¿El retorno de la estanflación?
Gabriel Loza Tellería
La tendencia de la ciencia económica a aparecerse cada vez más a la física, a basarse en evidencia irrefutable y en modelos matemáticos, le ha hecho olvidar la estanflación de los años setenta del siglo pasado, hace más de 50 años.
En mi libro digital en Amazon, Neoliberalismo vs Neopopulismo, escribo cómo el Gran Auge entre 1946-1970 de estabilidad de precios, crecimiento del producto y bajo desempleo fue interrumpido bruscamente por la crisis energética de 1973 o la Guerra de Yon Kipur.
En EEUU, entre 1948-1972 la tasa de inflación había sido de 2,4% en promedio y la tasa de desempleo de 4,8%, mientras que el crecimiento del PIB de 4%, todo ello por si acaso con un déficit fiscal promedio de 0,4% del PIB. Es así que surge a principios de los setenta la estanflación, dado que entre 1973-1981, la tasa de inflación promedio trepó a 9,3% y el desempleo a 6,9%, mientras que el crecimiento del PIB se desaceleró a 2,1% (1974-1982).
Como creyeron que la inflación era provocada por el gobierno, aplicaron políticas monetarias duras incrementando la tasa de interés. Así, se registraron en EE. UU. dos recesiones; una en 1974-75 con una caída de 0,5 y 0,2 % del PIB pero precedida por una inflación de 8,7% en 1973 y acompañada de una inflación de 12,3% en 1974, lo que sería una estanflación. La otra en 1982, con una caída de 1,2% en el PIB precedida por una inflación de 12,5% en 1980 y 8,9% en 1981 que mostraría una combinación de recesión con alta inflación.
La recesión mundial iniciada en 1981 hasta fines de 1984 tuvo una duración de cinco trimestres y fue provocada por el segundo choque petrolero de 1979; un endurecimiento de las políticas monetarias en los Estados Unidos y otras economías avanzadas que impulsaron hacia arriba las tasas de interés y que gatillaron la crisis de la deuda latinoamericana.
Desde los años 80 hasta el 2020, la inflación en EEUU tuvo un promedio del 2,7% y desde la crisis financiera hasta el 2020 fue persistentemente baja, de 1,7%, por debajo de la meta del 2% de la Reserva Federal de EEUU (Fed).
En 2021 la inflación en EEUU subió al 7% y hasta mayo a 8,6% a doce meses y generalmente precede un estancamiento o recesión. Ante esta situación el Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed, en su cita de junio, decidió intensificar el alza de su tasa de interés, incrementando la en 0,75 puntos base, el mayor aumento que ha aprobado en 28 años desde 1994, llevándola a un nivel de 1,75% y previendo llevarla hasta 3,4% al finalizar el año, buscando que el proceso inflacionario, que supera en más de cuatro veces su meta objetivo del 2%, pueda descender.
Como vemos la historia se repite y los errores también. Se pensó que la inflación era transitoria y por la “regla” de los bancos centrales de si es transitoria es mejor no hacer nada, retornaría al equilibrio por si sola. Se le echó la culpa a los excesivos gastos fiscales como consecuencia de las ayudas otorgadas para paliar la crisis generada por la Covid-19 que habrían provocado una inflación por el lado de la demanda y que por lo tanto hay que contraerla, puesto que la “fiesta no dura siempre”.
Otros dijeron que fue la inyección de demasiado dinero de los bancos centrales desde 2008, durante demasiado tiempo con una tasa de interés cercana a cero provocaron un auge ficticio, que la inflación se disparara por lo que sería buena la normalización financiera y el alza de las tasas de interés.
Y, recientemente, se está reflexionando sobre las consecuencias de la Guerra entre Rusia y Ucrania y las sanciones económicas, el default deliberado a Rusia, cuyos efectos son incontrolables en un entorno de alta incertidumbre, con restricciones a la oferta de alimentos y combustibles y problemas en las cadenas de suministros, a las que se sumaron las caídas bursátiles.
Lo cierto es que por más que quiera la Reserva Federal va a ser muy difícil retornar rápidamente a los años de baja inflación con tasas entorno al 2% y de crecimiento del PIB del 2,7%, puesto que parece que entramos a una fase de alta inflación y bajo crecimiento o estancamiento del PIB regresando de esta manera al pasado, a los años setenta, olvidado por el Alzheimer de algunos economistas.
*Exministro de Planificación del Desarrollo, ex-Presidente del Banco Central de Bolivia. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)