La fuerza del pueblo es determinante para derrotar la ofensiva contrarrevolucionaria

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Gerónimo Paz|

Coherentes con las directrices establecidas en el la “Operación Venezuela Freedom 2”, diseñadas por el Comando Sur de los Estados Unidos (EEUU), la derecha venezolana sigue empeñada en capitalizar el justo descontento que cunde en el pueblo por la profunda crisis económica, ética, política y social que atraviesa el país, para configurar un escenario insurreccional que les garantice un desenlace de derrocamiento del gobierno Chavista. La excusa es el referéndum revocatorio, con el cual no solo engañan a su base social, sino que con esta consigna de profunda esencia democrática -conquista revolucionaria rechazada por ellos en el referéndum popular que aprobó la Constitución Bolivariana de 1999- buscan darle un manto democrático, y encubrir los verdaderos planes y rostro de sus acciones sediciosas. Quieren el derrocamiento mediante la vía que sea del Gobierno legítimo de Venezuela, y con ello el desmontaje de la democracia bolivariana, las conquistas sociales, políticas, culturales que la revolución ha dado al pueblo.

La MUD actúa ni más ni menos como una fuerza antipatriótica al servicio de una fuerza extranjera: los EEUU y su Comando Sur, ejecutando al pie de la letra las estrategias y las acciones que desde los centros de comando del imperialismo les asignan. Son instrumentos de intervención de la guerra no convencional, de los nuevos modelos de intervención con los cuales el imperialismo pretende reconquistar América Latina.  Estos planes explotan al máximo las debilidades, vulnerabilidades y desaciertos de la dirección política de la revolución. Nos creen derrotados, desgastados e incapaces de reaccionar con la fuerza suficiente para contener su actual ofensiva, que ellos consideran final. El desabastecimiento, la inflación descontrolada, la crisis eléctrica, la inseguridad galopante, la burocratización y corrupción de una buena parte de la dirección bolivariana y su distanciamiento del pueblo generan los vientos que favorecen la actual embestida imperial.

Pero no solo es Venezuela, la ofensiva imperial es de carácter continental: busca recomponer la dominación para el capital trasnacional norteamericano y europeo, y garantizarse los recursos estratégicos y los mercados que habían sido puestos en entre dicho por el ciclo democrático y progresista continental de la última década, lo que trajo consigo cambios evidentes en la geopolítica continental. Hoy vemos como la estrategia de restauración neoliberal ha dado importantes resultados a favor de la geoestrategia norteamericana, sobre todo al lograr salir de los gobiernos progresistas de Argentina y Brasil, y colocar a Venezuela Bolivariana en una situación que compromete la continuidad de la revolución chavista, y hacia donde se enfoca todo el arsenal con el que cuentan para el desarrollo de la guerra no convencional. Caída Argentina y Brasil viene con todos sobre el pueblo de Bolívar y Chávez.

En este contexto debemos valorar las estrategias para confrontar y resistir la amenaza restauradora, sosteniendo las banderas trasformadoras anticapitalistas, reafirmado la esperanza, la rebeldía e insumisión de un pueblo que despertó bajo el influjo de un líder histórico que se trasfiguró en proyecto histórico. A tiempos complejos y confusos cargados de contradicciones e interrogantes, debemos responder siempre con pueblo movilizado, organización popular, solidez ideológica, visión estratégica y claridad táctica. Sin embargo -y apelando a la máxima vietnamita de preparase para lo peor- hay que definir planes y acciones no solo para la defensa del proceso, del socialismo, de la democracia revolucionaria, sino que hay que considerar desde ya un escenario de resistencia ante un eventual gobierno de la oligarquía que significaría un cambio radical de escenario de lucha. Considerar todos los escenarios posibles o concebidos de lucha que se desprenden del análisis correcto de la realidad concreta, es un prerrequisito para que las fuerzas revolucionarias puedan estar listas para, en cualquier circunstancia, continuar la lucha por los objetivos históricos de la revolución bolivariana ven violencia16

