Díaz Rangel: La amenaza viene del Norte/ Stelling: Entre la guerra y la paz
La amenaza viene del Norte
Eleazar Díaz Rangel-UN|
Supongo que usted no está entre quienes creen que fue una mera casualidad que coincidieran la reunión en Lima de 13 cancilleres con abiertas posiciones anti-Venezuela, y ese mismo día, y a la misma hora se precipitara la distribución de un preinforme del Alto Comisionado de la ONU sesgado contra Venezuela, que se publicó en numerosos diarios de América Latina. Por supuesto que hubo un acuerdo y complicidad para alcanzar esa “coincidencia”.
La campaña internacional contra Venezuela no cesa; la acentuaron para demandar que se suspendieran las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente, y, como era previsible, fracasaron, pero persisten.
En esa reunión de Lima acordaron que “Venezuela no cumple con los requisitos ni obligaciones de los miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas”, que como es fácil observar refuerza el planteamientos del Alto Comisionado de la ONU, que se conocerá en el informe a ese consejo a partir del 11 de septiembre. En ese organismo la delegación de Venezuela ha ganado tres votaciones cuando se han propuesto proyectos de resoluciones o acuerdos contrarios a los intereses nacionales, pero en esta próxima reunión las fuerzas parecen inclinarse por las posiciones de EEUU: de 47 miembros, ellos controlan 17 y al lado de Venezuela están 12, con indecisos que ambas partes tratan de ganarse; imposible pronosticar hoy cuál será el desenlace.
Por supuesto que no puede subestimarse la capacidad de EEUU y aliados para que, mediante la intimidación y las amenazas, puedan ganarse voluntades de gobernantes y hacerles cambiar de opinión. Una mayoría contra Venezuela podría decidir su expulsión del consejo, tal como lo hicieron contra Libia, y aunque esta decisión tendría que ser avalada por la Asamblea General, donde Venezuela ha tenido una sólida mayoría, es impensable una decisión contraria. Sin embargo, resultó extraño que en reciente votación en los países No Alineados, cuando consideraban una propuesta de solidaridad con Venezuela, no hubo, como en otras ocasiones, unanimidad; la mitad de sus miembros se abstuvo de hacerlo. ¿Ese cambio de posiciones podría repetirse en la Asamblea General de la ONU? ¿Existe realmente el riesgo de que hagan con Venezuela lo que hicieron con Libia?
Simultáneamente, se realizaba en Caracas la reunión de los países de la Alba, muy solidarios con Venezuela y de denuncia de las “amenazas imperiales”, que pese a su firmeza se quedan cortos cuando el viernes el presidente Trump amenazó abiertamente a Venezuela con una “opción militar”, es decir, con una intervención armada, para lo cual están creando las condiciones mediante la ofensiva mediática, y, por supuesto, con el apoyo de varios países latinoamericanos. No creo que se atrevan a hacerlo solos; y deberán reflexionar ante las reacciones de Colombia, México y Perú, y además la mayoría de los países de América Latina no lo acompañarán en una aventura como esa.
Otra decisión que está pendiente es la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela por parte de los países latinoamericanos. El presidente Santos anunció el martes que no descarta romper relaciones con Venezuela, aunque “esa medida debe tomarse con los demás presidentes de la región…”. Se deduce que esa posibilidad está en el ambiente, como parte de la ofensiva contra nuestro país. Además de la ruptura, está presente el bloqueo que el presidente Maduro denunció en su discurso del jueves ante la Asamblea Nacional Constituyente, bloqueo que ya ha comenzado en el mundo bancario y financiero y en la industria bélica, y es parte de la guerra económica.
Fracasados en sus intentos de impedir, primero, la elección de la ANC, y luego su instalación, desesperados como parecen estar, Washington se muestra decidido a emplear la acción militar.
El Gobierno ofreció inmediata respuesta que debe entenderse, igualmente, como un llamado a estar mosca ante cualquier agresión. Las cosas no están para juego. Es la soberanía e independencia lo que está en riesgo.
-Los triunfos en el deporte merecen abrir esta sección: además del exitoso desempeño en el Mundial de Atletismo, ¡por encima de todos los países latinoamericanos!, Venezuela peleó la final del Suramericano de Voleibol nada menos que con Brasil, ¡30 veces campeón!; el softbol femenino clasifica después de ganar siete juegos con solo una derrota. Y una pregunta a la FVA, ¿cómo explican que si no llegan a 20% las mujeres en el atletismo venezolano, en la última década se han destacado más que los hombres?
