Luis Salas: No se trata de dolarización sino de “desbolivarización”

Marlon Zambrano | 

Para los que incursionan a diario en la aventura de vivir, Venezuela se ha convertido en un país minado de contrastes, entre quienes abarrotan los centros comerciales y mantienen un sorprendente ritmo de consumo, frente a la gran mayoría que no accede ni a bienes ni a servicios que no sean los que distribuye de manera muy económica el propio gobierno nacional, como las cajas Clap.

Por años ha sido así, pero vistos los lances cada vez más agresivos de la inflación, parece imposible que todavía haya quienes exhiban (a veces impúdicamente) un costoso estilo de vida en medio de las ciudades, a diferencia del grueso de la población que no puede costear un uso tan elemental como el del transporte público, por dos razones de mucho peso: el pasaje se eleva cada semana, y no hay bolívares suficientes porque los bancos prácticamente no despachan efectivo.

El cuento del New York Times

Sorprendentemente, el diario The New York Times publicó un extenso reportaje la semana pasada, llamando la atención de un fenómeno que luce absurdo en medio de las precariedades del país: la capital venezolana vive, según ese periódico, un auge económico.

“Los centros comerciales, que hace seis meses lucían abandonados, ahora están llenos de gente, y las camionetas importadas recorren las calles. Restaurantes y bares nuevos están apareciendo cada semana en las zonas más prósperas de la ciudad, con sus mesas llenas de empresarios extranjeros, caraqueños a la moda y personas vinculadas al gobierno” expresa en sus páginas.

El diario, por razones conocidas, insinúa la posibilidad de que sea un síntoma del fin de la Revolución Bolivariana gracias al impacto del bloque económico: “Con la economía del país destruida por años de mala administración y corrupción, y luego llevada al borde del colapso por las sanciones de EE. UU., Maduro se vio obligado a disminuir las restricciones económicas que alguna vez definieron su gobierno socialista y proporcionaron la base de su legitimidad política” aseguran en su artículo los corresponsales Anatoly Kurmanaev e Isayen Herrera.

No es tan fácil, parece advertir el sociólogo e investigador de temas económicos Luis Salas Rodríguez, ex Ministro de Economía Productiva y Vicepresidente Económico de Venezuela.

“Se está observando un proceso que algunos han llamado de estabilización económica, desde finales del año pasado y según algunos, se mantiene. En mi opinión eso es una ilusión óptica, de algún modo causada en diciembre por la burbuja típica navideña. Por ejemplo, mucha gente que está en el exterior guardaba remesas para enviarlas a finales de año y eso activó el consumo. Todavía no sabemos la cifra oficial de contracción económica de 2019, pero podríamos estar hablando de entre un 25 y 30%, lo cual significaría que entre 2014 y 2019 la economía venezolana ha caído entre un 65 y 70%, lo que significa que tres cuartas partes del PIB (Producto Interno Bruto) que teníamos entre 2012 y 2013 se perdieron”.

– ¿Es realmente controlable la inflación en Venezuela con las estrategias que está aplicando el Gobierno?

– La estrategia del gobierno básicamente es en materia monetaria, una política convencional de lucha contra la inflación que pasa por reducir la cantidad de dinero circulante, en este caso de bolívares, en la economía. Eso ha tenido un impacto sobre la inflación desde que se empezó a aplicar a principios del año 2019 y ha ayudado a ralentizar el ritmo inflacionario y técnicamente a salir de la hiperinflación. Pasamos de niveles de inflación por encima del 50% mensual entre finales de 2017 y principios de 2019, a niveles por debajo de ese 50%, lo cual técnicamente nos saca de la hiperinflación. Ahora, los precios siguen aumentando. El año pasado, según el Banco Central de Venezuela (BCV), el índice de INPC (índice nacional de precios al consumidor) acumulado, o sea la inflación acumulada de 2019, estuvo por encima de 9.500%, lo cual ciertamente es un nivel muy alto de inflación, y quiere decir que el problema inflacionario en Venezuela no se ha solucionado del todo. Se ralentizó, pero los precios siguen creciendo por encima de los promedios mundiales.

Muchas monedas, poca estabilidad

Como se recordará, la estadía de Salas en el gabinete ejecutivo del presidente Maduro no pasó de cinco semanas en 2016, saliendo súbitamente por razones personales. Su ingreso al staff ministerial lo celebró el mandatario nacional como un gesto de rectificación hacia una economía no rentista y de negación ante la tentación de adoptar ajustes macroeconómicos ortodoxos para paliar la crisis. En esos días los vaivenes económicos se combatían con nuevas medidas en el marco del decreto de Emergencia Económica.

Según Salas, uno de los costos de reducir los bolívares en la economía es que complica los efectos de la devaluación de la propia moneda: “es decir, no solo hay menos bolívares, sino que esos pocos cada vez alcanzan menos y eso ha incidido sobre los salarios, el poder adquisitivo de las personas, de los trabajadores asalariados, y ha impulsado un proceso de dolarización, o lo que yo llamo la “desbolivarización” de la economía, es decir, un proceso de huida y abandono del bolívar hacia otras unidades monetarias, particularmente el dólar, pero también el peso en la frontera con Colombia, el real en la frontera con Brasil, las cripto, el euro, etc. Se trata de la desaparición del bolívar como la unidad monetaria del país para las transacciones ordinarias y para cumplir las tres funciones de las monedas: ser unidad de cuenta, reserva de valor y medio de pago”.

