Argentina: ¿terminarán las pandemias del covid y la economía en año electoral?

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Juan Guahán-Question Latinoamérica|

En el 2021, después de los nefastos números del 2020, la economía –argentina y mundial- rebotará. Eso resulta lógico, el tema es la altura del mismo, ya que las estimaciones son variadas. Ello estará en estrecha relación con lo que pase con esta pandemia y los avances en la inmunidad por la vacunación. Sin olvidar que la Organización Mundial de la Salud nos recuerda que superado el COVID, podrán venir otras pandemias mientras no resolvamos dos grandes temas: el calentamiento global, un mejor y más sano tratamiento a los animales.

Para los organismos internacionales, la economía mundial se recuperará entre un 5 y 6%, con el crecimiento chino como locomotora planetaria. Las estimaciones para la mejora en Argentina oscilan entre un 4 y 5%. El oficialismo confía que sea superior merced a la mejora de los precios de las materias primas y que la vacuna permita no destinar nuevos recursos a la pandemia.

Siendo un año electoral, la economía argentina estará sometida a una doble y contradictoria presión. Por un lado, respondiendo a las tradiciones electorales, las demandas por volcar más recursos para resolver los problemas internos; por el otro los límites que está imponiendo el Fondo Monetario Internacional. Es probable que esa contradicción sea una de las claves de la política y economía de este año y también de las contradicciones al interior del gobierno.

Alberto Fernández y su ministro de Economía Martín Guzmán están inclinados a cerrar un acuerdo con el FMI aunque ello demande la contracción de variados recursos; mientras las vicepresidenta Cristina Fernández y la agrupación La Cámpora temen que ello los pueda perjudicar en el plano electoral, sobre todo si la inflación se acerca al 50%.

Mirando -con los dos ojos bien abiertos- la dramática situación económico-financiera, los problemas provinciales, las internas del gobierno y el ánimo de la sociedad, aunque parezca mentira hay una cuestión que puede ofrecer una respuesta positiva a tamaños y tantos problemas.

Esa gran esperanza, para el gobierno, se llama Obra Pública. Eso puede ser así si se complementa con tres condiciones básicas: que la vacuna le gane al rebrote, que la economía no descarrile del todo y que no se produzcan estallidos sociales.

El Gobierno nacional amplía el plan de obras públicas Argentina Hace |  Grupo La ProvinciaEn la recientemente aprobada Ley de Presupuesto hay una serie de datos que resultan destacables y que avalan lo que se espera en materia de obras públicas. Las transferencias a las provincias, para dicho destino, crecerán más del 40%.

La inversión per cápita, para este rubro, es encabezada por la provincia de Río Negro con más de 8 mil pesos, en la parte más baja de esa escala están Misiones, San Luis y Santiago del Estero, con cifras que rondan los mil pesos; la mayor caída lo registran las provincias de Misiones y San Luis, con bajas próximas al 20%, siempre respecto al 2020.

En el marco de las actuales políticas estatales, además de la inflación una de las principales preocupaciones del gobierno está vinculada al financiamiento del déficit fiscal y la ausencia de alternativas seguras para ese fin, lo que supone que el único remedio a mano es la “maquinita” de fabricar dinero. Si esos mayores recursos tienen por destino la producción, el problema no existe, pero si ellos van a financiar la acumulación de los poderosos u otras cuestiones semejantes no productivas, el futuro puede ser muy negro.

El gobierno, acosado por el COVID y el “mercado” a través del dólar paralelo, no da muestras de querer cambiar su política económica. Ahora quiere cerrar las negociaciones con el FMI, para aplicar recetas que llevan décadas de fracasos.

Como siempre: las miserias de los más pobres, la desocupación y los magros ingresos de los trabajadores, junto a este triste fin de cuentas que es la ley para los jubilados, son las principales variables de ajuste para tapar los agujeros del sistema.

Oficialismo y oposición prioritan futuro electoraL

Entramos en un año electoral, corresponde a la mitad de mandato. Es importante pero no definitorio. En las tres últimas elecciones de este tipo, los resultados del medio término fueron diversos respecto al oficialismo de turno y a los posteriores resultados presidenciales.

