Argentina: un gobierno medio perdido en sus laberintos, y con problemas económicos
Juan Guahán-Question latinoamérica|
La situación es compleja por sí misma. Pero el gobierno, con muchas de sus acciones, la transforma en un verdadero laberinto. Parece que va en determinado rumbo pero enseguida toma el camino contrario. Amaga con una orientación, pero de inmediato la abandona. Desorienta.
Es posible que el caso típico sea el tema de la (no) expropiación de la agroexportadora Vicentín, una cuestión que aparece lejana pero que puede considerarse como el símbolo de estas sinuosidades. Avanzó en una dirección correcta pero al estilo kirchnerista: en soledad y sin buscar consensos con trabajadores y pequeños productores. Cuando la cosa comenzó a ponerse brava retrocedió y dio lugar al avance de lo peor.
La explicación presidencial sonó tan ridícula como congruente con el espíritu porteño (capitalino) que anida en su ADN. Se trata de una concepción que imagina que con la formulación de una idea, ya se convierte en la nueva realidad. Si ésta es “progresista” dan por supuesto que el pueblo la va a apoyar sin dilaciones.
Pero las cosas no son así: primero hay que convencer y para hacerlo es imprescindible construir y exhibir el nuevo poder. El gobierno no lo hizo y al retroceder el Presidente sentenció: “Pensé que me iban a aplaudir…” Sí, lo aplaudieron pero sobre su propia cara, a la que llenaron de dedos los oligarcas del lugar y del país. Los trabajadores y pequeños productores permanecieron indiferentes, aunque aquella primera medida los beneficiaba.
Ese retroceso, cuando las condiciones daban para seguir avanzando, fue una señal del modo de actuar de Alberto Fernández, y ese modelo fue adoptado por sus lugartenientes más próximos.
En este sentido Alberto no puede ocultar una serie de contradicciones que manifiestan sus dichos actuales respecto a los pronunciados años atrás, cuando era muy crítico de (la hoy vicepresidenta) Cristina Fernández de Kirchner y varias de sus políticas. Esas insalvables diferencias causarían menos daños si se hablará poco y se hiciera más.
Uno de los bienes más preciados de un gobierno es su credibilidad. Más allá del contenido de sus mensajes y acciones, un gobierno que se precie de tal debe ser creíble. Los vaivenes del gobierno le están restando ese bien tan precioso. Algunas cuestiones en debate iluminan la necesidad de poner fin a estas vacilaciones.
Vacunas
El tema de las vacunas es uno de los más importantes y su impacto en la sociedad es de una gran significación. En ese sentido son un claro ejemplo las recientes exposiciones de Carla Vizzotti, la funcionaria más mediática del área de salud, afirmando la conveniencia de prorrogar la aplicación de la segunda dosis de la vacuna Sputnik V para cuando este “rebrote” esté superado.
De ese modo se podría ampliar el número de vacunados con la primera. Esa afirmación mereció un rotundo “Vizzotti se equivocó…explicó mal las cosas” del propio Presidente. Más allá de quien se equivocó, se trata de errores innecesarios pero que generan mayor incertidumbre y le dan pasto a quienes se oponen a todo.
Otra notable expresión de estos errores, que muchas veces son producto de adelantarse –gratuitamente- a los hechos, se produjo con motivo de la perspectiva de restringir la circulación ante este “rebrote”. Los inconsultos gobernadores le hicieron saber al Presidente que no estaban de acuerdo con el mentado “toque de queda” que otros funcionarios anunciaban.
Ante esa obvia diferencia el diputado Eduardo Valdés, quien oficia de privilegiado vocero presidencial sin ostentar ese cargo, sostuvo: “Los gobernadores lo dejaron solo al Presidente”, con lo cual no hizo más que agravar los problemas.
“Patinadas” parecidas se produjeron en cuestiones vinculadas al sistema de salud. El 31 de diciembre por Resolución 2987 del Ministerio de Salud se autorizó un incremento del 7% en la cuota de las mutualistas privadas prepagas: se lo fundamentó en “el estado crítico de las prestadoras y para asegurar su continuidad”.
Eso se publicó en el Boletín Oficial, pero horas más tarde se dio a conocer un Suplemento del mismo con la Resolución 2988, anulando el incremento previsto en la Resolución precedente.
Para que el tema sobre el futuro del sistema de salud sea aún más incierto Cristina había declarado -sin adelantárselo al Presidente- que era imprescindible modificar el mismo, proponiendo con bastante lógica (si hay una conducción responsable y el necesario control) cambiar el actual por otro que integre lo estatal, lo privado y las obras sociales, todo controlado por el Estado. Protestaron las prepagas privadas y también la central obrera Confederación General del Trabajo (CGT, fuertemente aliada a Alberto) por sus obras sociales. Son demasiadas contradicciones para un solo tema y al mismo tiempo.
