La ultraderecha se quedó con el gobierno de Lima
Mariana Álvarez Orellana
Con participación del 78% del electorado, Perú votó el domingo para elegir 25 gobiernos regionales, 196 prefecturas provinciales y 1.694 prefecturas distritales para un período de cuatro años, que comenzará el 1 de enero. Perú Libre, base partidaria del gobierno, y Fuerza Popular, el partido fujimorista, fueron los grandes perdedores del proceso en el que el ultraderechista Rafael López Aliaga se alzó con la alcaldía de Lima.
En 16 regiones, el gobierno fue elegido con poco más del 30% de los votos, lo que confirma encuestas de opinión anteriores, que apuntaban a un 70% del electorado indeciso a días del proceso electoral. En 11 localidades, la decisión quedó para la segunda vuelta, ya que ningún candidato obtuvo más del 30% de preferencia popular.
Estas elecciones se llevaron a cabo en un ambiente de apatía ciudadana, Aunque el voto es obligatorio, en Lima hubo 21,4 por ciento de abstencionismo, y un 10,3 por ciento de los votos fueron en blanco o viciados. El partido Perú Libre, que llevó a Castillo al gobierno pero se ha distanciado del mandatario, con el hasta ahora desconocido Yuri Castro, quedó último entre los ocho postulantes a la alcaldía de Lima, con solamente 1,47 por ciento, derrota aplastante que se repitió en el resto del país.
A la otra agrupación de centroizquierda que compitió en estas elecciones, Juntos por el Perú (JP), aliada del gobierno, le fue algo mejor. Su candidato en Lima, Gonzalo Alegría, que ha sido acusado por su hijo de maltratos y abuso sexual, quedó relegado al sexto puesto con 6,38 por ciento. A nivel nacional, JP solamente ganó la alcaldía en una ciudad capital de región.
Pero en la oposición radical de derecha también hubo perdedores. El fujimorismo fue barrido en las urnas, no logró elegir un solo gobernador o alcalde en todo el país, lo que amenaza el liderazgo de Keiko Fujimori, tres veces derrotada candidata presidencial. Si en Lima ganó la ultraderecha, en el interior del país en las 25 gobernaciones y en las alcaldías triunfaron movimientos locales, muchos sin una clara identificación ideológica, agudizando así la crisis de representatividad de los partidos nacionales.
El candidato de extrema derecha Rafael “Porky” López Aliaga, del partido Renovación Popular, alcanzó el 26% de los votos para la alcaldía de Lima; frente al 25,3% de Daniel Urresti, del partido de derecha Podemos Perú. López Aliaga fue candidato presidencial en las últimas elecciones y quedó tercero, detrás del presidente Pedro Castillo y Keiko Fujimori.
Numerario del Opus Dei, este ingeniero de 60 años fue alcalde de la capital cuando fue catalogado como un “Bolsonaro peruano” por sus declaraciones contra los derechos de la población LGBTQIA+ y los derechos reproductivos de las mujeres. El fujimorismo quedó quinto. Hasta el momento hay cinco mujeres electas en los 43 municipios de la región metropolitana de Lima.
“Hago un llamado a todos los alcaldes y gobernadores electos a asumir con prudencia, respeto a la población y mucha responsabilidad con los resultados”, dijo el presidente Pedro Castillo. Su antiguo partido, Perú Libre, fue uno de los grandes perdedores del proceso: ninguno de sus 15 candidatos a gobiernos estatales resultó electo. La fujimorista Fuerza Popular lanzó 19 candidatos y tampoco logró elegir ninguno.
Otra organización regional de nueva creación que avanzó en las elecciones fue el Movimiento Regional Arequipa Avancemos, que obtuvo el 68% de los votos con Héctor Herrera electo gobernador de este estado. Los movimientos regionales obtuvieron más votos en 22 estados, mientras que los movimientos nacionales ganaron solo en tres regiones. En 2018, la proporción era de 14 estados bajo el mando de organizaciones regionales y 11 bajo gobiernos partidistas a nivel nacional.
En el estado del presidente Pedro Castillo, Cajamarca, el partido de centroderecha Somos Perú ganó las elecciones para el gobierno local por un estrecho margen, el 19% de los votos, y disputará la segunda vuelta con la candidatura del partido de derecha Avanza País.
La ultraderecha en Lima
La ultraderecha tomó el control del gobierno de Lima. En un final voto a voto, ganó el empresario del partido fascista Renovación Popular, Rafael López Aliaga, con el 26,28 por ciento, superando por estrecho margen al general en retiro Daniel Urresti, otro extremista de derecha que está acusado de violaciones a los derechos humanos, que obtuvo 25,37 por ciento.
Este es el porcentaje más bajo obtenido por un alcalde de Lima desde que en 1980 se restauraron las elecciones municipales después de la dictadura militar.
El exfutbolista de centroderecha George Forsyth, quedó tercero con 18,93 por ciento. Los tres primeros en estas elecciones en Lima fueron candidatos presidenciales derrotados en 2021 por Pedro Castillo.
El perfil ultraconservador, autoritario y discriminador de López Aliaga anuncia tiempos difíciles, ya que su triunfo lo deja como un potencial presidenciable. Miembro del Opus Dei es un fanático religioso, de discurso violentista y de odio contra todo lo que le suene a progresismo, homofóbico, un antiderechos que se opone radicalmente a las políticas de igualdad de género, la educación sexual en los colegios y al aborto incluso en casos de violación a niñas.
Empresario hotelero y en otros negocios, López Aliag, que se jacta de su éxito empresarial y su fortuna – hizo millones con el monopolio que le dio la dictadura de Alberto Fujimori para la operación del lucrativo tren a las ruinas de Machu Picchu, principal atractivo turístico del país- pretendió desconocer el triunfo electoral de Castillo.
En un mitin pidió a gritos la muerte del presidente. Está relacionado con grupos violentistas. En el Congreso su partido forma la alianza ultraderechista que promueve la destitución del mandatario. Es investigado por lavado de dinero en relación con los Panama Papers, está acusado de negocios ilegales con una financiera que depende de la Municipalidad de Lima que ahora dirigirá y tiene una millonaria deuda tributaria.
El presidente Castillo saludó “a las autoridades electas” y aseguró el compromiso de su gobierno de dialogar con todas ellas y trabajar con los nuevos alcaldes y gobernadores. Pero López Aliaga se ha estrenado como alcalde electo exigiéndole a Castillo que renuncie a la presidencia, sumándose a la política destituyente de la extrema derecha.
* Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)