En el 2009 gobernaba el kirchnerismo, pero Néstor Kirchner fue derrotado por Francisco de Narváez en la Provincia de Buenos Aires y los resultados del oficialismo no fueron buenos, pero en el 2011, Cristina arrasó en las presidenciales.En el 2013, seguía gobernando el kirchnerismo-cristinista. El oficialismo fue nuevamente derrotado, como un adelanto del triunfo macrista del 2015.

En el 2017, el oficialismo macrista demostró su peso nacional. En la provincia de Buenos Aires, Cristina perdió ante Esteban Bullrich. Pero en el 2019 el macrismo fue derrotado a manos de la oposición Fernández/Fernández.

En medio de estos ambiguos antecedentes, oficialismo y oposición parecen jugarse el todo por el todo en las próximas elecciones de octubre. En ese mapa general vale lo que ya se tiene dicho. Todos orejean los datos de la economía, la marcha del COVID –su rebrote- y el inicio de las vacunas.Mauricio Macri, Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta lanzaron la  alianza "Vamos Juntos" - Infobae

¡Que nadie se engañe, ni queje!, todos los grandes temas van a pasar por la óptica de las perspectivas y necesidades electorales de la “grieta” cuidadosamente preservada por ambos bandos. Más allá de palabras y discursos, ésas son las reglas de juego de esta devaluada democracia.

El oficialismo necesita de la unidad partidaria para asegurarse la victoria, si logra los objetivos ya señalados, respecto al COVID y la economía. A partir de ese objetivo, exigido y compartido por todas las partes del gobernante conglomerado oficialista, se abren diversas perspectivas.

Alberto y Cristina, más allá de compartir lo que fue la fórmula presidencial son las dos cabezas –lo quieran o no- de las tendencias contrapuestas entre las que se debate el peronismo del poder.

Cristina oscila, independientemente de sus problemas legales sobre los cuales la oposición hace eje, entre políticas defensoras del sistema con atisbos de cambios transformadores, como una crisis con el FMI y la reforma constitucional. Alberto, públicamente identificado con una línea claramente reformista, sostiene las políticas más afines a la continuidad del sistema.

Ambos coinciden, además de sostener la unidad, en la necesidad de evitar desbordes y reclamos que puedan afectar la gobernabilidad del sistema. En materia internacional son más los acuerdos, de sostener una mayor autonomía e independencia, que las diferencias. Ello tiene que ver con la tradición peronista junto a las necesidades y posibilidades concretas.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner comparten hoy su primer acto juntosEl proyecto del cristinismo y La Cámpora va más allá –incluso del 2023- y para estas elecciones tiene varios objetivos: Conservar la fuerza en el Senado; en Diputados, que el peronismo unido tenga quórum propio (129 diputados) y pasar de los actuales 45 a unos 60 legisladores que les respondan, y lograr que La Cámpora se arraigue en las diferentes gobernaciones e intendencias gravitantes del país.

Los objetivos del “albertismo” son de más corto plazo y de menores pretensiones. Quisieran mantener enjaulada a las recurrentes furias cristinistas y llevar adelante una aceptable administración. En ello funda su perspectiva de continuidad.

El reciente lanzamiento de una corriente “albertista” encabezada por el Ministro de Educación, Nicolás Trotta y Víctor Santa María, del Sindicato de los Encargados de Edificio y nuevo gran empresario de las comunicaciones paraestatales. Esta es la punta de lanza para dar esa pelea y llegar a las provincias.

El macrismo, varios pasos atrás, procura restablecer algunas políticas unitarias, encontrarle un lugar para Macri y salir de la cajonera según la cual la oposición irreductible es su única expresión. Algunos emergentes ultraliberales, limitan aún más las perspectivas de esta oposición.

Más allá de estas fuerzas hay un cúmulo de organizaciones sindicales y sociales como la CGT y la CTE/UTEP, de significativo peso social, pero fuertemente condicionadas por el gobierno.

 

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)