Ferrocarriles e hidrocarburos en la Argentina: ¡no va más!

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JUAN GUAHÁN| Dos políticas, que vienen de arrastre en la Argentina, ya no dan para más y piden cambios profundos e inmediatos. Se trata del transporte ferroviario y la producción y distribución de hidrocarburos. Sobre ambas cuestiones hubo muchas novedades esta semana. La tragedia de Plaza Once y el problema con las petroleras deja a laluz el tema de la privatización de las empresas del Estado, en la década de 1990, y sus graves consecuencias.QUESTION LATINOAMÉRICA

Ferrocarriles, una tragedia anunciada

Lo ocurrido en la Plaza Miserere (conocida como Plaza Once) de la Capital Federal, a pocos metros del sitio que albergara la tragedia de Cromañón (el 30 de diciembre 2004, con 194 muertos y 1432 heridos), no solo manifiesta la proximidad física de ambos hechos, la semejanza en el dolor y tamaño de la tragedia. También tiene que ver con el rol del Estado y cómo se ejerce el mismo.

Es mucho lo que se ha visto, escrito, escuchado sobre lo acontecido en la mañana del miércoles pasado con esa formación ferroviaria, sus 51 muertos y 703 heridos. Traía más de mil quinientos sueños, muchos de ellos fueron despedazados en ese segundo que la maquinaria se rebeló a su destino de detenerse y avanzó descontrolada hacia su trágico final. Pero todos sabemos que –hasta el día de hoy- las máquinas carecen de voluntad propia y hacen lo que nosotros les ordenamos o permitimos. Hacen aquello para lo que fueron preparadas o dejadas de preparar. Partiendo de estos principios la causa está en las personas y no en la máquina y puede tener –en este caso- tres orígenes y responsabilidades distintas: El maquinista, la empresa que presta el servicio y el Estado. Las pericias e investigaciones tendrían que determinar la responsabilidad de cada uno de ellos.

Hechas estas aclaraciones cabe recordar algunos datos que no son superfluos. Nuestro país ostenta, en los últimos 14 meses, el triste record de 7 graves accidentes ferroviarios (3 en la Capital Federal, 2 en el Gran Buenos Aires, 1 en el interior de la Provincia de Buenos Aires y 1 en San Luis). En ellos se computan 71 muertos y más de mil heridos.
Quienes investigaron estos casos llegaron a la conclusión que todos ellos eran evitables. En algunos hubo notoria deficiencia de terceros, como pasara en San Luis donde concurrió la “distracción” del chofer del ómnibus.

Pero aún en ese caso la inexistencia de una barrera o de un banderillero hizo posible que ese “error” llegara a la tragedia. Otros accidentes tienen una raíz semejante, como el caso del ómnibus atropellado en Flores (Capital). En todos ellos la voluntad de ganar más, ahorrando en barreras o eliminando al viejo y tradicional personal de guarda barrera, es el preludio del drama. Como suele ocurrir, lo que debió preverse y no se hizo termina en tragedia. En otros casos, muy probablemente el ocurrido esta semana, tiene que ver con vagones mal reconstituidos y faltas de mantenimiento. Como siempre, estos problemas también tienen como causa la búsqueda de mayor ganancia.

Pero ¿porqué la voluntad de ganar más es superior a la vida humana? Eso tiene que ver con el actual modelo de explotación ferroviaria. En el mismo el Estado ha dejado prevalecer el interés de la ganancia privada por encima de su responsabilidad por el interés colectivo.

Los ferrocarriles fueron privatizados en la década de los 90, luego del duro golpe que les asestó el frondicismo en los inicios de los 60 con el Plan Larkin. El argumento fue que eran ineficientes, que producían pérdidas por un 1 millón de dólares por día. En aquel entonces ocupaban unas 90 mil personas, utilizando más de 30 mil kilómetros de vías. Hoy los empleados no llegan a los 15 mil y las vías férreas utilizables no pasan los 12 mil kilómetros. Pero ahora el aporte estatal supera los 3 millones de dólares diarios. Tres veces más. Estos fondos van, desde la época del menemismo, a las arcas de las empresas concesionarias.

Todas las miradas apuntan hacia esas empresas y hacia el Estado encargado de controlarlas. En el oficialista periódico “Página 12” se dice que los subsidios sirvieron para mantener el valor de la tarifa, pero no para mejorar el servicio. No son pocos los que piensan que la reiteración de accidentes tiene que ver con esas falencias. Si “para muestra basta un botón” tomemos las palabras de uno de los usuarios accidentados en Once. Éste nos dice que “los vagones incrustados (donde estaban casi todas las víctimas fatales) parecían un acordeón”. Son varios los técnicos que sostienen que a la velocidad denunciada los vagones –correctamente construidos o debidamente reparados- deberían resistir el impacto, si eso no pasó es porque el material utilizado es más liviano y de menor calidad que el técnicamente requerido.

