JV Rangel: El laberinto, ¿por dónde salir?/Puchi: Desaceleración de la presión externa/ Stelling: Pistola al cinto
El laberinto, ¿por dónde salir?
José Vicente Rangel|
1 Tiempo atrás leí un texto del escritor argentino Leopoldo Marechal –autor de esa novela monumental que es Adán Buenosayres, alabada por Julio Cortázar– y me encontré con esta frase que me sorprendió: “Del laberinto se sale por arriba”. Si mal no recuerdo creo haberla citada en otra ocasión y ahora la rememoro de nuevo, no sé si acertadamente, con motivo de la situación que vive el país.
2 El laberinto es sinónimo de confusión, de búsqueda de opciones para salir de una situación complicada, y la frase de Marechal lo resuelve todo a base de sentido común: no hay que perderse en la búsqueda de la salida, en recorridos estériles, cuando la solución es extremadamente sencilla. Algo similar a lo que sucede actualmente en Venezuela. El entramado institucional, la existencia de situaciones complicadas, confunde y no permite avanzar para hallar la meta, que no es otra que salir airosos de la actual realidad.
3 Si vivimos en una democracia y existe el Estado de derecho –así la oposición irracional no lo admita y prefiera hablar de “dictadura”–, y el gobierno cuenta con diversos recursos para defender a las instituciones y al pueblo de los aventureros, de las mafias, de aquellos que actúan al servicio de la intervención extranjera, que caotizan la economía y le hacen imposible la vida a los ciudadanos, ¿por qué no utilizar esos recursos consagrados en el ordenamiento jurídico de la nación?
4 La pregunta es obvia, como lo es la recomendación del escritor argentino. No hay que darle muchas vueltas al laberinto de los problemas económicos, sociales y políticos en busca de salidas cuando la solución es de anteojito –utilizo el lenguaje coloquial. Solución que consiste en el empleo de lo que consagran la Constitución y leyes de la República. La actuación con la ley por delante es lo que le da fortaleza a un gobierno democrático. Es en esa determinación donde descansa el verdadero poder. No en el abuso, en la represión, en la maniobra rastrera. Para contrarrestar los intentos de subvertir el orden público, de desquiciar el funcionamiento de las instituciones, no hay otra salida que la aplicación de la ley.
5 Nicolás Maduro y su gobierno cuentan con esa opción. Tienen en sus manos ese poderoso instrumento y, por tanto, están obligados a usarlo. Eso sí, a fondo. Porque así como la arbitrariedad, es decir, la sustitución de la ley por la fuerza bruta, descalifica a un gobierno, la no utilización de la ley lo debilita. Por ejemplo, los ataques a la moneda, la especulación con los precios, la inflación inducida, el bachaquerismo, la impunidad de la cual gozan las mafias, la actuación desleal, traidora, de un liderazgo que actúa al servicio de la ingerencia extranjera, constituyen actos delictivos que hay que sancionar sin vacilaciones, y el Poder Ejecutivo, así como el Ministerio Público y el Poder Judicial deben proceder con prontitud para impedir la caotización del país.
6 Es urgente la acción del Estado mediante la aplicación de la ley. Hay omisiones inexplicables que agravan la situación. Como es el caso de lo que sucede con la especulación; con la burla de la estructura de costos; con el comportamiento desafiante de mafias poderosas que abiertamente retan al Estado. Como ocurre con la reacción contra la política del gobierno de protección del salario, desafiada por sectores empresariales y por los bachaqueros –que trabajan en llave–, que sin aparecer el decreto oficial en Gaceta, disparan el valor de productos básicos. Con esta actitud degradan el principio de autoridad y golpean al Estado de derecho. El presidente Maduro tiene la respuesta en sus manos: aplicación a fondo de la ley, que es el instrumento más poderoso con que cuenta el Estado para defenderse.
- Pregunta que se formula la gente: ¿Cómo pretenden el gobierno norteamericano y la oposición salir de Maduro a través de un golpe militar o de una elección? La respuesta es elemental: no puede haber éxito mediante un golpe militar porque no hay militares dispuestos a meterse en aventuras. Lo han intentado 4 gatos, pero fracasaron. El resultado, al final, fue que los comprometidos perdieron sus carreras y se los tragó el anonimato…
- En cuanto a la salida de Maduro de Miraflores por la vía electoral, la situación es similar: así como no puede haber golpe militar sin militares, no hay triunfo electoral sin votos, y para tener votos hay que tener pueblo, partidos, organización y proyecto político claro. Nada de esto tiene la actual oposición. Ni siquiera tiene un calendario electoral. Las presidenciales serán dentro de seis años, cuando culmine Maduro su período constitucional.
