La guerra del Pacífico
Eleazar Díaz Rangel-Últimas Noticias
Con ese nombre se conoce la que se libró en ese escenario durante la II Guerra Mundial entre Estados Unidos y Japón desde el 7 de diciembre de 1941, cuando los japoneses bombardearon sorpresivamente la base naval de Pearl Harbor, hasta el 14 de agosto de 1945, con la rendición de Japón después de que EEUU lanzó sus bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, con centenares de miles de muertos.
Hubo otra, pero en el Pacífico suramericano, que enfrentó a Chile con la alianza Perú-Bolivia, iniciada el 14 de febrero de 1879 con la invasión chilena de la ciudad boliviana de Antofagasta, y concluida en 1885 cuando las fuerzas chilenas abandonan Lima, que tenían ocupada desde el 17 de enero de 1881.
El desierto de Atacama separa Chile de las provincias sureñas de Perú y Bolivia. Era una extensión abandonada hasta que se descubren ricos yacimientos de salitre, que explotaban compañías chilenas en comercio con empresas británicas. La región comenzó a desarrollarse y poblarse, y se hicieron inevitables los litigios, particularmente entre Chile y Bolivia, que entró en secretas negociaciones con Perú en el caso de una guerra. Chile acusó a Bolivia de violar un tratado que prohibía establecer nuevos impuestos a las compañías chilenas, y ante sus desatendidos reclamos, envía una nave de guerra a Antofagasta y a comienzos del año 1879 toma esa ciudad, el 1º de marzo; Bolivia le declara la guerra a Chile, y el 15 de abril, en cumplimiento de compromisos secretos, lo hace Perú. Es el comienzo de esa guerra.
Desde entonces se libraron varios combates, con la mejor parte para los chilenos, que derrotan a las fuerzas aliadas en Tacna, y avanzando por tierra y por mar, después de enfrentamientos en Calama, Dolores y Chorrillos, sus tropas entraron triunfales en Lima el 16 de enero de 1881, con la secuela de los abusos y destrozos de una ocupación militar. Dos años después, en Arequipa, se rinden las fuerzas de Perú y Bolivia. En 1904, Chile obliga a una negociación de paz a Bolivia. Como siempre ocurre en casi todas las guerras, las condiciones las impuso el vencedor.
Al final, Perú pierde 36 mil km² y Bolivia 158 mil km², que incluyen costas con una extensión de 480 kilómetros, cerrándole así su salida al mar.
En los 100 años largos que han transcurrido desde que se firmó ese tratado, ha habido varias negociaciones sin resultado alguno. A fines de 1976, por ejemplo, el Consejo Nacional Marítimo propuso un canje de territorios: “…daremos una extensión determinada y recibiremos otra de la misma extensión ganando el acceso al mar”, decía el documento. La propuesta tuvo resistencia en toda Bolivia; hubo una recia campaña cívica en el país contraria al trueque, encabezada por instituciones de Cochabamba.
Con el presidente Evo Morales en el poder, y en Chile Michelle Bachelet, Bolivia tomó nuevamente la iniciativa, pero todos los acercamientos habidos fueron una pérdida de tiempo, no se avanzaba nada, y es cuando La Paz decidió llevar el caso a la Corte Penal Internacional, en La Haya, en 2013, donde ahora comienza a ventilarse un aspecto: si esa corte tiene jurisdicción para conocer el fondo del problema, como es la reclamación boliviana de una salida soberana al mar. Chile le niega esa facultad a la CPI. Ambos países formularon sus exposiciones, concluidas con la réplica de La Paz el viernes, y ahora la CPI tiene 6 meses para decidir si es o no jurisdicción suya resolver el centenario litigio suramericano.
Las simpatías internacionales, aunque no se expresan públicamente, parecieran estar con el reclamo de Bolivia, sometida a un severo enclaustramiento desde hace más de un siglo.
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