Crisis avisada

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Maryclén Stelling

Hemos abordado en artículos anteriores el papel de la oposición en un sistema democrático, con especial énfasis en el caso venezolano.  Destacábamos que constituye el factor de control y limitación del Gobierno, conformando la alternativa a la configuración de nuevos gobiernos. En caso de desacuerdo, de plantearse modificar la situación y alcanzar el poder, la oposición democrática debe hacerlo dentro del marco institucional vigente. Indispensable para la estabilidad democrática,  la subordinación de los intereses partidistas a los intereses nacionales.

Una vez destacado el “deber ser” de la oposición, surgen dudas e interrogantes en torno a su desempeño.  Fracturada,  centrada en sus problemas internos, se encuentra confundida u olvidada de su papel en pro de la democracia venezolana en la coyuntura actual.  Se distancia de sus funciones y deberes, en especial de subordinar los intereses partidistas a los nacionales, en ocasiones  sumisa y obediente a intereses foráneos.

Enfocada en sus luchas intestinas se pierde en confrontaciones y acusaciones internas, acudiendo a una dialéctica pasional en vez de racional. Ello aleja o cierra la puerta a la democracia civil y participativa.   Producto de la tiránica polarización generalizada, la ciudadanía opositora se refugia, afectiva mas no racionalmente,  bajo este paraguas devenido en una suerte de laberinto político. Igualmente participa sin querer queriendo de esta confrontación nada democrática, entre Gobierno y oposición.

La designación del TSJ es una clara demostración de este grave desequilibrio, ya que de los veinte magistrados principales designados, escasamente tres provienen del sector  oposición.  Así, la  renovación del poder judicial en vez de apaciguar ha generado importantes críticas. En cuestionamiento el  proceso de reinstitucionalización iniciado por el Gobierno, la idoneidad de los negociadores, la politización y parcialización de las “cuotas”.

La ciudadanía opositora se refugia, afectiva mas no racionalmente,  bajo este paraguas devenido en una suerte de trampa política. Igualmente participa sin querer queriendo de esta confrontación nada democrática, entre Gobierno y oposición.

Urgente la restructuración y fortalecimiento de una sólida oposición democrática para evitar una profundización de la crisis.