Confianza y credibilidad política
A propósito del reciente nombramiento del CNE en un contexto político polarizado, abordaremos la confianza y la credibilidad fuertemente golpeadas.
Confianza y credibilidad en el Gobierno, las instituciones, las leyes y quienes las hacen son elementos claves de la democracia. Igualmente las personas que nos dirigen, sus capacidades, idoneidad, intenciones y objetivos. Condiciones fundamentales que permiten a la sociedad reconocer y aceptar la conducción de los asuntos públicos. Por ende, las autoridades deben trabajar, conquistar y consolidar la confianza y credibilidad de la ciudadanía.
La confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y actuará de forma adecuada en una situación específica. Es por tanto una suerte de hipótesis sobre la conducta del otro y atañe al futuro, en la medida que depende de la acción futura de ese otro. Presume una suspensión de la incertidumbre sobre las acciones del otro, minimiza la complejidad y reduce los problemas de selección a un solo dilema: confiar o no confiar. “La confianza mutua se encuentra en el núcleo de todos los procesos políticos”.
La credibilidad es la calidad atribuida a una fuente y mide la disponibilidad del destinatario a aceptar como verdadera cualquier acción, decisión o mensaje que de ella emane. Por tanto, opera y se fortalece en un ambiente de confianza, facilitando las condiciones en las que funciona la confiabilidad, reduciendo además los problemas de selección a una disyuntiva: confiar o no confiar.
Activistas y voceros de ambos polos libran una batalla política en diferentes frentes, con especial énfasis en la campaña transmediática en pro o en contra de la credibilidad y la confianza en el otro. Tal como ha ocurrido con la AN, la estigmatización de sus miembros y el reciente proceso de selección de los integrantes del poder electoral, colocando en duda su idoneidad y legitimidad.
Así, la polarización imperante en el país nos ha dividido en confiados y desconfiados, en crédulos e incrédulos ante el Gobierno, la conducción de los asuntos públicos y el otro político.
Es imperante una campaña por el rescate de la confianza y la credibilidad política, en tanto antesala del dialogo y de cualquier proceso de negociación.