Venezuela: ¿Abandonar progresivamente Mercosur y afianzarse en el Caribe y en ALBA?
Claudio Della Croce*
Se ha hecho difícil comprender la estrategia exterior-regional del gobierno venezolano en momentos de acoso y crisis económica. Hoy (noviembre de 2015) se observa un realineamiento en cuanto a la estrategia de “integración”: Caracas se acerca a los más cercanos y a los que representan una mayor eficiencia política (en términos de apoyo). En este sentido Mercosur es abandonado y el Caribe es reafirmado, proponiendo una Zona de Complementación Económica de Oriente (en mención al oriente venezolano).
Tomar en cuenta El Caribe, marginado tradicionalmente por todo el Sur, es una de los ejes estratégicos que ha venido cultivando Venezuela desde que el chavismo es gobierno, especialmente por la acertada visión geopolítica de Chávez. Esta estrategia ha demostrado ser eficiente en términos de apoyo político. El Caribe ha sido un apoyo fundamental. En la medida que se tenía una renta petrolera que “financiara” la relación con el Caribe, se podía establecer una relación ganar-ganar donde Venezuela ganaba políticamente y los estados del Caribe ganaban económicamente.
Ahora, Maduro trata de reafirmar esta estrategia caribeña cuyo modelo es PetroCaribe. La pregunta es ¿cuál es la importancia que puede tener esta estrategia, no sólo en términos políticos sino en términos económicos, en una coyuntura donde la economía venezolana sufre de iliquidez externa y atraviesa por un momento dramáticamente crítico de “guerra económica”, inflación y escasez? El Caribe mostró apoyo político en el pasado reciente, pero ya el gobierno venezolano no cuenta con la renta petrolera que le alimentaba los fondos externos en una magnitud que permitía financiar a sus aliados con bajísimos intereses, sacrificando de forma altamente riesgosa el flujo de caja tanto de la petrolera estatal PDVSA como del Banco Central.
Esta estrategia regional hoy se enfrenta a una situación de vulnerabilidad geopolítica que es altamente desventajosa: le han venido rodeando (Colombia y Guyana están contribuyendo a formar un “ojo” en términos del Juego de Go) a través de ataques económicos y diferendos territoriales. Acoso que se suma al bloqueo económico que se ha orquestado desde Washington y Europa. Aún cuando el mayor bloqueo es el virtual o mediático.
Las corporaciones mediáticas trabajan en red (Diarios/radio/Tv de Uruguay-Argentina-Chile- Colombia-España), cartelizadamente, para crear una matriz negativa contra Venezuela, calificando a su actual sistema político de antidemocrático, dictatorial, totalitario, vulgar, caribeño, antioccidental, atrasado, fallido, narcotraficante, bárbaro… A su vez, algunos gobiernos de Mercosur incrementan su ataque (Paraguay) y otros empiezan a condicionar su apoyo político a través de claros chantajes, como algunos factores de poder dentro del Frente Amplio de Uruguay y de la compleja institucionalidad del Brasil.
Es importante ver las consecuencias económicas de esta racionalidad política, y las consecuencias políticas de esta racionalidad política.
Acercarse a los que están cerca: El Caribe
En primer lugar, no tenemos cifras de lo significativo que es el intercambio económico (inversiones, complementariedad, turismo y comercio) con el Caribe, más allá que la realidad de los estados venezolanos y dependencias con acceso directo a El Caribe (no registrada por las estadísticas oficiales) revela un intenso intercambio de contrabando que va desde la venta de casi toda la producción de camarón (caso del Zulia) a precios internacionales, la venta de gasolina hecha por las embarcaciones pesqueras privadas desde la oriental península de Paria, y la venta de producción nacional y mercancía que se está desviando del mercado interno hacia las fronteras marítimas dado la alta rentabilidad que impuso el dólar ilegal/paralelo. El gobierno, en términos políticos, toma una decisión que tiene una gran racionalidad en términos de la economía real. Y cuando decimos “real” es la actividad económica que realizan las regiones, habitantes y poblaciones en las fronteras marítimas con la región de El Caribe. Sin embargo, en comparación con Mercosur, no tenemos una cuantificación que permita ponderar cuánto El Caribe aporta y puede aportar, y si esta magnitud de recursos es mayor a lo que aportan y pueden aportar los países del Mercosur: Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Abandono del Mercosur
En realidad evaluar el “abandono” del Mercosur, por parte de Venezuela, es casi una tautología. Lo que ha demostrado el gobierno venezolano -más allá de los discursos en las Cumbres Presidenciales- es que no ha tomado en serio esta incorporación al bloque regional. Pareciera que la dimensión económica en cuanto a una estrategia a largo plazo, además de las razones políticas, eran una de las claridades que poseía el comandante Chávez y que no han sido heredadas por este gobierno.
