El adiós a Mario, maestro, amigo, questionador

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Aram Aharonian |

Mario Sanoja Obediente también se nos fue.

La información oficial dice apenas que fue doctor en Antropología por la Universidad Central de Venezuela en 1966, licenciado en Etnología por la Universidad de La Sorbona, París (1961), colaborador científico del Smithsonian Institution (1967) y brindó clases de posgrado en varias universidades de Venezuela. Y que en 2004 recibió el Premio Nacional de Cultura, mención Humanidades, por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura (2004).

No menciona que fue profesor titular UCV, investigador nacional nivel IV Conacit, individuo de número de la Academia Nacional de la Historia. Un gran intelectual.Untitled

Pero añade que sus obras “se inmortalizaron” en 70 libros entre los que destacan Historia Sociocultural de la Economía Venezolana (2011); Del Capitalismo al Socialismo del Siglo XXI- Perspectiva desde la Antropología Crítica (2012); El Alba de las Sociedad Venezolana (2013); y junto con Iraida Vargas Arenas: Hacia una Teoría de la Sociedad Comunal (2019) y La Fragua del Bravo Pueblo (2018).

Lo que no dice es que todo su conocimiento –él se negaría a decir sabiduría- insistía en compartirlo sobre todo con las nuevas generaciones: con sus estudiantes sí, pero también con los trabajadores, con los campesinos, con los militares… y todos los meses con los lectores de Question, el mensuario que subía los cerros.

Nos insistía en la necesidad de reinventar el colectivo y rehacer el tejido social en base a la solidaridad, la reciprocidad y el socialismo; afirmaba que los movimientos sociales recuperan voz propia y capacidad para actuar por sí mismos enfrentando no solo al fascismo sino también a la vieja intelectualidad venezolana, soñaba con el éxito de los procesos de integración latinoamericano-caribeña.

En noviembre de 2014, Mario –junto a su esposa Iraida Vargas- escribió en Question una nota sobre la ley del Encabronamiento Revolucionario (1), cuyo comienzo, a modo de recuerdo póstumo, lo compartimos nuevamente:

“Hacia mediados de la década de los años ochenta del pasado siglo (¡que antiguo!), un grupo de antropólogos, sociólogos, economistas y filósofos de izquierda o “progres” de Mexico, Chile, Peru, Ecuador (¡Agustín Cueva!), República Dominicana y Venezuela, constituimos un grupo de pensadores latinoamericanos llamado  El Grupo Oaxtepec, nombre epónimo de la localidad mexicana donde tuvo lugar la primera reunión.Arqueólogos recapitularán la historia latinoamericana | El Informador

En sucesivas reuniones sostenidas en diversos países latinoamericanos, nos dedicamos a teorizar sobre el futuro de la Revolución Latinoamericana. Tales discusiones han dado origen, posteriormente a una serie de interesantes publicaciones científicas sobre el tema, cuyo número y variedad escapan a los alcances de esta breve nota.

Lo que queremos reseñar, con vistas a los trágicos sucesos que sacuden  y atormentan al querido pueblo mexicano, es una ley histórica que, medio  en joda y medio en serio, asomó Felipe Bate,  famoso arqueólogo-filosofo-epistemólogo chileno-mexicano. Se trata de la Ley del Encabronamiento Revolucionario (en México encabronarse es rebelarse con violencia), según la cual cuando los pueblos han sido aporreados, jodidos, burlados y escarnecidos hasta el exceso por los grupos políticos de la derecha, se producen estallidos  sociales telúricos que arrasan literalmente con el orden político que propició aquellos desmanes.

Ese podría ser el caso de México, como es también fue el régimen de la Venezuela de la IV República,  el régimen de la Cuba batistera, el régimen de la Nicaragua somocista, el régimen de la Bolivia anterior a Evo, el régimen del Ecuador anterior a Correa   y como podría ser también, quizás, más temprano que tarde, el del actual régimen oligárquico neoliberal colombiano…”

The Imprint of an Insurrectional Past: A Conversation with Iraida Vargas and Mario Sanoja | Venezuelanalysis.comSe nos fue un imprescindible, un maestro… pero sobre todo un amigo. Solíamos almorzar con Eleazar Díaz Rangel, Maryclén Stelling, Iraida, Roy Chaderton, los Roberto (Malaver y Hernández Montoya), Tulio Monsalve, y algún otro, cada dos semanas para disfrutarnos y discutir sobre todo lo que pasaba en Venezuela y en el mundo también. O cenar en su casa, disfrutando de su jardín, o en la mía con Iraida y Marita. Eran épocas llenas de esperanza.

Lejos habían quedado los años de la beca en Francia, donde tocaba el cuatro y cantaba  los sones de su lejana Venezuela en los bares, para poder comer (y tomar, claro). Sus excavaciones, sus hallazgos, habían quedado atrás, pero no así su vocación por la docencia (y la decencia), su compromiso con sus ideales y la esperanza de poder construir una Venezuela de todos, para todos, una patria bolivariana y socialista.

Encabronados, queda solo revivir los momentos que compartimos en la vida y en Question y abrazar –lamentablemente a la distancia- a Iraida, la valenciana, y a sus hijos.