Julio Cortázar, palabra y compromiso
Un mediodía en París, con el frío abrazando a sus lectores, Julio Cortázar dejó la terrenal existencia para seguir recorriendo las des rues que tantas veces anduvo buscando dar forma a la Rayuela que significaría su vida y obra. Era el 12 de febrero de 1984, meses después de sostener la esperanza ante una dolencia que lo mantuvo en cama los días finales y que hoy comprendemos mejor, llevó consigo, como una sentencia, la partida premonitoria de Carol Dunlop, con quien compartió sus últimos años.