Es tal el abandono y la falta de atención que se le presta al Mercosur, que el Coordinador Nacional de Venezuela que aparece en las notas internas del Mercosur, no ejerce esta función desde hace más de dos años, y es algo que preocupa a los otros socios. Desde que el funcionario que detentaba este cargo se desentendió unilateralmente del mismo (nunca renunció y se dedicó a otros de los cargos que ejercía simultáneamente), el gobierno no ha designado a un nuevo Coordinador Nacional, a pesar de la importancia de esta figura. Como consecuencia, el retraso en la incorporación normativa de Venezuela es enorme: en los tres años desde su incorporación . no ha avanzado significativamente ni ha aprovechado estratégicamente este esquema de integración.
Por lo contrario, algunos de los técnicos han llegado a afirmar que la incorporación de Venezuela ha sido tan incoherente, que el tratado de libre comercio de Mercosur con la Unión Europea, tuvo un gran avance cuando Venezuela ejerció la Presidencia Pro-témpore del grupo (2013). Para muchos, la seriedad con que el gobierno del Presidente Maduro asume la incorporación de Venezuela al Mercosur, está erosionada por una alta improvisación con una gran dosis de displicencia.
Esta actitud de superficialidad con Mercosur, va de contramano con los discursos del presidente Maduro: En 2013 éste convirtió al Mercosur en una de las “misiones” de su autoría, al lanzar la Misión Mercosur en pleno Teatro Municipal. Recientemente, en la Cumbre de Brasilia de Julio de 2015, su presencia fue fundamental para contrarrestar no sólo los ataques contra Venezuela sino los intentos de los cancilleres de Uruguay y, especialmente, el presidente de Paraguay para “abrir “ el Mercosur a las corrientes de libre comercio. El discurso de Maduro en la última cumbre fue un acto de confirmación con los principios que esbozó Chávez, y que coincidieron en su momento con las visiones de Néstor Kirchner y la actitud de Lula, para configurar lo que se llamó el Nuevo Mercosur.
Pero en los últimos tres años Caracas no ha logrado trascender esta retórica progresista, para poner en marcha medidas y proyectos concretos en el bloque, y se ha limitado a “adaptarse” (adecuarse es el término formal) y no ha podido: a) aprovechar las oportunidades que las enorme economía de Mercosur de ofrece para fortalecer su economía, especialmente en este momento de crisis económica; y, b) no ha desarrollado propuestas progresistas en el bloque como la integración productiva, la reducción de las asimetrías, la participación social, la agricultura familiar, la dimensión social, temas de los que hablaba siempre Hugo Chávez.
Las delegaciones de Venezuela se han limitado a asistir a las reuniones, recibir el regaño de Brasil por su retraso en la “adecuación normativa”, y por tanto dar explicaciones (justificadas muchas veces) de su actitud morosa. Evidentemente, que hay razones que justifican las dificultades de Venezuela para asistir a las reuniones de Mercosur, señalan los negociadores venezolanos, especialmente porque las líneas aéreas mantienen un fuerte bloqueo a Venezuela al limitar al mínimo la venta de pasajes, además de la restricción de divisas que impone la profunda caída de los precios del petróleo.
