Zelaya: “Los Estados Unidos orquestaron el golpe de Estado”
Salim Lamrani – Al Mayadeen
José Manuel Zelaya Rosales nació el 20 de septiembre de 1952 en la ciudad hondureña de Catacamas, en el departamento de Olancho. En 1970 se implica en la vida política y se hace miembro del Partido Liberal de Honduras. Ocupa entonces el cargo de consejero departamental.
En 1985 Zelaya es elegido diputado y ocupa sucesivamente varios cargos en el Congreso Nacional, tales como la presidencia de la Comisión de Recursos Naturales y la comisión de Petróleo. También es secretario de la Junta Directiva del Parlamento.
En 1994 el presidente Carlos Roberto Reina lo nombra director del Fondo Hondureño para la Inversión Social. Unos años después, en 1999, Zelaya se convierte en asesor del presidente Carlos Roberto Flores Facussé.
Como candidato del Partido Liberal, Zelaya es elegido presidente de la República de Honduras en 2005 y triunfa sobre su adversario Porfirio Lobo Sosa, del Partido Nacional. Asume su cargo el 27 de enero de 2006. El primer día de su presidencia aprueba la Ley de Participación Ciudadana que permite consultas populares sobre las principales cuestiones nacionales, con el fin de reforzar la democracia participativa.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas saluda su buena gestión en 2006 y clasifica a Honduras en el primer rango de las naciones con crecimiento económico fuerte de la región y con la tasa de inflación más baja de los últimos quince años.
El Presidente Zelaya no privilegia la economía en detrimento de la ecología. En efecto, en 2007 lanza un programa de protección de los bosques en la zona del río Plátano.
En 2008 Honduras se integra en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que fundaron Cuba y Venezuela. El país puede así beneficiarse del programa Petrocaribe, que le permite conseguir con crédito el 40% de petróleo adquirido con una tasa de interés del 1% en un periodo de 25 años. Las economías realizadas en el sector energético permiten a Zelaya emprender una política social destinada a mejorar el nivel de vida de los sectores más desfavorecidos, con inversiones masivas en los campos de la salud y educación. Del mismo modo el salario mínimo aumenta un 11% en 2007 y un 60% en 2008.
En 2009 el presidente Zelaya propone una consulta popular para el mes de junio sobre la posible elección de una Asamblea Constituyente con el fin de modificar la Constitución de 1981. En caso de respuesta positiva se agregaría una cuarta urna en las elecciones de noviembre de 2009 para ratificar la voluntad popular.
No obstante, Zelaya se enfrenta a la hostilidad del Tribunal Supremo Electoral, de la Fiscalía General, de la Corte Suprema de Justicia y del Congreso Nacional, bajo control de los conservadores que se oponen a toda reforma constitucional. Todos consideran ilegal la consulta. El ejército se niega a distribuir las urnas durante la consulta prevista el 28 de junio, obligando al presidente a importar el material desde Venezuela y ocasionando una crisis política con la renuncia del ministro de Defensa y de los jefes de los tres ejércitos.
El 28 de junio de 200 el presidente Zelaya es víctima de un golpe de Estado orquestado por Washington y la oligarquía hondureña, opuestos al acercamiento con la izquierda latinoamericana. Expulsado a Costa Rica, es sustituido por Roberto Micheletti a la cabeza del país hasta el fin de su mandato en enero de 2010. Ningún gobierno del mundo reconoce a la junta golpista.
La comunidad internacional condena de modo unánime la ruptura del orden constitucional en Honduras, incluso Estados Unidos. En julio de 2009 Zelaya, acompañado de varias personalidades, intenta regresar a Honduras, sin éxito. El ejército impide que aterrice el avión y hasta dispara al pueblo que viene a acoger a su presidente, causando muchas víctimas.
En septiembre de 2009 se refugia en la embajada de Brasil en Tegucigalpa como presidente legítimo en exilio. Las fuerzas golpistas asedian entonces la representación diplomática hasta su salida hacia República Dominicana el 27 de enero de 2010.
Tras una negociación con el nuevo poder dirigido por Porfirio Lobo, elegido en 2009 en un país bajo estado de sitio, sin ninguna garantía constitucional, Zelaya puede regresar a Honduras y reintegrarse a la vida política nacional. Del mismo modo, en el marco de este acuerdo, la Corte Suprema decide cancelar los juicios que las autoridades golpistas abrieron contra él.