– ¿Cómo ha impactado el Petro en la economía? ¿Está logrando contener los incrementos de precios?

– No estoy seguro de si el Petro tenga como función combatir la inflación. Yo creo que el objetivo, según lo ha manifestado el gobierno es otro, servir como una criptodivisa para baipasear o burlar el bloqueo, y ahora parece que su uso es de sustituir al bolívar como principal moneda de curso legal en el país. En ese sentido, yo no creo que haya tenido impacto en el tema inflacionario, si bien en diciembre el repunte que se vio en el tipo de cambio, en mi opinión, fue impulsado por el Petro cuando se empezó a cambiar en bolívares, pues esa masa de bolívares fue inmediatamente al mercado cambiario especulativo de divisas.

– ¿Se puede decir que estamos viviendo una dolarización de la economía?

– En mi opinión, técnicamente hablando, no estamos en un proceso de dolarización, al menos formal, sino en un proceso de abandono del bolívar o desbolivarización. Ahora, de seguir las tendencias actuales, esto puede culminar en un proceso de dolarización formal, por una vía u otra. Es un proceso complejo, pero imagino que en los escenarios más inmediatos, vamos a seguir avanzando en el multimonetario, donde tenemos varias unidades monetarias circulando, unas más que otras, y en algún punto se tendrá que llegar a una resolución que es la dolarización formal o la aplicación de otra moneda como el petro.

– ¿De dónde salen esos dólares? ¿Cómo impactan las remesas? ¿Hay lavado?

– Las fuentes de esos dólares son diversas. Están las remesas, que se estiman entre 2 mil y 3 mil millones y hasta 6 mil millones de dólares al año, que me parece exagerado. Hay personas que reciben pagos del extranjero por trabajos en divisas. Hay empresas privadas que para retener a los trabajadores y evitar que abandonen sus puestos y se vayan del país, empezaron a cancelar en dólares. También hay gente que históricamente tiene recursos dolarizados. Igualmente ha impactado el bloqueo en personas que anteriormente tenían divisas en el exterior y en este momento no lo están haciendo porque temen el bloqueo de sus cuentas. Seguramente debe haber lavado de dinero, del narcotráfico, el contrabando de minerales, etc.

Errores propios y ajenos

Investigador Clacso, Premio Municipal de Ensayo Sociopolítico Gustavo Machado 2015 (Venezuela) y Premio Economía Política y Derechos Humanos Universidad de las Madres de la Plaza de Mayo 2011 (Argentina), actualmente Luis Salas es socio-fundador de la firma consultora Vórtice y coordina un portal (15yUltimo.com) con información económica que frecuentemente ventila profundos análisis, nada complacientes, de la situación económica del país y su impacto sobre la población.

– ¿Cómo adecentar nuestra economía o por lo menos, por dónde empezar?

– Es un tema complejo por varias razones: por prácticas que llevan rato naturalizadas en Venezuela, pero también es entendible que en situaciones de inestabilidad como la que estamos viviendo, prácticas turbias, poco ortodoxas, se generalicen.

Eso se ha estudiado ampliamente en la ciencia económica. Keynes decía que en situaciones de crisis, sobre todo profundas y que se prolongan en el tiempo como es nuestro caso, proliferan lo que él llamaba espíritus animales, que son comportamientos impulsados por un ánimo de supervivencia acelerada.

Yo creo que en la medida en que subsista la conflictividad política, es difícil que haya un arreglo que implique lo económico. Las dos opciones son, que en medio del conflicto uno de los bandos venza al otro, o se alcance un acuerdo político, pero en la medida en que siga la inestabilidad que impulsa la contracción, prácticas poco ortodoxas que rallan en la ilegalidad se seguirán reproduciendo.

– ¿Todo es culpa del bloqueo, o también hemos cometido graves errores en política económica?

– El bloqueo tiene un gran impacto de agravamiento de la situación del país, pero ciertamente no tiene toda la responsabilidad. Por un lado, está el sabotaje de la oposición, lo que se denominó “guerra económica”, que en mi opinión sigue estando en el origen de lo que hemos vivido desde 2013 en adelante. Por otro, también hay errores que se cometieron en política económica. Por ejemplo, el manejo de la deuda de los bonos de PDVSA, cuando se adquirió, y después el manejo que ha hecho este gobierno. Es decir, ese impulso de pagar deuda entre 2013 y 2015 no sirvió para los objetivos que se señalaron, como disminuir el riesgo país.

Al contrario, siguió aumentando el riesgo país, la inestabilidad, y el hecho es que pagamos 70 u 80 mil millones de dólares, no sabemos exactamente la cifra, que agravaron la situación económica interna. Para no caer en el default externo, caímos en un default interno de generación de más deuda social. Y eso pasó antes de las sanciones.

En líneas generales, creo que la principal debilidad de la política económica del gobierno es que no tiene política económica definida, sino que ha tenido varias, aplicadas al mismo tiempo, algunas que son contradictorias entre sí. Esa falta de definición es la principal debilidad del gobierno en los últimos años, asumiendo que no todo es su responsabilidad.