COVID-19: aprovechemos la crisis para que no todo siga igual

(Xinhua)
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Ernesto Salgado | 

La humanidad está atravesando un nuevo acontecimiento que nos sacude a escala planetaria, con la particularidad que esta vez empezó golpeando a los explotadores.

La situación puede tener dos enfoques diferentes aunque coincidentes: la realidad social y de dominación imperial y las causas ambientales de la pandemia.

En el mundo moderno ya conocimos inundaciones, sequías, grandes tsunamis y terremotos, epidemias o pandemias que van marcando un espiral ascendente.

Ninguno de ellos trajo cambios de fondo en la estructura de dominación mundial a favor de los explotados. Nunca salimos bien en términos de interés de clase.

Escapando a cualquier tipo de especulación de espionaje entre los centros del poder (China/Rusia/Estados Unidos), que bien podría ser, el COVID 19 nació en uno de los principales países capitalistas actuales y esta vez empezó atacando a los países centrales, incluido al “poderoso” EE.UU. Algo nuevo.

Tampoco vale mucho saber cuál sería la supuesta responsabilidad de los chinos “que se  comen cualquier tipo de animal” (dicen). De una cosa está segura la ciencia: destruir la naturaleza desata fenómenos desconocidos que incluye nuevas enfermedades. Hoy la tierra requiere de más servicios ambientales que son los que prestan los ecosistemas. Si la acción depredadora del capitalismo los degrada aún más van a crecer los focos de virus convertidos en pandemias.

La destrucción de estos ecosistemas siempre está relacionado con las políticas económicas de los países centrales. “Hoy leemos numerosos artículos, corroborados por diferentes estudios científicos, que los virus que vienen azotando a la humanidad en los últimos tiempos están directamente asociados a la destrucción de los ecosistemas, a la deforestación y al tráfico de animales silvestres, para la instalación de monocultivos” ,nos explica Maristella Svampa, (1) a lo que yo agrego que requieren de enormes cantidades de agrotóxicos que enferman y matan.

Svampa agrega que: “sin embargo, pareciera que la atención sobre la pandemia en sí misma, y las estrategias de control que se están desarrollando, no han incorporado este núcleo central en sus discursos”.Esto hace aún más preocupante la situación, porque significa que estos fenómenos, que afectan a la salud, van a repetirse.

En una cosa han coincidido la mayoría de los gobiernos: el aislamiento social. Uno más aferrados a él, otros menos. Algunos ultramontanos como Trump lo más probable que hayan entendido tarde que esta acción se emparenta mucho con medidas dirigidas a proteger principalmente a su clase y esté decidido a entregar algunos de los suyos para lograr el objetivo de sacarse de encima a varios miles de latinos y negros.

El aislamiento social, aparece como la única opción valedera y poco a poco la humanidad ha asumido que quedarse en casa es el camino más aceptable para evitar que los muertos crezcan exponencialmente. El encierro es la solución que nos impuso el sistema porque aparece como la alternativa y entonces lo acompañamos silenciosamente. Pero, hasta ahora, con demasiado silencioso.

En determinado momento siempre hay más de una alternativa de salida, aunque dos centrales, a favor o en contra de los pobres.

Ahora bien, que significa quedarse en sus casas en esta cuarentena social obligatoria, si millones viven en lugares inhabitables en momentos “normales” o en la calle. Sin agua, sin cloacas, habitando todos en un solo espacio, con piso de tierra e inundados más de una vez al año. Nadie puede negar esta realidad.

Como no se puede desconocer la situación de los pueblos Qom en el Chaco, que está siendo diezmada por los terratenientes, el desmonte, los agrotóxicos, el agua contaminada y la falta de alimentos.

Svampa afirma en el trabajo mencionado que: “Lo peor que nos podría ocurrir es que nos quedemos en casa convencidos de que las cartas están marcadas y que ello nos lleve a la inacción o la parálisis, pensando que de nada sirve tratar de influir en los procesos sociales y políticos que se abren, así como en las agendas públicas que se están instalando. Lo peor que podría suceder es que, como salida a la crisis sistémica producida por la emergencia sanitaria, se profundice ‘el desastre dentro del desastre’, recuperando el concepto de Naomi Klein de ‘capitalismo del desastre’ “

Pareciera que el Covid 19 aparece como la alternativa del sistema para eliminar la excedencia social. Una de las esencias de las crisis capitalistas.

Por su parte, el Gobierno de Alberto Fernández ha tomado una serie de medidas sanitarias consideradas correctas por la mayoría de la población, que si bien se podría decir que están dirigidas a los 44 millones de compatriotas, creo que en realidad terminan sirviendo a medio país.

