Lanata, el ocioso
MARCOS SALGADO | La visita del periodista argentino Jorge Lanata a Caracas pasará al olvido más temprano que tarde. Una lástima: debería incorporarse a los manuales de periodismo como guía acabada sobre cómo desperdiciar una cobertura especial.
Marcos Salgado – Question Digital
Jorge Lanata trabaja para el multimedio Clarín, oligopolio en decadencia pero aún poderoso en la Argentina de estos tiempos. Forma parte del selecto lote de periodistas estrella que escribe en el diario, tiene su programa semanal en uno de los canales de Clarín y otro de lunes a viernes en la principal radio AM… de Clarín, claro.
Tanta pertenencia tenía que llevarlo tarde o temprano a Caracas para participar de la entente mediática internacional de la que sus empleadores forman parte y tiene a Hugo Chávez y su Revolución Bolivariana en el centro de la mira.
Es placentero trabajar de lo que a uno le gusta. Es un privilegio. Más placentero debe ser cuando, además, se gana muy bien. Y aún más feliz es aquel que escribe lo que piensa.
En estos privilegios de la vida habrá pensado Lanata en vuelo hacia Caracas. O no. Tal vez no. A juzgar por el producto que presentó el último fin de semana en su programa televisivo “Periodismo para Todos”, podemos suponer que pensaba en cómo terminar rápido con este viaje y volver a su Buenos Aires querida.
Su informe desde Caracas, “Recuerdos del futuro”, tenía como objetivo encontrar paralelismos entre las administraciones de Chávez y de Cristina Fernández. Y así lo planteó el mismo Lanata al presentarlo.
En la segunda presencia en cámara, el periodista dice que está en “Plaza Caracas” pero en realidad está en el bulevar de Sabana Grande. Un error menor atribuible a la falta de un mapa (en Caracas, es verdad, no se venden mapas en cada esquina). Pero en el desarrollo del informe vemos que no, que confundir Sabana Grande con Plaza Caracas es una señal de lo que viene: un trabajo marcado por la desidia.
Vemos a Lanata despachando desde su suite en el Hotel Meliá (de los caros entre los más caros de la ciudad), y trasladándose sólo para entrevistar a tres o cuatro personajes. A otros dos o tres parece que ni siquiera los entrevistó él.
Así, se desgrana durante una hora un rosario de lugares comunes de los que en Venezuela ya no habla ni la derecha: el caso RCTV, el caso Afiuni y la remanida guerrilla comunicacional (usando un informe amarillento del noticiero del canal de Clarín). Lo único que tiene actualidad es la seguridad pública, una de las preocupaciones perennes de los venezolanos y las venezolanas.
Pero el abordaje de Lanata en este tema, y en los otros, es tan parcial, tan vacío, tan falto de ideas y con fuentes tan laterales y gastadas que se hace aburrido hasta para quienes creen o quieren creer con Lanata que las cosas en Venezuela son como él las cuenta.
Si Clarín quiere aportar en serio a la batalla comunicacional contra Chávez tiene que esmerarse y enviar al ocioso estrella de nuevo, a que mejore el producto.
Permitan que les acerquemos algunas ideas de producción: visiten un barrio popular (son las luces que se ven en los cerros de Caracas en las noches, Lanata, no son adornos navideños); visiten la red de abastecimiento de alimentos del Estado (cerquita del Meliá hay un hipermercado estatal, recién inaugurado); también pueden ir hasta el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano (eso está un poco más lejos del hotel, conviene ir a media mañana para evitar congestión vehicular). Estos entre otros muchos recorridos posibles.
Pero se nos ocurre algo mejor: instalen la cámara en Sabana Grande (su Plaza Caracas, Lanata) y hablen más, mucho más, con la gente. En Venezuela la gente habla y habla, opina a favor y en contra apenas se prende la cámara. Se que es extraño visto desde Argentina, donde la gente escapa a la cámara y hacer una encuesta callejera es un tormento para cualquier cronista. Pero en Venezuela no. Les aseguramos que en Venezuela la gente opina, gusta de opinar con nombre y apellido.
Los que no podemos asegurar es con todo este nuevo paquete complementario les quede el material tan redondamente manipulado como en la primera entrega. Van a tener que trabajar un poquito más. Pero estamos seguro que van a lograr decir lo que se les ocurra decir sin arreglo a la realidad (siempre compleja) del otro lado de la lente. En decir lo que les convenga son especialistas. Ya sabemos que cuando nos mean, Lanata dice que está lloviendo.