Gobernanza y crisis mundial
Gabriel Loza Tellería
Existe un consenso que la economía mundial atraviesa por una pluricrisis caracterizada por los efectos de la pandemia, la guerra ruso-ucraniana, crisis de los alimentos y la volatilidad de los precios del petróleo, la desaceleración económica y el endurecimiento de las condiciones financieras y crediticias y la guerra israelí-palestina. También existe consenso que ha aumentado la incertidumbre económica y política mundial, pero al final las recomendaciones de las instituciones mundiales, como el FMI, se centran en mantener altas las tasas de interés hasta retornar al objetivo de baja inflación. Lo mismo que nada.
En economía, existe toda una literatura teórica y empírica sobre del papel de las instituciones en el crecimiento y en el éxito de los países y, sin embargo, cuando se analiza la crisis mundial no se menciona ni se analiza el rol de las instituciones, que mal o bien configuran una arquitectura financiera internacional.
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, como siempre mirando más lejos, plantea reparar la gobernanza económica global, en un contexto donde Oriente Medio se balancea al borde de un conflicto trascendente, y el resto del mundo sigue fracturándose a lo largo de nuevas líneas económicas y geopolíticas, al señalar: “Rara vez las carencias de los líderes mundiales y de los acuerdos institucionales existentes han sido tan visiblemente obvias. El órgano de gobierno del FMI ni siquiera pudo acordar un comunicado final.
Es muy común criticar a Bretton Woods y hasta la fecha pocas opciones viables se han propuesto, e incluso ya en la época de Bill Clinton se hablaba de un Bretton Woods II para suceder al sistema monetario internacional que había apuntalado la regulación nacional del capital financiero global. Clinton incluso consideró la posibilidad de crear un nuevo banco central global.
La idea de un banco central global provenía de Keynes que propuso un sistema comercial global que canalizase todas las transacciones a través de una sola entidad, la Unión Internacional de Compensación. Esta institución emitiría una moneda, llamada Bancor, cuyo valor sería dado por el valor de las principales monedas que se incluyesen en una canasta de manera ponderada, muy similar a la canasta de monedas de los Derechos Especiales de Giro (DEGs). Lo notable era que Keynes pretendía evitar los desequilibrios externos derivados de países con altos superávit y países con elevados déficits de tal manera de castigar tanto a los deficitarios como a los superavitarios (según Keynes los países con superávit podían ver cómo sus reservas de báncores se confiscaban si no gastaban ese dinero o reducían su desequilibrio comercial).
Lo único que hace el FMI es ajustar los déficit externos en los países en desarrollo e informar anualmente sobre los países con superávit y déficit en balanza de pagos en cuenta corriente con su Informe sobre el Sector Externo.
La propuesta de Keynes fue rechazada por la nueva lógica del poder económico de EEUU basada en la centralidad del dólar. El FMI encuentra que “En las economías de mercados emergentes, una apreciación del dólar estadounidense de 10%, vinculada a las fuerzas del mercado financiero mundial, reduce el producto económico en 1,9% al cabo de un año, y ese lastre persiste durante dos años y medio”. Asimismo, las apreciaciones del dólar de EE.UU. repercuten en la cuenta corriente ampliando los desequilibrios. Sin embargo, lo único que recomienda el FMI es que: “La flexibilidad cambiaria y unas expectativas inflacionarias ancladas pueden aliviar los efectos del fortalecimiento del dólar”.
Por último, en la arquitectura financiera internacional figura el BIS (International Settlelments Bank) o Banco de Pagos Internacionales, creado en 1930 y de propiedad de 63 bancos centrales y su “misión es apoyar la búsqueda de la estabilidad monetaria y financiera por parte de los bancos centrales a través de la cooperación internacional, y actuar como un banco para los bancos centrales”. En realidad, no es un banco de bancos centrales sino una institución de cooperación y un foro para el diálogo y la cooperación.
En síntesis, es una tarea complicada cambiar o reformar la actual arquitectura financiera internacional con la predominancia militar y financiera de una superpotencia, pero es inevitable su transformación para enfrentar los desafíos actuales en un mundo multipolar.
*Ex Presidente del Banco Central de Bolivia, Ministro de Planificación del Desarrollo y Director de la Unidad de Análisis de Políticas Económicas y Sociales (UDAPE). Es economista y Master en Administración de Empresas. Funcionario Internacional de la Comunidad Andina. Consultor de organismos internacionales como PNUD, OIT, FONPLATA. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)