Elegido diputado en septiembre de 2010, Zelaya funda un nuevo movimiento político llamado Libertad y Refundación. En 2013 su esposa, Xiomara Castro de Zelaya, se presenta a las elecciones presidenciales, que ganó el actual presidente Juan Orlando Hernández a pesar de acusaciones de fraude.
En estas conversaciones José Manuel Zelaya esboza un balance de su Gobierno y recuerda el golpe de Estado. Aborda también la situación política nacional de Honduras y concluye subrayando la importancia de la Revolución Cubana y de la Revolución Bolivariana en América Latina.
– Señor presidente ¿Podría usted esbozar un balance de su actuación a la cabeza de la República de Honduras? ¿Cuáles fueron las medidas emblemáticas de su Gobierno?
– En el siglo XXI la columna vertebral de la economía es la energía, pues todo depende de ella. No era el caso en el siglo XIX ni en la primera mitad del siglo XX. Cuando llegué al poder tuvimos que enfrentarnos al monopolio energético que nos imponían las transnacionales estadounidenses y europeas en el campo del petróleo. Nuestra energía eléctrica era la más cara de América Central y nuestras empresas no podían competir a causa de los costos elevados engendrados por esta situación.
La principal medida que tomamos al inicio de mi mandato fue corregir este problema del monopolio petrolero. Nos integramos entonces en la organización Petrocaribe que creó el presidente Hugo Chávez de Venezuela y pudimos beneficiarnos de facilidades de pago.
– ¿Cuál fue la reacción de las multinacionales petroleras?
– Las multinacionales petroleras estadounidenses y europeas me declararon la guerra y me calificaron de enemigo del sector privado. Desde luego mi política no era del agrado de los conservadores del sector privado pues privilegié las reglas de mercado, favorecí la competencia y puse fin al monopolio. Hice que la demanda regulara la oferta y puse término a una situación donde los monopolios y las concesiones estatales a las empresas privadas alteraban las reglas de mercado.
Mi política de ruptura del monopolio fue el motivo de mi diferendo con el Gobierno de Estados Unidos. El sector privado, que se oponía terminantemente a la competencia y deseaba conservar el control de la economía, también se opuso a mi autoridad. Las empresas privadas planificaron entonces un golpe de fuerza para expulsarme del poder y lo financiaron las multinacionales extranjeras. Ello desembocó en el golpe de Estado de junio de 2009, que puso término a la legalidad constitucional y rompió por la fuerza el mandato que me había confiado el pueblo.
– En términos de política social, ¿qué medidas tomó su Gobierno?
– Desde un punto de vista económico nuestro Gobierno era muy estable. Durante los tres años de mi mandato tuvimos un crecimiento sostenido del 6,7%, a pesar de la crisis de 2008. Nuestro crecimiento fue ampliamente superior al crecimiento medio del continente.
Por primera vez en la historia de Honduras reducimos la pobreza. Lanzamos programas sociales en el sector de la educación con acceso gratuito a la escuela para todos los niños del país. Creamos la Red Solidaria con una cobertura sanitaria para los sectores más frágiles. Reducimos la pobreza extrema 16 puntos y bajamos la pobreza 6 puntos en apenas dos años. Es algo inaudito en la historia de nuestra nación.
– Entonces las dificultades eran más bien de orden político.
– Sí, pues irritamos a los Estados Unidos. Declararon que no permitirían que Honduras se integrara en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, que fundaron Cuba y Venezuela. Varias personalidades estadounidenses están en el origen del golpe de Estado, como Otto Reich, Pedro Carmona o Roger Noriega. Planificaron el golpe de fuerza que me derrocó con los halcones de Washington y la oligarquía hondureña. El golpe de Estado ha hundido el país en la violencia y la miseria.
– ¿Cómo ocurrió la ruptura del orden constitucional?
– Usaron un argumento preciso. Durante mi primer año de gobierno aprobamos la “Ley de Participación Ciudadana”, que permite consultar al pueblo por referéndum. La democracia representativa ha alcanzado sus límites en todo el mundo, pues los representantes del pueblo muchas veces traicionan sus compromisos, se hunden en la corrupción. No es posible comprar a un pueblo. En cambio resulta fácil sobornar a un diputado o a un ministro. Entonces decidimos favorecer la democracia participativa.
Durante las elecciones de 2009 decidí consultar al pueblo el 28 de junio para saber si consideraba oportuna la convocatoria de una Asamblea Constituyente. En caso de resultado positivo colocaríamos una urna en las elecciones de noviembre de 2009 para realizar el referéndum. Un juez decidió declarar ilegal esta iniciativa puramente consultiva. Ni siquiera pudimos apelar esa decisión. El 28 de junio de 2009 los golpistas tomaron las armas y nos expulsaron del país.
