Las municipales

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ELEAZAR DIAZ RANGEL | El domingo 8 de diciembre serán las elecciones para alcaldes y concejales. Las estructuras partidistas, así como los aspirantes a 337 alcaldías y a las casi 2 mil 500 concejalías, comenzarán a moverse desde ahora.

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Y millones de venezolanos, aunque no tantos como en unas presidenciales, estarán prestos a votar ese día, entre otras razones por la confianza que tienen en el CNE y en el sistema electoral venezolano, tantas veces probado, tantas veces elogiado por instituciones e individualidades del extranjero. Más de 14 millones se volcaron a las mesas en octubre y otros tantos en diciembre, para escoger Presidente y gobernadores, y otra vez el 14-A para elegir otro Mandatario nacional. Apenas 20% de abstención, pocas veces visto en el mundo.

ven elecciones

Todas esas votaciones las ganó ampliamente el chavismo, algunas por barridas, como las de gobernadores: 20 de 23. ¡¡En beisbol sería batear para 869!! Sin embargo, porque por una vez no ganó con holgada ventaja, como ha sido práctica y costumbre desde 1998, y Nicolás Maduro triunfó con una diferencia sólida, apenas poco más de 200 mil votos, se desató la más perversa campaña contra el CNE; les han dicho de todo, lo han divulgado en el exterior, no reconocen la legitimidad del Presidente, y se atrevieron a decir que con esos rectores no van a otras elecciones.

La transparencia, seguridad y confiabilidad de ese equipo que preside Tibisay Lucena, y del sistema, son tales que el chavismo perdió un referendo por menos de 1% y enseguida admitió su derrota.

En las últimas elecciones municipales hubo alcaldes que ganaron hasta por 13 votos, como Benito González, que en el municipio Justo Briceño, Mér, derrotó a José Albarrán (Copei), sólo con 0,39% de ventaja. Hubo otros electos con diferencias mínimas desde 0,07% (89.411 a 89.260) como fue la victoria de Pedro Bastidas sobre Richard Mardo, en Girardot, Ara; o de 0,29%, 10.254, Argenis Alvarado, a 10.189, Rafael Parra, en Independencia, Yar; 0,79%; y Félix Bracho, 60.785, a Oscar García, 59.786, en Cabimas, Zul. Todas esas victorias fueron del Psuv, reconocidas sin discusión.

También hubo apretados triunfos de la oposición y el derrotado fue el Psuv-aliados, por mínimas ventajas: 0,73% en Manaure, Fal, ganó Dimaris de Henríquez (AD), 1.961 votos, a Francisco Barleta, 1.925; 1,06%, en Padre Chien, Bol; Aquilino Márquez (Copei), 3.591, a Sol Rubinetti, 3.512, 0,37%, en Silva, Fal. Alberto Zreik (El Capo), 3.906, Héctor Feijóo, 3.865.

En total, en 14 municipios las elecciones se decidieron por menos del 2% de los votos; en nueve, por menos del 1%, y fueron tan transparentes y limpias que, si hubo alguna impugnación, se decidió coincidiendo con los resultados. Otra demostración más de cómo en las votaciones venezolanas se respeta la voluntad del votante, cualquiera sea.

col capriles y santos (1)Mal paso de Santos

Cuando en agosto de 2011 se reunieron en Cartagena los presidentes Chávez y Santos, firmaron un acuerdo donde no se leía nada relacionado con el primer problema que separaba a ambos gobiernos y había creado los más altos niveles de tensión: la instalación de nuevas bases militares y, en especial, la de Palanquero, comprometidas por los gobiernos de Uribe y de Bush. Hubo un compromiso del presidente colombiano de detener esos proyectos, cuya palabra aceptó Chávez.

Así fue posible normalizar las relaciones y andar sobre rieles, sin contratiempos que no se examinaran al nivel presidencial. Y todo iba bien, cuidadosos de que no los descarrilaran, pues en uno y otro país hay factores estimulantes de avivar las diferencias, hasta el pasado miércoles, cuando Santos recibió en su despacho al ex candidato Capriles, de quien es público y notorio que no reconoce a Nicolás Maduro como presidente legítimo.

Como el encuentro se había anunciado por los medios, Miraflores entró en contacto con Bogotá, y habría recibido promesas de que no lo recibiría. Si fue así, razones son más que suficientes para la reacción venezolana que comenzó con la retirada de Roy Chaderton, que estaba en las negociaciones de paz en La Habana como representante de uno de los dos “países amigos”. Fue un primer paso. Se supone que recibirán explicaciones de la Casa de Nariño para evaluarlas, junto a otros factores como es la función de vanguardia de Colombia en la Alianza del Pacífico, estimulada desde Washington para contraponerla a Unasur y Celac y abrirle el paso al libre mercado del Alca, así como las razones de política interna pues Santos aspira a la reelección y con ese “gesto” pretende neutralizar a su empecinado enemigo Uribe.

Ojalá este de Bogotá no sea el primer paso que nos lleve a mayores tensiones y a un retroceso en un camino que con tanto cuidado habían andado los dos presidentes.