Venezuela: juego político trancado y el hastío social como amenaza

531

Marcos Salgado | 

Finaliza el año político en Venezuela con la “consulta popular” de Guaidó y compañía. El sector de la oposición que no participó en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre intentó medirse con el gobierno a través de una consulta en la que es imposible saber efectivamente cuántas personas participaron. Solo queda intentar medirlo a través del termómetro de las imágenes de calle, y éstas tampoco convencen sobre un “aluvión opositor en la consulta popular”.

Tal vez por eso los organizadores colocaron la cifra de supuesta participación (que, insistimos, es imposible de verificar) en algo más de 6 millones 400 mil personas. Recordemos que el domingo anterior se realizaron las elecciones parlamentarias en Venezuela. El Consejo Nacional Electoral registró una participación del 30 por ciento, para 6.251.080 ciudadanos.

La cifra de participación en las elecciones del 6 de diciembre es auditable, la de la consulta de la oposición de Guaidó, no. Y el termómetro de la calle nos deja dudas. Pero aún así, ambas estarían reflejando una caída en la participación de lado y lado, que es probablemente el dato central de este final de 2020 en Venezuela, y que viene a confirmar un proceso del que se habla poco, pero en nuestra opinión explica el momento actual: hay un creciente desencanto y apatía de la ciudadanía, que contrasta con la enorme polarización y participación en política de la primera mitad de la Revolución Bolivariana.

El 5 de enero de 2021 asumirá la nueva Asamblea Nacional, con mayoría absolutísima de las fuerzas del chavismo, conquistada en una elección legal. Para el mismo día Guaidó convocó a movilizaciones contra esa nueva Asamblea y aseguró que él seguirá siendo “presidente encargado”, algo que le cuestionan ya abiertamente algunos referentes opositores, el evasivo Henrique Capriles, por ejemplo, dijo esta semana que pasó que la oposición “no tiene liderazgo”.

De esta manera el año 2021 comenzará en Venezuela con un acto más de este juego trancado: la oposición más destituyente llama a la calle pero no logra nada, y deja dudas en el apoyo real que tiene incluso en sus zonas de confort, mientras el oficialismo muestra su hegemonía política y en las instituciones, y aunque retoma el control de la Asamblea Nacional en buena ley, deja dudas por la merma en los números de participación y apoyo electoral.

El ex ministro Reinaldo Iturriza lo plantea de esta forma, en un artículo en su blog “Saber y Poder”: “Hay una línea que va desde el hastío de 2010, pasa por el fenómeno de desafiliación política que se expresa en 2015, y llega a este diciembre de 2020 convertida en un fenómeno todavía difícil de nombrar, pero que se asemeja mucho a la indiferencia popular.”

Favorecer el debate interno y consolidar el chavismo más allá de las estructuras del gobierno para salir así a la calle a hablar de lo que a la gente interesa y preocupa: la economía y la situación de los más golpeados por la crisis económica, el bloqueo de Estados Unidos y la pandemia de la COVID-19. Ese parece ser un desafío central para un 2021 en Venezuela que, eso si lo sabemos de antemano, no estará libre de acechanzas y peligros, internos y externos.

El hastío, en si mismo, constituye un peligro, advierte Iturriza: “un cuadro en el que predomina la indiferencia popular, y por tanto el cinismo como patrón de sociabilidad, es el peor de los escenarios, y puede ser la antesala de los peores experimentos políticos.”

Que así no sea.