Suizos a las calles para defender el clima

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Sergio Ferrari, desde Suiza

El sábado 30 de septiembre fue la hora de la defensa del clima. Solo dos semanas después de une masiva movilización sindical que el 16 de septiembre exigió aumento de salarios y pensiones dignas. La sociedad helvética está enojada, protesta y reclama justicia social y climática.  Más de 60.000 manifestantes desbordaron las calles de la capital suiza para exigir a las autoridades la implementación rápida de medidas a favor de una real justicia climática. La Alianza Climática Suiza, principal organizadora de la manifestación confirmó esa cifra, la que superó las expectativas previas más optimistas.

La Alianza reúne a más de un centenar de organizaciones de perfiles e identidades muy diversos pero que encuentran en la lucha contra el calentamiento global y la exigencia de la justicia climática el punto de consenso y de acción común.

Una sociedad que hace propio el “drama climático”

Los Alpes transpiran y se desvanecen. El estudio de una comisión de la Academia Suiza e Ciencias Naturales que acaba de publicarse el jueves pasado activó aún más las alarmas mediáticas. Dicho estudio devela que en los dos últimos años los glaciares suizos han perdido el 10% de su volumen, pérdida semejante a la que sufrieron en 30 años, entre 1960 y 1990. La manifestación de este sábado, una de las más numerosas de los últimos años, se realizó en clave de diversidad. Predominaron las y los jóvenes, aunque no faltaron adultos, anciana-os y niña-os. Fue significativa (y tal vez mayoritaria) la presencia femenina, sin embargo, no faltaron los hombres de distintas generaciones. También estuvo activamente presente el movimiento LGBTQ+.

En el kilómetro y medio del recorrido por las calles capitalinas, se dieron cita miembros y militantes de organizaciones ambientales, religiosas, de solidaridad con el Sur, sindicatos, fuerzas políticas progresistas, organizaciones políticas extraparlamentarias, así como de ONG (Organizaciones No Gubernamentales) que trabajan a favor del medio ambiente, de derechos humanos y de la cooperación al desarrollo. Fue notoria, también, la participación de sectores de la ciudadanía no necesariamente enrolados en organizaciones específicas.

En un comunicado de prensa la Alianza Climática Suiza expresa su satisfacción y subraya que “la rabia por la falta de acción en política climática y las consecuencias devastadoras y mortales de la crisis climática …ha movilizado a grupos de todas las edades y de todos los ámbitos sociales. Desde comunidades religiosas hasta activistas climáticos del Sur, todos se unieron para exigir que se ponga fin a la destrucción del medio ambiente — fruto de un modelo económico explotador–, y que se respeten por fin los objetivos climáticos de París”.

Denuncia a la clase política

La Alianza subraya también el “fracaso total esta semana” del Consejo de Estados (Cámara de Senadores) en cuanto a la revisión de la Ley del CO2. Según los senadores, menos de la mitad de las reducciones de las emisiones pendientes de gases de efecto invernadero tendrán que realizarse en Suiza. La mayor parte se logrará comprando “certificados” (o derechos a contaminar) en el extranjero, aplicando el sistema de compensaciones ya ampliamente criticado y deslegitimado por expertos ambientales, científicos y representantes de ONG internacionales. De cara a las próximas elecciones legislativas que se realizarán el próximo 22 de octubre la Alianza insiste en que es necesario “un Parlamento que se tome en serio la crisis climática”.

La multitudinaria manifestación concluyó en la Plaza Federal capitalina, que se encuentra frente mismo de la sede del Parlamento. Oradores de diversos sectores convocantes describieron la situación climática dramática, la corresponsabilidad de Suiza en el calentamiento global y la inercia de sus autoridades.

Tres militantes de la Huelga del Clima explicaron al unísono que “a menudo se nos dice que las aspiraciones que tenemos de cambiar este sistema son completamente irrealistas y que el cambio es imposible”. Sin embargo, acotan, la humanidad nunca ha tenido que enfrentarse a un reto de la envergadura del cambio climático. “Todas las respuestas y reacciones humanas son posibles ante un problema que es literalmente existencial” para los pueblos. “Todavía hay esperanza”, concluyeron.