Sirven como excusas, pero el problema parte de la falta de un trabajo consistente, coherente, colectivo, entre la madeja de instituciones que se ven involucradas en Mercosur. Unos de los ministerios que más ausencia ha tenido, a las reuniones ordinarias de Mercosur, en el último año, reseña el organismo, es el Ministerio de Comercio, lo cual es un indicador de la actitud de abandono al Mercosur, especialmente porque lo comercial es una de las partes más significativas del bloque y por otro lado la Ministra de Comercio que acaba de ser sustituida, fue la primera Representante Multilateral de Venezuela ante el Mercosur. Esto revela la parte más insólita de la incoherencia entre discurso y acción con respecto al Mercosur.
A esta abulia de Venezuela con su participación en el Mercosur, se le agrega la campaña restauradora del “viejo Mercosur”, neoliberal, que desde dentro del bloque se viene armando, trabajando para “flexibilizar el Mercosur”. Esos mismos sectores también participan en la agresiva campaña de descrédito de Venezuela. Desde algunos de los sectores reaccionarios pertenecientes a los gobiernos de Uruguay y de Paraguay, y desde la derecha fortalecida en Argentina y Brasil, las solicitudes de retornar al Mercosur a la senda neoliberal, marcha de la mano con declaraciones donde se propone solapadamente (caso Uruguay) o abiertamente (caso del gobierno paraguayo y de la derecha argentina y brasileña) la salida de Venezuela del Mercosur por “el carácter autoritario y antidemocrático de su actual gobierno”. El candidato derechista argentino, Mauricio Macri, que tiene altas posibilidades de destronar la hegemonía peronista-kirchnerista, entre sus promesas políticas tiene sacar a Venezuela del Mercosur.
En Uruguay los sectores económicos y la derecha reaccionaria dentro y fuera del Frente Amplio ejercen una acción de chantaje contra Venezuela, al presionar a Caracas a pagarle las exportaciones y garantizar un mercado mientras mantiene al mismo tiempo una campaña agresiva contra Venezuela (que raya en la mentira criminal) a través de sus trincheras políticas –entre ellas la secretaría general de la OEA- y mediáticas.
El problema no es que los gobiernos o los grupos empresarios y terratenientes que ejercen el poder en esos gobiernos, se comporten de esta forma, sino que en Venezuela no toman conciencia del gran poder político-económico que tiene ser un gran comprador. Y, al mismo tiempo, su estrategia de integración empieza a ser escamoteada por los grupos económicos que se han instalado en la “nomenklatura” bolivariana . Desde ese punto de vista pareciera (pero no es) contradictorio que su ministerio de Alimentación, termine importando lácteos de Nueva Zelandia en peores condiciones de comercialización y contradiciendo la estrategia de integración regional.
Venezuela llegó a ser el primer mercado de destino de los productos lácteos de Uruguay, uno de los destinos más importantes de la inversión del subimperialismo brasileño (Odebrecht, por ejemplo), le ofreció pingües negocios a empresarios argentinos (quienes terminaron vendiendo ganado a sobreprecio, por ejemplo). La revolución de Chávez, en los tiempos de abundancia, fue solidaria (no en la retórica sino en los hechos), con Uruguay y Argentina, a través de esquemas de financiamiento. Sabemos que Chávez no lo hizo porque esperaba una retribución, sino por su profunda convicción doctrinaria y política. Hoy aquellos que fueron apoyados por el proceso venezolano, en momentos cuando sus economías estaban condenadas a profundas crisis, en momentos claves para la consolidación política de las alternativas progresistas, no sólo empiezan a mostrar su parte posterior sino que tratan de ofrecerse de mediadores para que el imperialismo someta, reduzca y pulverice el ejemplo bolivariano.
Son momentos duros, pero no para amedrentarse, sino para practicar un pragmatismo revolucionario. Hay oportunidades económicas gigantescas para el proyecto socialista venezolano, no sólo en el Caribe sino en esas inmensas economías que forman el Mercosur. La crisis capitalista y la caída de los precios de las materias primas que está afectando a todos los países de Mercosur y Unasur, además de una amenaza, también involucra muchas oportunidades. Solo basta con dejar de improvisar y demostrar que los revolucionarios pueden ser eficientes sin inclinar la espalda, manteniendo los principios en alto.
*Economista argentino, especialista en temas de integración