Cepal: Inserción Internacional y crisis del comercio regional 2015: diagnóstico y perspectivas.
Alicia Bárcena- Cepal|
La economía mundial se encuentra en una coyuntura de bajo dinamismo y fuerte incertidumbre, ya que aún no se ha recuperado de los efectos de la crisis económica de 2008 y 2009. América Latina y el Caribe no es ajena a este cuadro y, según las proyecciones, se producirá una pequeña disminución del producto interno bruto (PIB) regional en 2015, seguida por una débil recuperación en 2016.
En ese contexto, 2015 será el tercer año consecutivo de caídas crecientes en el valor de las exportaciones de la región, situación que solo tiene precedentes durante la Gran Depresión de los años treinta. El fin del ciclo del auge de los precios de las materias primas, la desaceleración de la economía china, la débil recuperación de la zona del euro y el escaso dinamismo de la actividad económica regional, particularmente en América del Sur, explican este magro resultado.
La fuerte desaceleración del comercio mundial en la poscrisis se explica en gran medida por la persistente debilidad de la demanda agregada mundial, que no se ha visto dinamizada por las políticas monetarias expansivas de los países industrializados. Varios elementos contribuyen a este escenario, entre ellos el exceso de capacidad productiva a nivel global en varias industrias, la inestabilidad resultante de la disociación entre la dinámica de la actividad financiera y la de la actividad real, los elevados niveles de endeudamiento público de varias de las principales economías, el marcado deterioro de la distribución del ingreso en un número significativo de países y la desaceleración de la economía china. Por otra parte, se observa la maduración del intenso proceso de fragmentación productiva iniciado en los años ochenta, que impulsó fuertemente el comercio mundial. El nuevo escenario podría llevar a un acortamiento de las cadenas regionales y globales de valor y, por lo tanto, a un menor dinamismo del comercio.
Las relaciones comerciales y de inversión con China también han tenido un impacto sustancial en la región, en especial en América del Sur. Pese al fuerte dinamismo de los flujos comerciales con ese país hasta 2013, las relaciones bilaterales adolecen de ciertas carencias. El saldo comercial cada vez es más deficitario para la región, cuyas exportaciones se concentran en pocos países, productos y empresas y se componen básicamente de productos primarios. Por su parte, los flujos de inversión extranjera directa desde China son aún pequeños y refuerzan el patrón interindustrial de la relación comercial, al concentrarse en las actividades extractivas.
En este contexto, la región debe aprovechar las transformaciones en curso en China para diversificar sus envíos hacia productos y servicios de mayor valor agregado y contenido de conocimiento. En el corto plazo, destacan las oportunidades asociadas a los alimentos procesados y al turismo. Del mismo modo, el interés del gobierno y las empresas chinas en invertir en el sector de la infraestructura podría ser una oportunidad para avanzar en el cierre de la significativa brecha regional en ese sector.
Una tarea fundamental para la región consiste en mejorar la implementación de la agenda de facilitación del comercio, que presenta avances notables. Continuar avanzando en esta tarea elevaría los reducidos niveles del comercio intrarregional y estimularía la internacionalización de las empresas de menor tamaño, la gran mayoría de las cuales no exporta. Esto, a su vez, podría incentivar la diversificación exportadora y atenuar la elevada dependencia de las materias primas de la región, especialmente en América del Sur. Los avances en la facilitación del comercio pueden contribuir a fortalecer los débiles encadenamientos productivos intrarregionales y a aumentar la presencia de la región en las cadenas globales de valor, que es muy limitada. Por último, varios conceptos que subyacen a la agenda de facilitación del comercio —como por ejemplo la transparencia de las entidades gubernamentales y la promoción del diálogo público-privado— son cruciales para aumentar la eficacia del Estado y combatir la corrupción.
En síntesis, la región enfrenta el contexto económico internacional más desfavorable desde 2009. La profundización de la especialización en recursos naturales durante el ciclo de altos precios y la persistencia de una estructura productiva con reducidas capacidades tecnológicas dificultan salir de la compleja coyuntura actual. Si bien este proceso podría verse favorecido por las depreciaciones nominales de las monedas de varios de países de la región en los últimos meses, las limitaciones de la canasta exportadora ponen límites a ese efecto. En este marco, es urgente profundizar la integración económica regional, porque avanzar hacia un espacio integrado y con reglas comunes es indispensable para promover los encadenamientos productivos, aumentar la resiliencia del comercio intrarregional y favorecer la diversificación productiva y exportadora. Pese a la disminución de los espacios fiscales, es imperativo fortalecer el diseño y la implementación de políticas industriales y tecnológicas para la diversificación y el aumento de la productividad, pues son el único mecanismo que permite dinamizar el crecimiento de largo plazo, condición imprescindible para generar empleos y reducir la desigualdad.
Ver: América Latina y el Caribe, evolución de las exportaciones e importaciones, 2013-2015.