria total.

Contrario a lo que se piensa, Donald Trump es miembro de la clase capitalista transnacional, ya que tiene fuertes inversiones alrededor del mundo y una parte muy importante de su populismo y discurso antiglobalización respondió a la demagogia y la manipulación políticas en función de la elección presidencial, señala William Robinson.

Esta clase capitalista transnacional y el mismo Trump dependen de la mano de obra migrante para sus acumulaciones de capital y no pretenden realmente deshacerse de una población en peonaje laboral, debido a su condición de migrante y no de ciudadano/residente legal.

Sus planes de deportación y sus propuestas de criminalización de los migrantes en una escala mayor buscan convertir a la población migrante en chivo expiatorio de la crisis y canalizar el temor y la acción de la clase obrera ciudadana (mayoritariamente blanca) contra ese chivo expiatorio y no hacia las élites y el sistema.Donald Trump realiza declaraciones contra migrantes en evento de campaña - YouTube

El sistema estadounidense y los grupos dominantes se encuentran en una crisis de hegemonía y legitimidad, y el racismo y la búsqueda de chivos expiatorios son un elemento central para desafiar esta crisis.

El escritor Sinclair Lewis decía que en Estados Unidos el fascismo no llegó con las formas europeas, sino “envuelto en la bandera estadounidense y anunciado como un llamado a la libertad y la defensa de la constitución”. Sus raíces se hunden lejos en la historia estadounidense y cobraron fuerza en la anterior administración Trump, caracterizada por la glorificación de la violencia y el desinterés por el estado de derecho y los procesos democráticos.

Trump miente constantemente. Y durante su anterior mandato avivó las llamas del incendio que se desató a partir del asesinato del ciudadano afroamericano, George Floyd, por parte de un policía de Minneapolis. Las protestas por este asesinato implicroan una condena clara de la política de mano dura y el racismo estructural, pero Trump lo explicó a partir de la mentira de una conspiración de izquierda, una acción de antifascistas radicalizados que incluso usan ancianos que se golpean a propósito la cabeza contra el piso.

El carácter ultranacionalista del fascismo implica que opera a través de su propia normalización, apelando a costumbres nacionales que resultan familiares para promover la idea de que no ha habido una modificación en los asuntos políticos.

Donald Trump, Marine Le Pen, Giorgia Meloni, Santiago Aabascal y Jair Bolsonaro
Donald Trump, Marine Le Pen, Giorgia Meloni, Santiago Aabascal y Jair Bolsonaro

Ni  Donald Trump, ni Marine Le Pen, ni Jair Bolsonaro ni Javier Milei repiten el fascismo histórico, sino que se trata de un fascismo posmoderno, que se afirma en cierta esencia o pureza étnica, de clase o nacional por medio de una violencia intolerante y a través de la inferiorización de poblaciones enteras, se trate de migrantes, negros, pobres, mujeres u homosexuales.

Toni Negri. en su artículo “Un fascista del siglo XXI” sobre Bolsonaro, destaca como novedades principales de dicho proceso la táctica del golpe de Estado dentro del Estado de derecho, y la conexión entre el neoliberalismo en crisis y el posfascismo como su prótesis.

A diferencia de los golpes militares del pasado, el golpe contra Dilma Rousseff, señala Negri en“A 21st Century Fascist”, fue una operación llevada a cabo desde el interior del proceso constitucional. Negri resalta cómo las élites golpistas actúan dentro del Estado para evitar la necesidad de legitimación popular del programa neoliberal

Desencanto

El hecho de que tantos estadounidenses apoyen a Trump sabiendo quién es, representa una manera de medir cuánto desencanto y desesperación cunden en este país, sobre todo entre blancos de clase Pero más desconcertante es el apoyo entre latinoamericanos (cuatro de cada 10) y afroestadounidenses y hasta entre inmigrantes legales.Los empresarios mexicanos quieren ver a Trump reelegido | EL PAÍS México

¿Cómo se explica que un amplio sector de mexicano-estadounidenses en la frontera del suroeste, sobre todo en Texas, apoye a un hombre que basa su campaña en demonizar a los padres, abuelos, bisabuelos y a ellos mismos?  Aun cuando también hay millones conscientes en la amenaza que representa Trump y su retorno a la Casa Blanca, y de las repercusiones que esto podría tener tanto para los inmigrantes y sus familias, como para las mujeres, las minorías, la comunidad gay, para los derechos civiles y electorales.

El extremismo político trumpista es la nueva forma del neonazismo y del neofascismo en Estados Unidos. Las repercusiones de su movimiento tendrán sus alcances en otras latitudes porque  no es un movimiento exclusivo de EEUU, mientras  Trump lo aliente. La amenaza fascista sobre Estados Unidos amenaza a todos, especialmente a los que están más cerca, como  las naciones latinoamericanas y caribeñas.

* Socióloga estadounidense, profesora universitaria, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Traducción de Victoria Korn.