Derrocaron al Estado y Honduras fue expulsada de la Organización de Estados Americanos. Desde esa fecha el país sufre una grave crisis a todos los niveles. Somos el país más violento del mundo, el más pobre de América Latina y nuestra deuda externa jamás ha sido tan elevada.
– ¿Quiénes son los autores intelectuales del golpe de Estado?
– Desde luego los Estados Unidos orquestaron el golpe de Estado. Disocio al pueblo norteamericano de sus dirigentes. Me refiero al lobby militar-industrial y mediático-financiero que tiene las riendas del poder en Washington, cuyas prácticas imperiales se rechazan en todo el mundo, incluso en la sociedad estadounidense. Muchas personalidades estadounidenses se oponen a la invasión del país, a los bombardeos de poblaciones, a la realización de golpes de Estado y a las injerencias de la CIA.
El golpe de Estado se planificó en Miami con el apoyo de Washington y del Comando Sur mediante las personas que mencioné, como Otto Reich, Roberto Carmona y Roger Noriega, en colusión con la oligarquía hondureña y algunos parlamentarios del país.
– Desde un punto de vista factual, ¿cómo se desarrolló el golpe de Estado?
– Me sacaron de mi casa, a punta de metralleta, en la madrugada. Estaba en pijama. Me secuestraron, me llevaron a una base militar estadounidense y me transfirieron luego a Costa Rica.
– ¿Cuáles fueron las primeras medidas que tomaron las autoridades golpistas tras la ruptura del orden constitucional?
– Primero permítame aclarar algo. Hay un autor italiano, Curzio Malaparte, que echó las bases teóricas del golpe de Estado. Explica que un golpe de Estado es el derrocamiento de un poder del Estado por otro poder del Estado que se desarrolla en la sorpresa y la violencia. Un golpe de Estado es una conspiración que se prepara durante meses. Se organiza una situación de pregolpe de Estado con el fin de crear una crisis que abriría la vía a la ruptura del orden constitucional mediante las fuerzas armadas. Luego el nuevo poder de facto intenta instalar su autoridad aplastando a la oposición. Fue lo que ocurrió en Honduras.
– Usted no alberga la menor duda en cuanto a la participación de Estados Unidos en el golpe de Estado.
– Durante una conversación con Tom Shannon, entonces subsecretario de Estado de Estados Unidos, cuando ya había comenzado la crisis, recuerdo haberle dicho lo siguiente: “Se está aplicando en Honduras el manual del golpe de Estado del Departamento de Estado de Estados Unidos”. Su respuesta fue edificante: “No, Señor presidente, usted está equivocado pues el Departamento de Estado no tiene un manual sino tres manuales”. Varios testigos asistieron al intercambio y pueden corroborar mis afirmaciones. A confesión de parte, relevo de pruebas.
– ¿Qué opinión tiene de la reacción de la comunidad internacional frente al golpe de Estado?
– Debo decir que fue extraordinaria. Por primera vez, la comunidad internacional en su totalidad, incluso los Estados Unidos, se opuso al golpe de Estado.
No obstante, tras esa condena formal, la realidad se impuso. La justicia supranacional en realidad no existe. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional funcionan en circunstancias bien precisas. No fue el caso para Honduras.
Permítame darle un ejemplo. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos habla de golpe de Estado en todos sus informes y declaraciones, condena el golpe de Estado contra la democracia hondureña, pero se niega a aceptar nuestra demanda como víctimas del golpe de fuerza, lo que permitiría abrir una investigación. Es la prueba evidente de que algunos intereses muy poderosos no desean que se aclare el atentado contra la democracia hondureña.
Del mismo modo la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos condenó el golpe de fuerza y Honduras fue expulsada de la OEA, pero esta organización ha sido incapaz de restaurar el sistema democrático en nuestro país.
La Corte Penal Internacional se niega a investigar los crímenes masivos que se cometieron tras el golpe de Estado. Hubo miles de muertos después de la ruptura del Estado de derecho. El país se encuentra en manos del crimen organizado y los grupos paramilitares se multiplican en nuestro territorio.
No hay justicia internacional o supranacional. Los pueblos están abandonados a su suerte. Los Estados Unidos atacan siempre a los gobiernos que intentan cambiar la sociedad. Tomemos el caso de Venezuela, que se encuentra asediada por Washington y sufre una guerra económica sin precedentes. Mire Cuba, bajo estado de sitio desde hace más de medio siglo.