En el mismo sentido hay denuncias sobre la fragilidad de los asientos, que se sueltan al primer golpe y sus componentes –más débiles que lo debido- se desprenden más fácilmente golpeando el cuerpo de los usuarios. Con estos materiales, las reparaciones tienen menor costo y además “alivianan” el peso de la formación permitiendo más carga con menos consumo de energía. Cabe recordar que las reparaciones las hizo la misma empresa concesionaria a precios mayores que los internacionales, sin cumplir sus normas técnicas. Es por eso que se puede oír la voz de los que plantean que, previo a la necesaria quita de la concesión (como lo pide la CGT, entre otros) y re estatización de los ferrocarriles, hay que obligar –a los actuales concesionarios- a efectivizar las inversiones a las que se han obligado.

Hidrocarburos, un agujero negro que pide luz
Si bien durante esta semana se produjeron algunos hechos importantes vinculados a los hidrocarburos es bueno retomar el discurso de la Presidenta del 25 de enero del corriente año. Allí -al reasumir sus funciones- luego de la operación a la que fue sometida, expresó que durante el año pasado se debieron importar combustibles por 9396 millones de dólares. Un 110% más que el durante 2010. Colocó en las “avivadas” de las empresas del sector la responsabilidad por ese desembolso dada la caída de producción, por falta de inversiones.  Hasta aquí un dato clave de nuestra realidad energética, aportado por Cristina.

Otros datos, no menos trascendentes, son que las inversiones de riesgo (exploraciones) en este sector son 50% menores que las realizadas hace 30 años atrás. Además la información oficial da cuenta que la producción de gas viene disminuyendo desde 2004 y la de petróleo desde 1998. La respuesta a estas medidas ha sido el creciente incremento de las importaciones hasta llegar a las cifras ya señaladas por la Presidenta. Esta situación se vuelve insostenible más aún si tenemos en cuenta la crisis económica general y la escasez de la divisa verde, abundante en otros tiempos.
Frente a esta realidad hubo rumores, reuniones y gestos diversos.

YPF-REPSOL envió a su Presidente Antonio Brufau, por segunda vez –en dos semanas- a la Argentina, hasta ahora no logró reunirse con la Presidenta. Para aumentar la presión anduvo por Buenos Aires Jesús Gracia Aldaz –Ministro para Iberoamérica del Estado Español- quien fuera número dos en la embajada española en Buenos Aires, luego de haber sido embajador en Cuba donde fue expulsado por Fidel Castro.

El gobierno volvió a reunir a los gobernadores de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI). Éstos produjeron un documento muy duro donde reconocen que la producción de petróleo cayó un 18% en los últimos 10 años y la de gas un 11%. Fundamentalmente criticaron a YPF, sin que faltaran algunos que reivindicaran la actuación de otras empresas extranjeras. Nada de esto era imaginable hace algunos meses atrás. Acordaron presionar a las petroleras para que aumenten sus inversiones y mejoren la producción de petróleo y gas. Ésta deberá incrementarse un 15% en dos años. Advirtieron que, de no hacerlo, podrían llegar a quitarles la concesión de algunos campos y rescindir contratos. Cabe recordar que algunas de esas provincias vienen de acordar con las petroleras la extensión de los contratos hasta fechas extravagantes, como lo es el convenio con la Pan American Energy (Chubut y Santa Cruz) que puede llegar hasta el 2047.

Mientras se mantiene el rumor acerca de una posible re estatización (calificada como “peligrosa” por el diario La Nación) de YPF, un grupo de fuerzas kirchneristas ha creado el Frente Nacional por la Soberanía Energética. Lo integran el Nuevo Encuentro dirigido por el diputado Martín Sabatella, el Movimiento Evita, el Frente Transversal, la CTA conducida por Hugo Yasky, el grupo de intelectuales reunidos en Carta Abierta y otros agrupamientos. Se estima que allí puede encontrarse la base social, política e ideológica que empuje una política de re estatización de YPF. SIn embargo, las dificultades financieras del gobierno llevan a pensar que el camino elegido no sería ese. Es más probable que el gobierno impulse la idea de forzar mayores inversiones de las empresas concesionarias, asociadas o no con estado provinciales, sin descartar una intervención a YPF haciendo que ésta se haga cargo de pagar la diferencia por el mayor costo de los hidrocarburos importados. .

Mientras tanto Guillermo Moreno y Julio De Vido, tiene una sorda confrontación acerca del origen de las futuras y millonarias importaciones de hidrocarburos. De Vido insiste en hacerlo vía Venezuela y Moreno se inclina por Angola.