Argentina:¡Retroceso!

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Juan Guahán

En mares de tinta, toneladas de papel, millones de bytes, se ha informado o pretendido explicar lo ocurrido en el plano electoral, el domingo 13. Por más sorpresa que exista, lo ocurrido se basa en algo obvio, aunque muchas veces sea negado: estamos transitando un rotundo fin de ciclo. Esto es así desde el costado que se lo mire.

Lo que era más difícil de generalizar desde realidades parciales, pudo universalizarse en la jornada electoral. Allí se fundieron: la pobreza generalizada, su amplificación en los niños, adolescentes y jóvenes; la profundidad de la crisis educativa o en materia de salud; la inseguridad que se está adueñando de la sociedad, instrumentando mayoritariamente a adolescentes y jóvenes humildes, que son víctimas de negocios del sistema de poder, contribuyendo a la descomposición social y a un “genocidio por goteo”. Lo que estaba disperso se hizo uno y evidente, en participación y abstenciones.La oposición argentina se impone en casi todo el país en las elecciones primarias

Todo ello se deriva de esta crisis de representación y consecuentemente de sistemas representativos -como el argentino- que se viene arrastrando, con particular evidencia en las últimas décadas de estos 40 años de una democracia demasiado limitada. De repente, en apariencia, sólo en apariencia, porque era una verdad que circulaba soterradamente, asomó la punta del iceberg.

Unas inocuas elecciones PASO (internas) mostraron que negar, disimular, encubrir, hacer invisibles los problemas más importantes, se ha constituido en uno de los pilares para la sobrevivencia del sistema.La anunciada crisis de la actual dirigencia y de los partidos que la expresan, son un adelanto de la crisis institucional que se abre ante todos. Tiene razones históricas para producirse y un objetivo principal para continuarse: se trata de la profundización del actual modelo económico.

Algunos actores conocidos como el “círculo rojo” –de poco peso en el escenario mundial, aunque importantes localmente- apuestan a la continuidad del sistema imperante a pesar de sus recurrentes fracasos. Ése es el costo para mantener vivas sus prebendas en el actual y parasitario modelo económico e institucional. Les basta que éste garantice sus negocios y sus beneficios a costa del Estado y del sacrificio del pueblo trabajador.

Pero hay otros, los poderosos de verdad, los dueños del mundo que quieren más. Ellos, ahora arriesgan algo para poner en marcha un futuro mucho más audaz y profundo. Una brutal concentración económica, sostenida por la hegemonía del sector financiero, está en el horizonte de sus objetivos y pone sobre la mesa el fin de las políticas que sucedieron a la Segunda Guerra Mundial.

Este nuevo modelo, con la abstención electoral de franjas sociales cada vez más hartas que lo acompaña, se está difundiendo en varios países donde tiene vigencia el capitalismo occidental. Es difícil separar esa tendencia de un dato más que llamativo: Un viejo conocido nuestro, el fondo buitre Black Rock ya es la tercera potencia mundial, detrás de China y los EEUU y parece muy interesado en hacerse dueño de gran parte dela economía real de la Argentina.

Tres por la presidencia

De los cinco espacios que pasaron a las elecciones generales (Milei, Bullrich, Massa, Schiaretti y la izquierda) solo los tres más votados tienen reales aspiraciones de entrar en la segunda vuelta y competir en la final, por la presidencia. Según la legislación vigente, es muy difícil –casi imposible- que haya un ganador en la primera vuelta de las elecciones generales del 22 de octubre. Todos están lejos de superar el 50% de los sufragios o el 40% y 10 puntos de diferencia respecto al segundo. De modo que solo dos de ellos pasarán al balotaje final.

Qué responde ChatGPT al preguntarle si conviene votar a Milei, Massa o Bullrich – Diario El Ciudadano y la RegiónEstos tres espacios pueden ocupar, en las elecciones generales, lugares totalmente distintos a los que tuvieron el domingo pasado, de allí el interés por esas elecciones y sus efectos. Comenzando por La Liberad Avanza (LLA) que encabeza Javier Milei, su mayor fortaleza proviene del hecho de haber sido ganador en esta encuesta general que fueron las PASO.

Sin responsabilidad en la gestión de gobierno, en principio toda consideración debería tener por objetivo estimar lo que podrá agregar en la segunda convocatoria. A esta ventaja se la puede considerar como uno de los efectos del hecho que “el triunfo embellece”. Pero hay una cuestión que pesa sobre la campaña de Milei: su inclinación por declaraciones fuertes –sin filtro- y el efecto que las mismas pueden producir en aquellos que lo apoyan.

En estas primeras jornadas, después de su victoria hay una que –particularmente- hace cierto ruido, aunque éste se limite a los sectores moderados que no tienen que haber abundado en su recolección de votos: la afirmación que la NASA tiene contratados a 17 mil científicos y técnicos, mientras que el CONICET argentino tiene 35 mil, lo que probaría –según él- que no produce lo que corresponde, por lo que -en estas condiciones- llevaría a eliminarlo.

Esto desató una oleada de críticas. Sin embargo, el escaso conocimiento que hay sobre la profundidad de las razones por el voto de Milei, ponen a estas y otras declaraciones de este personaje, bajo el paraguas de la duda acerca de sus efectos sobre sus votantes actuales y otros eventuales que podrían sumarse.