Defender lo conquistado, y dentro de ello, pese a las contradicciones, entender al gobierno chavista como una conquista del pueblo, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra pasión, es la primera opción de lucha. Para ello es fundamental contar con la fuerza determinante del pueblo. Solo con pueblo salvaremos la revolución, o en un escenario de resistencia reorganizaremos la lucha para volver al poder político. Solo siendo consecuentes con el postulado principal del comandante Chávez: “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, puede haber perspectiva estratégica de victoria. Esta revolución fue tal porque logró movilizar e incorporar a las mayorías nacionales empobrecidas, no como meros espectadores u objeto de la política, sino como sujeto político. Si algo hizo Chávez fue construir sujeto político, si algo enseñó Chávez es que solo el poder popular dota de irreversibilidad al proceso.

Esta concepción ideológica y estratégica parece olvidarse en las instancias de dirección política del proceso, que van en contrasentido, y lejos de bajar a las masas paulatinamente, aun en medio de esta profunda crisis revolucionaria, se distancian del pueblo y se ensimisman en el aparato burocrático, creyéndose que desde allí podrán sostener el gobierno y vencer la ofensiva contrarrevolucionaria. Disociados de la realidad, distraídos en muchos casos en sus propios proyectos personales, es decir despolitizados, ya no están ni tantico así en función de las tareas revolucionarias ni de la política si quiera. Aprovechan al máximo el tiempo para raspar la olla, tienden puentes con la derecha, contienen toda iniciativa que tenga el menor asomo de abrir espacios para el protagonismo del pueblo o que tengan perspectiva de izquierda.

Es imposible con una dirección política de este talante burocrático y ético, y sin el concurso protagónico de las bases chavistas, pensar en un escenario de victoria.  Tal cual lo señalara Diosdado en su último Con el Mazo Dando: “No se puede hacer revolución sin revolucionarios“, a lo que nosotros agregaríamos: no son solo aquellos que firman para avalar el referéndum revocatorio, son todos aquellos que sabotean, bloquean y hasta confrontan desde las instituciones y el mismo PSUV el protagonismo del pueblo y la profundización de la democracia revolucionaria concebida por el comandante Chávez, donde el sujeto político se hace presente de manera inmanente como un todo, como alfa y omega de socialismo del siglo XXI.

De todas las contradicciones que atraviesan la revolución bolivariana, es quizás la crisis de dirección revolucionaria, de legitimidad de gran parte del liderazgo existente, la más grave, y se constituye en la mayor dificultad para vencer la actual ofensiva contrarrevolucionaria. La forma burocrática, superestructural, mediante la cual están leyendo el actual cuadro, la desconexión con la gente, la casi inexistencia del PSUV como organización revolucionaria que haga trabajo político y organizativo dentro de una estrategia de recomposición revolucionaria, que actúe en correspondencia con la situación extraordinaria, que movilice al pueblo en función de las tareas urgentes y necesarias de la revolución, son factores que complican en demasía las perspectivas estratégicas de este proyecto altercapitalista que tanta esperanzas despertó en el pueblo.

No habrá recomposición revolucionaria sin la fuerza determínate del pueblo, sin su protagonismo, sin ampliar y extender el poder comunal como expresión concreta de su empoderamiento. Esa es la línea estratégica correcta, y para ello, entre otras cosas,   hay que combatir el reformismo dentro de las estructuras de dirección formal hoy fortalecidas, el oportunismo, el raspaollismo, que sostienen una permanente resistencia contra el pueblo, las comunas, y sobre todo contra las concepciones realmente chavistas dentro del proceso. Protagonismo popular y reconstrucción de la dirección política del proceso, son dos ejes claves para la formulación de un plan de recomposición revolucionaria, serio y eficaz. Lo demás será vano, sisifoniano.