Se podrían dar más datos de un modelo de gestión que se va haciendo inviable porque se paraliza a sí mismo.
Datos relevantes de la economía
También hubo novedades en la cuestión económica. Todas ellas, las buenas y las malas, son relevantes para la débil economía argentina. Del cúmulo de novedades producidas resaltan tres temas que harán sentir sus efectos, si no se modifican: Las exportaciones de trigo a Brasil; el déficit fiscal, la emisión monetaria y las decisiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el valor de la soja, del trigo y el maíz en los mercados mundiales.
Brasil y la compra de trigo sin aranceles a terceros países
Con la puesta en marcha del Mercosur, la Argentina país tuvo en Brasil su principal socio comercial. Con la pandemia y las diferencias con Jair Bolsonaro las ventajas del comercio dentro del Mercosur constituyen una tendencia que tiende a desaparecer.
En estos días, Brasil le dio un golpe de gracia a la misma, al dictar un Decreto por el cual autoriza la importación de 750 mil toneladas de trigo de países fuera del Mercosur, sin que tengan que pagar aranceles. Ese privilegio -ahora compartido con el mundo- de los países del Mercosur afecta las exportaciones argentinas y se agrega a la tensión comercial que existe entre ambos países.
El miércoles se comunicó Daniel Scioli, embajador argentino en ese país, con Bolsonaro. El Presidente de Brasil tranquilizó al embajador argentino en el sentido que las compras continuarían, pero el Decreto continúa vigente.
Déficit fiscal, emisión monetaria y FMI
Estas tres cuestiones van de la mano. Equivocadamente Argentina se ha puesto como objetivo arreglar las cuentas con el FMI, lo que significa ajustar un poco más la soga que rodea su cuello. A partir de esa decisión es muy difícil escapar a los controles y voluntad de ese organismo.
A lo que más aspira el equipo que conduce el ministro de Economía Martín Guzmán es que el FMI sólo dé “recomendaciones” y no “directivas” como lo quiere el organismo.
El déficit fiscal no parece ser el punto más crítico para este año. Los 4,5% de déficit de Caja (mayores salidas que entradas) previsto en la Ley de Presupuesto, que Guzmán espera reducir a 4%, no son un gran problema. El FMI lo tolera.
El problema es su financiamiento. Para el gobierno se financiará en un 40% por nuevos endeudamientos y el 60% restante por emisión. Para el FMI esas cifras de emisión son inaceptables. Ésta no podría superar la mitad de la cifra planteada.
Achicar esos números y acercarse a las ideas del Fondo supone reducir mucho más el déficit fiscal, para hacer menos necesaria tamaña emisión y acordar con el FMI un futuro acuerdo de Facilidades Extendidas, que permita financiar el funcionamiento de la economía.
Para este modelo, los riesgos de mantener esa emisión son la inflación y el valor del dólar. El peligro de bajar, aún más, el déficit es un nuevo parate en la economía.
El típico problema de la frazada corta, según los planes oficiales. De allí las voces que se alzan desde el kirchnerismo más duro, de no arreglar con el FMI. La gobernabilidad de la sociedad y las próximas elecciones son fuertes argumentos que Cristina no invoca pero sí practica.
Los valores de la soja, trigo y maíz en mercados mundiales
Nuevamente los ojos y las expectativas de los funcionarios se posan sobre la soja, ese “yuyito”, que mantiene con respirador artificial esta economía agroexportadora que sigue caminando rumbo a la destrucción de una sociedad, que coloca en ella su esperanza y futuro.
La soja (por supuesto transgénica y consumidora de nefastos “paquetes tecnológicos”), principal producto de exportación argentino, se vende en los mercados internacionales a unos 520 dólares la tonelada, el precio más alto de los últimos seis años y medio y un 55% más cara (en dólares) que un año atrás.
El maíz, en cuyo cultivo la proporción de semillas de origen transgénico crecen rápidamente, está recorriendo un camino semejante. Se está negociando en valores récord que no reconocen antecedente desde el año 2013.
En cuanto al trigo, donde el uso de semillas transgénicas ha sido autorizado recientemente, los valores de estos días han alcanzado los máximos conocidos en 2014.
Las exportaciones de estos tres productos constituyen el 30% del total de las exportaciones argentinas y representan más de 70% del total de las producciones de cereales y oleaginosas. Allí está la “riqueza” de la Argentina, pero ella no llega al pueblo, ni es capaz de saciar el hambre de millones de argentinos y sigue estando al servicio de una ínfima minoría.
Este modelo productivo, aunque alegre a los funcionarios de turno, continúa expulsando pueblos indígenas, trabajadores y productores y –por si fuera poco- atacando la salud del pueblo.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)