Siguiendo con Juntos por el Cambio (JxC), su perspectiva –paradojalmente- es exactamente inversa a la que tenía previamente a las PASO. Esta fuerza, con todo el apoyo de los medios, aparecía como victoriosa en los papeles previos, aun cuando muchos advertían sobre sus errores estratégicos en la campaña. El hecho de ser el “candidato cantado”, parecía hacerlo indemne a eso errores. Pero no fue así.

Vistos los números actuales y sus características, es la fuerza más débil cuando la pregunta gira sobre las perspectivas para octubre. Esa debilidad radica en algunas cuestiones centrales que atentan contra sus posibilidades: el triunfo de Patricia Bullrich sobre Horacio Rodríguez Larreta le quitó el halo de una fuerza moderada con vastas experiencias de gestión y –simultáneamente- pone en duda que todos los electores de Larreta terminen poniendo su voto por Bullrich.

Los antecedentes de Patricia jugando con la posibilidad de acuerdos con Milei llevaban a pensar que ella podría quedarse con votos de Milei en su eventual confrontación con Sergio Massa, el candidato oficialista. Pero la avalancha “milei” cambió las posiciones y también la idea del camino por el cual pueda transitar la candidata por JxC, hoy en un peligroso limbo, totalmente distinto a la euforia que exhibía tiempo atrás.

Por último, queda la situación que debe afrontar el oficialismo. Terminar tercero y con poco más del 27% de los votos, era una de sus peores alternativas. Sin embargo, Massa no tiene todo perdido. Más por méritos del peronismo que lo alberga que por méritos propios del candidato. El peronismo, esa gigantesca -aunque anquilosada- máquina social y política puesta en movimiento, puede cambar la situación.

Tiene a su favor dos cuestiones: depende de un esfuerzo propio. Uno, reducir el corte de boletas que significó que miles de votos a intendentes y/o gobernadores –de ese espacio- terminaran alimentando la cosecha presidencial de candidatos de otros partidos, preferentemente Milei. Corregirlo está en sus propias manos.

El otro tema pasa por la sociedad. Hay una notoria diferencia sobre el destino de los votos perdidos por el oficialismo y la oposición de Juntos por el Cambio en relación a las elecciones generales (no las PASO) del 2019 y las PASO del domingo pasado. El Frente de Todos (hoy Unión por la Patria) perdió 6,5 millones de votos, el 23% de los mismos fue a las arcas de Milei y el 77% no fue a votar.

En cambio, Junbtos por el Cambio perdió 4,1 millones de votos, pero –en este caso- el 80% fue para Milei y solo el 20% formó parte del universo que no fue a votar. De modo que la mayor parte del problema del oficialismo no es que los electores cambien de signo de su voto, sino que los que no votaron vayan a hacerlo.

La dificultad más grande del oficialismo es ésa, que son el oficialismo y Sergio Massa, -su candidato- es el ministro de Economía, que está al frente de una gestión que transita aguas tumultuosas y cuyas actuales respuestas no es fácil que lo lleven a buen puerto.

Devaluación, inflación y sus efectos 

En medio de la crisis económica, social y poselectoral el gobierno (y Massa) tomó una decisión importante: produjo un devalúo de algo más del 20%, una medida exigida por el FMI, que se suma a las devaluaciones cotidianas que venía produciendo y a otras más recientes. Ellas se comieron los últimos aumentos (por ejemplo, el 23% en los haberes jubilatorios), en algunos casos antes que se les pudiera cobrar.

De la mano vinieron efectos obvios: El dólar paralelo anda por encima de los 700 pesos (gran porcentaje del incremento en poco más de un mes) y la inflación, que fue del 6,3% en julio, con esta devaluación andará por los dos dígitos para agosto y setiembre, cuya inflación mensual se conocerá unos días antes de las elecciones de octubre.

Evidentemente un “genio” de la Casa Rosada planificó las fechas para que las medidas económicas calcen justo (en contra del oficialismo) con el calendario electoral. No hay que descartar que estamos en manos de los operadores del mundo financiero internacional, cuya cabeza es Larry Fink, mandamás del BlackRock, el fondo buitre que es tercera potencia mundial y con mucho poder en el propio FMI.

Aquí tiene fuerza e influencia, entre otros negocios, en los cuatro principales bancos del país y no es descartable que su objetivo sea profundizar la crisis, en medio de la cual puedan comprar a mitad de precio a las más grandes empresas del país. Techint, Arcor, Coto, entre otras, ya están poniendo sus barbas en remojo.

Por eso la fecha del 23 de agosto es un día importante. Ese día el Directorio del FMI debería aprobar la transferencia de 10.750 millones de dólares. Hasta ese día seguirán los malabares y después (si se aprueba) continuarán los compromisos, concesiones y entregas ya firmadas.

De todo eso hay múltiples constancias y los argentinos hemos sido notificados, con suficiente anticipación. La única novedad es que ahora viene el “cobrador” y pretende hacerlo con la legitimidad que le daría un triunfo electoral, sustento del actual sistema institucional.

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)