Una ciudadanía crítica

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Recientemente escribimos sobre “Confianza y credibilidad política”, análisis que despertó interés, críticas y sugerencias en nuestros lectores y lectoras, quienes nos impulsaron a seguir ahondando en el tema.

Se generó un interesante proceso reflexivo que,  independientemente de la polarización y del espacio político, nos descubrió una ciudadana crítica y reflexiva ante la política,  que no se limita a la  simple denuncia o a mascullar sobre el descrédito de la clase política. De inicio resalta un interés en torno a las “virtudes”  y cualidades necesarias para un ejercicio ético de la política. Y, en ese sentido, destacan la credibilidad, honestidad y transparencia, más la  integridad y la honorabilidad  en la trayectoria política, más allá  del hecho de “parecer probo e íntegro” ante la propia ciudadanía.Canadá aceptará los pasaportes vencidos de los ciudadanos venezolanos que  busquen emigrar

Condiciones y cualidades del ejercicio político que comprenden elementos tanto objetivos como subjetivos, que ameritan ser valorados y tomados en cuenta.  Destacan que, dado su carácter público y alta importancia, ello supone mantener una línea coherente con los principios y, por lo tanto, preservar la credibilidad más allá del anhelado prestigio. Reflexiones que demuestran un ejercicio espontaneo de crítica y vigilancia de la función pública, una madurez política de la ciudadanía y, sin lugar a dudas,  un llamado de atención a la praxis política, la transparencia, fiscalización y control de gestión.

Recordemos que la vigilancia preventiva de la función pública contribuye de manera importante a  garantizar los derechos de la propia ciudadanía.  Reclaman  claramente su derecho a la participación  en la Gestión Pública, en tanto “responsabilidad y un complemento de los mecanismos tradicionales de representación política”. Carta Iberoamericana de Participación Ciudadana en la Gestión Pública, 2009.

Cerramos destacando la importancia de mantener y preservar la credibilidad, mucho más fácil que perder el prestigio y aún más difícil de recuperar.  Hay quien afirma acertadamente que, una vez perdido, es el principio del fin de un político y muchas veces significa el triste final de una carrera política.

Esta coyuntura requiere y exige conectarse con la ciudadanía, responder sus demandas y respetar su derecho   a la participación  en la Gestión Pública.