- Por ahora lo que tiene que hacer la oposición es unirse, tener programa político y recoger el país, llegarle a la gente directamente. Sin duda, este trabajo es duro, exigente, y la dirección de la oposición se acostumbró al turismo en el exterior, a hacer antesala en la ONU, la OEA, visitar Parlamentos, y aquí, en el país, hacer lo mismo en las sedes diplomáticas para chismear contra el gobierno. Si la oposición quiere una recomendación de buena fe, que se prepare para participar en la elección de Concejos Municipales, convocada por el Consejo Nacional Electoral para diciembre de este año. Que por favor no se abstenga otra vez.
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Desaceleración de la presión externa
Leopoldo Puchi|
Se puede observar una ligera distensión en lo que se refiere a la presión de factores extranjeros sobre Venezuela. Un respiro en las tensiones que, de actuarse con rapidez, puede facilitar una reformulación de las políticas del Estado en dos direcciones: las líneas económicas y las de la esfera internacional, con el fin de aliviar la carga social de la hiperinflación y reactivar la producción nacional.
La desaceleración de la presión externa es consecuencia de una serie de eventos de menor intensidad, pero que indudablemente han influido sobre la evolución de los acontecimientos. Es así como la iniciativa del Grupo Boston de promover la excarcelación de Joshua Holt y la decisión tomada por el presidente Nicolás Maduro de liberarlo han contribuido a crear este instante que puede ser utilizado para cambios y para propiciar el diálogo.
Del mismo modo, la lectura que se le ha dado a lo acontecido en la última reunión de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, por parte de muy importantes funcionarios de Washington, apunta en la dirección de una reevaluación de los procedimientos utilizados. Igualmente, habría que anotar que el cambio de gobierno en España saca de juego una punta de lanza ultra radical e inclina la balanza europea hacia posiciones menos pugnaces, como las de Portugal y Grecia.
La existencia de esta rendija de distensión brinda la oportunidad para que en lo interno el Gobierno proceda a tomar medidas en sus políticas macroeconómicas que contribuyan a controlar la inflación y permitan la formación de los precios, lo que brindaría un mínimo de la estabilidad necesaria para el crecimiento de la producción. Entre esas decisiones estaría la modificación de la Ley de ilícitos cambiarios, para permitir al sector empresarial importar bienes terminados e insumos con sus propias divisas de forma legal y pueda asentar los costos en la contabilidad. Sería un primer escaño de una reforma económica que debe contemplar a la disminución de la emisión monetaria sin respaldo en la producción.
Al mismo tiempo, debe emprenderse una reorientación de la política exterior para contener la presión externa, que se ejerce por medio sanciones como el bloqueo financiero y que afectan la capacidad de producción nacional, en particular a la industria petrolera, lo que trae como consecuencia que disminuyen los ingresos del país y se agravan las condiciones de vida de los venezolanos.
El grado tan elevado al que han llegado las sanciones y el deterioro tan fuerte de las relaciones de Venezuela con Estados Unidos y sus países aliados no es solo consecuencia de la actitud de los círculos más belicistas de Washington, sino que también hay que tomar en cuenta que Venezuela durante mucho tiempo no ha ejercido eficazmente su diplomacia en función de neutralizar a los más radicales y ganar aliados. Un redimensionamiento de la diplomacia, en medio del respiro de la actual distensión, puede contener nuevas sanciones. Nunca está demás la corregir.
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Pistola al cinto
Maryclen Stelling.|
Los últimos acontecimientos político-electorales, la crisis interna y la situación internacional han alimentado en Venezuela el periodismo de trinchera, devenido en un ideal informativo.
Periodismo que percibe la realidad como un campo de batalla, donde se enfrentan buenos contras malos y el periodista, siempre apostado en la trinchera de los buenos, tiene la misión principalísima de disparar contra el malo. Una forma de hacer la guerra, donde, luego de tomar partido y escoger el “bando correcto”, el periodista dispara sus “balas” –noticias y opiniones- para aniquilar al enemigo, contra el cual todo vale.
En consecuencia se descuida o se abandona el papel de vigilante del entorno, para participar activamente en la contienda política, a tal punto que es difícil saber quién marca la estrategia a seguir, el medio o el partido político.
Un periodismo militante persuadido de las virtudes del bando en que se atrinchera, abocado, desde esa plataforma político-partidista, a la crítica y denuncia de todo aquello que no encaje o se desvíe de sus marcos referenciales. El periodismo de trinchera toma parte activa en la contienda partidista y su finalidad es hacer política, en detrimento de informar y ofrecer argumentos o razones para que la ciudadanía, libremente, escoja sus opiniones propias y tome posición.
¿La búsqueda de la veracidad de los hechos es cosa del pasado?