-La importante Comisión de la Verdad de la ANC, responsable de una amplia y profunda investigación, y que preside Delcy Rodríguez, debería ser ampliada con independientes, precisamente por su carácter político.
-Hace poco escuché de una socióloga, en una conversación en un grupo sobre candidaturas presidenciales, que a los nacidos en Caracas les cuesta mucho llegar a la gente, mientras con los nacidos en el interior esa relación con los caraqueños es más fluida y encuentran mayor receptividad. Los ejemplos que ofreció fueron los de Betancourt, C. A. Pérez, Lusinchi, Caldera, Herrera Campins y, naturalmente, Chávez. Las excepciones serían Gallegos y Maduro, caraqueños ganadores. Sin embargo, no ofreció ninguna explicación.
Pánico en EEUU.
En Estados Unidos se ha desatado un exagerado pánico ante la posibilidad de un ataque de Corea del Norte. Como en los años más tensos de la guerra fría, por TV informan cómo prevenirlo, y la venta de refugios de lujo se ha incrementado 700%. Se dice que Corea del Norte puede destruir a Corea del Sur ¡en menos de una hora!
Mientras algunos analistas coinciden en que realmente no hay peligro de una guerra nuclear, que se trata de una guerra mediática, tanto en Rusia como en China existe preocupación e insisten en sus llamamientos a las partes a ser más comedidos en el tratamiento de tan peliagudo asunto. Pero tanto en Washington como en Pionyang parecen tener oídos sordos, insisten en hablar de la capacidad de cada uno de destrucción de cada uno.
Pareciera que fue indispensable una complicidad en la 41ª Brigada para que se produjera, con relativa facilidad, el acceso al interior del fuerte y el robo de 90 fusiles. Lo que hace oportuno el llamado de Saúl Ortega a “un máximo de vigilancia” ante un eventual intento de toma de un cuartel fronterizo.
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Entre la guerra y la paz
Maryclen Stelling |
El proceso constituyente expresa la voluntad de ocho millones de personas que supone una base de legitimación al proceso y a la Asamblea Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro.
Sin embargo, la legitimidad constituyente ha sido puesta en tela de juicio desde la oposición, al igual que por sectores calificados como “chavismo disidente” o “crítico”. Se señala que tal propuesta “arrasa” con los avances de la Constitución de 1999, y, específicamente, se acusa al madurismo de haber traicionado los fundamentos democráticos del proceso iniciado en 1998. Se la interpreta como un intento de mantener el poder a toda costa, a pesar de “la imparable pérdida de popularidad y legitimidad del presidente Maduro”.
A tal fin se habría diseñado una ingeniería electoral para convertir la minoría que hoy representa el gobierno y el Psuv en una mayoría en la Asamblea Constituyente. Y, en una suerte de juicio final, se concluye que no se trata de una Asamblea Constituyente democrática. En tono predictivo se asevera que, al no integrar a todos los sectores, inevitablemente se radicalizará el conflicto e impedirá la posibilidad de reconocimiento y entendimiento mutuo, de diálogo y salidas no violentas.
Curiosamente, una vez conocidos los resultados, desciende la violencia de calle y ello genera descontento en los militantes de la MUD. A pesar del CNE y de la acusación de fraude electoral, varios partidos de la MUD deciden participar en las regionales. Se desmarca VP, que decide mantener en paralelo la presión en las calles. Arrecia, sin embargo, la campaña internacional dirigida a minar la legitimidad de la ANC, del presidente Nicolás Maduro y de altos funcionarios del gobierno.
Comienza a sesionar la ANC y su gestión se debate entre dos polos: la pluralidad política e inclusiva, donde todos y todas tengamos derecho a ser oídos y participar, o el sectarismo cerrado, de obediencia y fidelidad acrítica.
Afronta entonces importantes retos. ¿Legislar para una minoría o para la sociedad venezolana? ¿Legislar para la paz y la convivencia o para la retaliación y el sectarismo político? ¿Construir un espacio de diálogo o convertirse en un ámbito de confrontación? Legislar para el entendimiento y la reparación o para la negación y la inclusión?