Argentina ya tenía un 40% de su población en condición de pobreza gracias al aporte “calificado” del gobierno neo-conservador de Macri. Ahora, otro porcentaje está entrando en este segmento (pese a las medidas gubernamentales) porque antes con trabajo apenas vivía fuera de esa delgada línea que mide la pobreza. Me refiero a los  trabajadores en negro, independientes o cuenta propistas que están literalmente en la calle. Bien sabemos que cualquier trabajo por cuenta propia pocas veces alcanza para ahorrar unos pesos, y ya la cuarentena los está dejando en la casa desde hace unas semanas y aún deberá seguir en esas condiciones unas cuantas más. Parte de este segmento ya está teniendo que vivir de la solidaridad, aunque se pueda recuperar. Esto, nadie lo mide y ya se incorporó al segmento de pobreza, del que es muy difícil volver en países como el nuestro.

Por otro lado, los grandes empresarios (como siempre) en cuanto se les achican las ganancias descargan el peso sobre los trabajadores. Techint, los frigoríficos que no pueden vender los cueros y elevan el precio de la carne para cubrir esa falta de ingreso, etc. Son decenas los ejemplos que se podrían dar.

El resistido tributo solidario por única vez que grava apenas a unas 11.000 fortunas es una clara demostración de que hasta allí llegarán. Y todavía no se sabe si el Gobierno lo logrará.

El Gobierno no encuentra por sus propias limitaciones ideológicas, de clase, respuestas totalmente adecuadas sin afectar los intereses de la clase explotadora, particularmente a sus sectores más poderosos. Alberto Fernández no puede más que administrar el capitalismo progresista, al decir de Joseph E. Stiglitz.

De las crisis, en la modernidad, siempre se salió por derecha. Quizás ahora tengamos la oportunidad de salir, sino por izquierda, al menos acercándonos algo.

Por sus ingresos económicos, sin pretender que esto sea estadísticos, el país se puede dividir en dos segmentos iguales, el de abajo que no es homogéneo y parte de él sufre de todas las limitaciones del sistema. Conoce al capitalismo porque este no lo tiene en sus planes, lo padece. En el 50% de arriba hay también su sector que sufre el accionar sistémico y lo enfrenta, otro lo niega y encuentra a los culpables en los políticos, la corrupción, etc. (como si esta no fuera parte del sistema).

Entonces, quizás el desafío de quienes sabemos que la cuarentena en las villas es un sueño, que los jubilados hacen colas de varias cuadras para cobrar, que la gente más humilde también las hace para conseguir un plato de comida, que la ayuda solo llega por los movimientos sociales, incluida la Iglesia en algunas oportunidades, ese desafío resida en que allí, que debería ser terreno más fértil, libremos una gran batalla para que ubiquen al enemigo principal y lo enfrenten, arrebatándoles así una franja del 50% de arriba, entre esos a los que alguien les puso el nombre de capas medias, para que también vean a ese enemigo central y entiendan que se llama CAPITALISMO y que es a sus esbirros (los Macri, Techint, etc.) a los que tenemos que derrotar en esta crisis sanitaria, que también tiene un costado político mezclado (como siempre) con la economía.

¿Qué pasaría en el 2020 con un país que entienda el rol de los movimientos sociales y actúe? ¿Que vea el rol del imperialismo en la degradación de la naturaleza y se lo impida, al menos parcialmente?, que reclame el uso de energía limpia, que defienda el agua, los bosques, los ríos, los océanos.

No aspiro a mucho, para decir que de la pandemia no salgamos igual, sino ganando algo por izquierda, que en política la Argentina se divida diferente y el 60% salga con un nivel de conciencia mayor y organizada. ¿Será un sueño?

Para que esto pueda ocurrir trabajemos para ellos, en medio de la pandemia, mostremos las alternativas, saliendo todos juntos pero abandonando las miserias, el consignismo tan afecto a ciertas formaciones de la izquierda tradicional, haciendo crecer la solidaridad con el que la está pasando mal y por supuesto con la menor cantidad de afectados por el virus, porque eso también nos debe interesar aunque podamos ver en la cuarentena un poco más allá.

La izquierda y los movimientos sociales de izquierda, desde la solidaridad y desde la lucha parcial, pero ubicando siempre al enemigo principal, no como una muletilla sino con la necesaria explicación, tenemos mucho para hacer para buscar esta alternativa. Creo. Espero.