El significado de la cumbre de Brasilia
Leopoldo Puchi |
Por primera vez en nueve años, los presidentes suramericanos se reunieron en Brasil en un nuevo intento de Lula da Silva por revitalizar una integración regional que ha experimentado avances y retrocesos.
Este evento tiene tres elementos relevantes que ayudan a comprender su significado. En primer lugar, la propia cumbre exhibe y define a América del Sur como una región específica, con intereses propios, distintos al de las potencias mundiales o del hemisferio.
Por otra parte, el título de la declaración final, el “Consenso de Brasilia”, contrasta con el “Consenso de Washington” y su reflejo en la Cumbre de las Américas realizada de 1994. Aquella cumbre estuvo dominada por el interés de impulsar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que iba en detrimento de los países del sur.
Por último, el recibimiento de Nicolás Maduro en Brasilia y la foto junto a sus homólogos, más allá de las diferencias, enfatizan la independencia de los países suramericanos respecto a la política de aislamiento adoptada por Estados Unidos hacia Venezuela.
UNASUR
La declaración final de la cumbre plasmó la visión compartida sobre la integración suramericana de los participantes, pero no se puede afirmar que exista unanimidad de criterios. La integración en América del Sur ha enfrentado una historia llena de desencuentros debido a diferencias que se han profundizado por la polarización y al ritmo de los vaivenes políticos en los distintos países.
Hace quince años, también en la capital brasileña, se dio un paso significativo en el proceso de integración política, social y económica con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) durante el segundo periodo presidencial de Lula.
DIVISIONES
Sin embargo, la iniciativa del bloque regional fue sepultada cuando presidentes que estaban en desacuerdo con el proyecto de integración llegaron al poder. A partir de 2017, siete de los doce países miembros se retiraron y la sede de Unasur en Ecuador fue cerrada.
“Dejamos que las ideologías nos dividieran” y “todos perdimos”, recordó el presidente de Brasil. A su vez, el jefe de Estado argentino resaltó que “Unasur no es un espacio ideológico sino de intereses comunes”.
Aún no hay una conciencia suramericana arraigada en los sectores dirigentes de la región, ni un proyecto común que supere las afinidades políticas que puedan tener los distintos gobiernos en determinado momento. El desafío radica en que el nuevo aliento que se le está dando a la integración perdure y trascienda los cambios políticos derivados de la alternancia en la región.
NARRATIVA
Uno de los factores que contribuyó a la disolución de Unasur fue la estrategia implementada por la Casa Blanca durante el gobierno de Trump, que buscaba un cambio de gobierno en Venezuela para alinear el país en su órbita geopolítica. Esto provocó que varios países se distanciaran de Unasur y se agruparan en otros espacios, como el Grupo de Lima.
En esta ocasión de la cumbre en Brasil, también se intentó utilizar el tema de Venezuela como argumento de fractura para evitar la celebración del encuentro y obstaculizar el proceso de integración.
En este sentido, al inicio de la cumbre, Lula señaló que “sobre Venezuela hay muchos prejuicios” y resaltó que se ha construido “una narrativa en contra de Venezuela: la de la antidemocracia, del autoritarismo”, lo cual sirvió para el aislamiento del país de sus vecinos.
ELECCIONES 2024
Es importante resaltar que, al abordar la narrativa construida en torno a Venezuela, Lula propuso como respuesta que el país “construya su propia narrativa y vuelva a ser un país soberano, donde solo su pueblo, a través de una votación libre, diga quién debe gobernar. Y entonces nuestros adversarios tendrán que pedir disculpas por el estrago que han hecho”.
Estas declaraciones pueden interpretarse como un llamado a que el proceso electoral de 2024 se lleve a cabo en las condiciones de los estándares de los procesos electorales de la región. En este sentido, se pueden tomar como referencia más reciente las condiciones en las que se realizó la votación de 2021, las cuales representan una base de garantías que se puede fortalecer aún más. Al mismo tiempo y en función de esa nueva narrativa, se tendrían que levantar las sanciones y despejar las amenazas judiciales internacionales.
La concreción plena de una nueva narrativa requiere que Estados Unidos modifique su política, “mueva el tablero”, y que las fuerzas internas enfrentadas dialoguen y cooperen.