Puchi: Perspectivas de acuerdo / Stelling: ¿Condenados a la violencia

Perspectivas de acuerdo

Leopoldo Puchi

En el conflicto actual por el que atraviesa Venezuela, en lo que concierne a la dimensión geopolítica que involucra al Estado venezolano y el estadounidense, Washington se ha propuesto el cambio del Gobierno y la reinserción de Venezuela en el dispositivo geoestratégico occidental. Ve el diálogo y la diplomacia como aspectos importantes de los pasos a seguir hacia lo que luce como el eje de la nueva política: las elecciones de 2020

Para alcanzar esos objetivos, que no pudieron lograrse en 2019, el Departamento de Estado y Consejo Nacional de Seguridad sesionaron en diciembre y decidieron diseñar un nuevo rumbo, con algunos elementos diferentes al camino emprendido en enero del pasado año.

El nuevo enfoque está sintetizado en una declaración de prensa del secretario de Estado, Mike Pompeo, que lleva por título “Apoyando al pueblo venezolano”, que va acompañada por una hoja anexa, “Elecciones presidenciales y parlamentarias libres y justas en Venezuela”.

De la declaración destaca que no se plantea la salida previa de Nicolás Maduro de la presidencia, que era el elemento central de la fórmula “Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, que excluía un esquema de negociaciones, salvo aquellas referentes a “la isla, lugar para vivir en el futuro o avión que tomaría Maduro”.

Condiciones
La breve declaración de Pompeo pareciera implicar que Washington ve el diálogo y la diplomacia como aspectos importantes de los pasos a seguir hacia lo que luce como el eje de la nueva política: las elecciones de 2020.

Aunque se mencionan los comicios presidenciales, el acento se coloca en las negociaciones, y la hoja informativa que acompaña la declaración se refiere a las condiciones electorales. Un listado sobre el cual ya se avanzó en Santo Domingo y Barbados, y que puede tener distintas formas concretarse.

Por lo demás, pudiera pensarse, por la redacción del texto, que, si hay “condiciones electorales”, pudiera llegarse a un acuerdo para celebrar las parlamentarias y luego continuar discutiendo sobre la fecha para unas posibles presidenciales. Todo dependería de las negociaciones y de que no se trate de un simple acuerdo para repetir en Venezuela lo ocurrido en Bolivia.

Si efectivamente se espera que un esquema como el señalado avance, los dos gobiernos, el de Venezuela y el de Estados Unidos, tendrían que iniciar conversaciones que impliquen los aspectos relacionados con las medidas de bloqueo financiero y petrolero, lo concerniente a la sede de la embajada, los activos venezolanos como Citgo y las decisiones de aislamiento diplomático.

Un primer paso pudiera ser el restablecimiento de relaciones diplomáticas, o cuando menos la creación de las oficinas de interés reconocidas, por medio de las embajadas de otros países, lo que no existe en la actualidad. De esta manera se facilitaría un acercamiento más fructífero y realista, que contribuiría a que se tracen objetivos de cooperación, distintos a los del cambio de gobierno y reinserción de Venezuela en el dispositivo estadounidense.

¿Condenados a la violencia?

Maryclen Stelling

La crisis multidimensional, una institucionalidad desgastada y deslegitimada; la desesperanza, indefensión  y la  hiperanomia, más el juego político -entre otras condiciones objetivas y subjetivas- trazan la ruta hacia  el agotamiento de la política  y dan puerta franca a la violencia.

Así lo demuestran los recientes  sucesos políticos en torno a la disputa por el Poder Legislativo.  Tragicómico espectáculo parlamentario de violencia y represión que ha desatado miedos, fantasmas, presagios y vaticinios en torno a un posible escenario de violencia generalizado. El poder legislativo en debate -lesionado, castigado,  sometido a una disputa política, simbólica  y territorial-  anuncia la posible instauración de la violencia condicionada por el  fracaso de la política y sus actores.

Debilitado y frustrado  el dialogo,  agotados los mecanismos políticos, fracturados los poderes; la violencia hace su aparición y se apodera de las pautas y prácticas de la lucha por el poder.   Nos habituamos a la violencia política, a las  situaciones violentas que se producen en el curso de la resolución de conflictos políticos de poder y dominación.  Se disparan las alarmas sobre la violencia en tanto peligrosa ruta hacia la cancelación de la política y el debilitamiento de la democracia.

Desde la ciudadanía surge  la necesidad de impulsar un debate serio en torno a las relaciones entre política y violencia; una discusión responsable sobre la violencia que se asoma amenazante y parece incorporarse a prácticas habituales. Emergen entonces una serie de interrogantes a ser abordadas valiente y descarnadamente. ¿Está entronizada e instalada la violencia en la sociedad venezolana?

¿Es un perverso componente de las relaciones sociales?  ¿Se consolida la violencia en las pautas y prácticas de la lucha por el poder?  ¿Irremediablemente la solución a la disputa por el poder debe ser violenta? ¿Es la única alternativa?  ¿Es la política una cuestión de fuerza?  Y, finalmente,  ¿Es expresión de la profunda anomia que nos aqueja? O, por el contrario ¿Nos enfrentamos a una violencia planificada de forma estratégica?

De ser así, estaríamos en presencia de prácticas, reglas, discursos y narrativas que prescriben,  justifican y legitiman el uso  político de la violencia.

Para iniciar la discusión cerramos con otra interrogante ¿No hay salida?