Adiós, precioso pájaro
Luis Britto García|
En los demás reinos valen la habilidad o la inteligencia; aquí nada salva
1
Con terror me acerco a la poesía. En los demás reinos valen la habilidad o la inteligencia; aquí nada salva. El poema es el latigazo que sacude lo desconocido. Tras cada verso grande espanta la vislumbre del secreto del mundo. Aquí por fin el empeño es inútil: el manantial se da suscitando la sed insaciable o, por lo menos, anuncia las irremediables piedras. El verso legítimo anuncia al ser verdadero. El hombre nuevo fue siempre el hombre viejo, invulnerable al tiempo. El poema es la única eternidad que viviremos.
2
Es el poeta aquél que busca la salvación en la perdición de la palabra. Nació para poeta alguien con un nombre tan terrenal como Ramón, que huele a surco abierto, y con apellido Palomares, donde llegan las aves cuando el sol se pone. Condenación y redención del poeta es irse pareciendo cada vez más a sus versos. Así cuando cristaliza en fulgor, muere.
3
No molestes al incesante artesano dado en transformar los desechos del mundo en trascendencia. No preguntes por los fogones ahogados por la tenuidad del aire ni por las topias, como nosotros incapaces de retener recuerdos. Al que echa a andar por descampados no le queda más concepto que lo evidente. Un reloj que solo marca el ahora se tuerce en la intemperie de su frente. Por aquí no es. Tampoco por allá. Por ningún sitio se huye. No hay más sendero que hundirse en el foso sin retorno, hacia la oscuridad saludable del pecho.
4
Maldito seas, poeta. Todo el mundo sabe quién eres y no te perdona. No son para ti las dignidades ni las mieles. Para qué darle pizcas a quien todo lo tiene. Allá ruedan los versificadores falsos en las escalinatas lúgubres de los cargos y del bombo mutuo. Allá vuela el sanador de almas hacia la nube de la dicha terrible. Hay comunión de espíritus en el cifrado que transcurre hasta el punto final. Por un tris apenas te leemos mientras que tú incesantemente eres. Si el ser es el lenguaje, la utopía del ser es posible. El poeta es el exacerbado de sí mismo. Ha muerto la fábrica del infinito y la eternidad revive.