En Chile pesan más injusticias acumuladas que la economía

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MARIANELA JARROUD | Las buenas cifras económicas de Chile durante 2012 no sirvieron al presidente Sebastián Piñera para mejorar su alicaída popularidad, porque en la ciudadanía pesan más las injusticias acumuladas sin resolver, coinciden analistas consultados por IPS.

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Foto: Fernando Fiedler – IPS

Chile sorteó con éxito las inclemencias de la crisis económica de Europa, al cerrar el año pasado con un incremento del producto interno bruto (PIB) de 5,5 por ciento y una tasa de inflación de 1,5 por ciento.

El desempleo, en tanto, afectaba solo a 6,2 por ciento de la población económicamente activa al concluir 2012, un año en que los salarios crecieron a un ritmo de seis por ciento, todo según cifras oficiales.

El gobierno ha celebrado cada una de estas cifras como un ejemplo de la fortaleza de la economía chilena. En su afán por hacer visibles estos logros a la ciudadanía, creó el portal www.chilecumple.cl, donde destaca los avances de la administración del derechista Piñera, quien antes fue un exitoso empresario.

Sin embargo, la popularidad del mandatario se mantiene en torno al 30 por ciento, con un alto rechazo a su gestión y tan sólo un 28 por ciento de aprobación a su manejo de la economía y el empleo.

El politólogo Mauricio Morales, de la Universidad Diego Portales, explicó que “la aprobación presidencial responde no solo a los indicadores económicos, sino también a los atributos personales”. “Piñera no es percibido como un presidente honesto o cercano”, a diferencia de la exmandataria socialista Michelle Bachelet (2006-2010), con una tasa superior a 50 por ciento de aprobación de la ciudadanía.

Eso sitúa a la actual directora de ONU Mujeres como la candidata con mayores probabilidades de ganar las elecciones presidenciales de octubre, aunque ella no hizo oficial su postulación todavía.

Morales abundó en que las encuestas, en general, muestran que siempre existe una brecha entre la aprobación al manejo económico de los gobiernos y a quien ostenta la Presidencia.

Sin embargo, “con Piñera ambos indicadores son casi idénticos, lo que demuestra que, efectivamente, los atributos son muy relevantes”.

El economista Manuel Riesco, del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo, expresó que la desaprobación ciudadanía y la poca relevancia que le da a los indicadores económicos responde a “injusticias acumuladas”. “El descontento de la ciudadanía no se debe a las cifras económicas sino al abuso generalizado al que ha venido siendo sometida a lo largo de las últimas dos décadas tanto en periodos de vacas gordas, como ahora, como en el que las vacas están flacas”, afirmó.

Riesco añadió que “la gente pensó equivocadamente que los abusos terminarían con la dictadura (1973-1990). Pero eso no ocurrió, lamentablemente, porque si bien se democratizó el sistema político, se mantuvo el modelo sin cambios en lo fundamental”.

Para el economista, “la ciudadanía chilena está mucho mejor informada de lo que se cree y es muy paciente, pero cada 10 años suele perder la paciencia y ahora ya llevamos veinte”.

Eso explica, a su juicio, la situación actual, en la que “nuevamente está en ascenso la participación masiva de la ciudadanía en los asuntos públicos”. “Y no va a aflojar hasta que se resuelvan los grandes problemas”, puntualizó.

Las protestas sociales continuaron en Chile durante 2012, cuando tomó protagonismo la demanda de una reforma estructural del sistema político y de la gobernabilidad, en lugar de la democratización de la educación que marcó la lucha en el año anterior.

Si en 2011 los estudiantes fueron los actores indiscutidos de la protesta, en 2012 los ciudadanos lucharon por temas ambientales, económicos y sociales, que fueron resumidos en la demanda de una reforma de la Constitución, través de la convocatoria a una asamblea constituyente.

La actual ley fundamental está vigente desde 1980 y es una herencia de la dictadura del extinto general Augusto Pinochet (1973-1990). Su texto, plantean los activistas sociales, limita el desarrollo institucional que necesita el desarrollo de la democracia y de una sociedad más igualitaria y moderna.

La gente se une a especialistas del mundo académico, político y social en criticar el hecho de que el crecimiento económico no se traduzca en una reducción de la desigualdad social, la pobreza o la degradación ecológica.

Mercedes Muñoz, profesora de Educación Básica por casi 40 años y que está por jubilarse, dijo a IPS que las cifras que anuncia el gobierno no se reflejan “para nada” en el día a día de un ciudadano común.

“El gobierno parece no invertir en educación, ni en salud, en nada que nos haga vivir más tranquilos y mejor, en que el ahorro de toda una vida sea sustentable para la vejez, en que los padres no se endeuden eternamente para que sus hijos estudien”, reclamó.

La educadora añadió que esos indicadores económicos “se reflejan solo en los más ricos del país” y enfatizó que, si la macroeconomía de Chile se salva de los embates de la crisis financiera internacional, “será a costa del sacrificio del pueblo”.

Chile, un país que lleva décadas declarado como el “milagro latinoamericano” por la pujanza de su economía y la reducción de la pobreza, se caracteriza por tener una de las brechas entre ricos y pobres más amplias de América Latina.

De acuerdo con las cifras de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional 2012 (Casen), la diferencia entre lo que perciben los sectores más ricos y más pobres cayó de 46 veces en 2009 a 35 veces en 2011.

Riesco explicó que, más allá de la percepción ciudadana, “ciertamente es motivo de celebración que el país haya logrado capear en buena forma la crisis financiera mundial”, que estalló en 2008 en Estados Unidos y que desde 2010 tiene su foco en Europa.

Pero alertó sobre el hecho de que ese logro dependa de un factor externo, “el inusualmente elevado precio del cobre, la principal riqueza del país”.

Los ingresos por el metal “son casi pura renta, es decir, excedente sobre el costo de producción del cobre. Por lo tanto, no es valor agregado por el trabajo de los chilenos sino una renta transferida desde el exterior y de la cual se apropian las grandes mineras en su mayor parte”, dijo. Añadió que al menos una quinta parte del PIB chileno es aportada por la renta minera, “la que por definición es efímera y puede desaparecer como ocurrió con el salitre en su momento”.

Además, “el precio del cobre inevitablemente va a bajar, y ello contraerá la economía chilena a sus verdaderas proporciones, que no son otras que el valor agregado internamente, o si se prefiere, la suma de los costos de producción; todo lo que excede estos últimos es renta, efímera”, sentenció.

El gobierno, en tanto, se apura en estos primeros días de 2013 en anticipar que a su cierre la economía crecerá en cinco por ciento, la inflación bajará a una tasa anual de tres por ciento y el gasto fiscal se incrementará en cinco por ciento, en un año signado por los comicios presidenciales y legislativos.

Pese a ese panorama optimista, para Morales “Piñera ya no alcanzó una gran popularidad” y en 2013, su último año en la Presidencia, “enfrentará como nunca la soledad del poder”.