– Unas semanas después del golpe de Estado usted regresó a Honduras. ¿Cómo se desarrolló este episodio?
– En realidad intenté regresar a Honduras al día siguiente del golpe de Estado. Pero José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, me pidió un plazo de siete días para resolver la crisis. Viajó entonces a Honduras e impuso un ultimátum. Su papel fue honorable pero su empresa no tuvo éxito pues no cedió el gobierno militar, oficialmente condenado por Estados Unidos, pero clandestinamente apoyado por Washington.
Anuncié entonces que iba a regresar a Honduras como presidente del pueblo hondureño. Chávez me prestó su avión. El pueblo se manifestó y empezaron los crímenes. El ejército impuso el estado de sitio y la represión fue terrible.
En otro avión nos acompañaron la presidenta argentina Cristina Kirchner, el presidente de Ecuador Rafael Correa y el presidente Fernando Lugo de Paraguay entre otros. Pero no pudimos aterrizar pues los golpistas nos amenazaron con derribar los aviones con misiles.
Quince días después intenté entrar en Honduras por la frontera nicaragüense gracias al apoyo del presidente Daniel Ortega. Pero la operación fue un fracaso pues la junta militar puso al ejército en estado de alerta cerca de la frontera. Arrestaron a mi esposa, a mi hija y a mis nietos. El movimiento popular de resistencia, que se reunió con nosotros, sufrió una represión terrible, con torturas y asesinatos en masa.
– Luego se refugió usted en la embajada de Brasil.
– Tres meses después entré clandestinamente en Honduras, burlando a la CIA y a los servicios de inteligencia de la dictadura. El presidente Lula fue informado por teléfono de mi presencia en Tegucigalpa y me ofreció asilo político. Me refugié en la embajada de Brasil en la capital. Se reunió conmigo mi esposa. Nos recibió en encargado de negocios pues Brasil había llamado a consultas a su embajador como expresión de su condena al golpe de Estado.
Vivimos una pesadilla durante más de cuatro meses. Fue el inicio de un calvario psicológico. La junta golpista lo intentó todo para sacarnos de la embajada: ruidos infernales, gases insoportables, luz cegadora en la noche, etc.
Tras varios meses pudimos salir de la embajada gracias a un salvoconducto que nos entregó el presidente de facto Porfirio Lobo Sosa y nos refugiamos en República Dominicana.
– Más tarde usted pudo regresar a Honduras.
– El presidente Hugo Chávez de Venezuela y el presidente Juan Manuel Santos de Colombia consiguieron un acuerdo de las nuevas autoridades hondureñas para que pudiera regresar al país y fundar un nuevo partido político que es hoy la primera fuerza de oposición de la nación.
– ¿Cuál es su punto de vista sobre las últimas elecciones presidenciales en Honduras en 2013?
– Tengo fe en el pueblo. Los pueblos, si tienen libertad, consiguen los gobiernos que se merecen. En Honduras el Partido Nacional, actualmente en el poder, consiguió dos victorias: la primera en las elecciones que organizaron los golpistas en plena dictadura en 2009 y en la segunda, en 2013, logró el poder mediante el fraude. Es la única manera que tiene de llegar al poder. Pero no durará pues el pueblo lo rechaza unánimemente.
Hay 18 departamentos en Honduras. En mi departamento, el mayor del país con cerca de 24.000 kilómetros cuadrados, un territorio más grande que El Salvador, vencimos al fraude. Nuestros sufragios fueron superiores a los del actual presidente Juan Orlando Rodríguez. Llegué primero en las elecciones legislativas. Mi esposa Xiomara consiguió más votos en el escrutinio presidencial. Pero en el resto del país no pudimos evitar el fraude que superó el 10%, pues no teníamos la reserva política suficiente para ello. Pero ganaremos las próximas elecciones.
– Entonces es optimista.
– Si las dictaduras de derecha fueran infalibles estarían en el poder en toda América Latina. Pero no pueden aplastar eternamente al pueblo. Los pueblos son capaces de librarse de ellas y hay que confiar en él.
– Su partido representa al 30% de los diputados del Congreso Nacional. ¿Puede ejercer su misión de representante del pueblo en buenas condiciones?
– Tenemos serias limitaciones. No hay ningún trato igualitario. Nunca se debate la agenda política del Congreso. Hay una improvisación total. Nunca sabemos cuáles son los proyectos de ley que se van a debatir. Atropellan constantemente nuestra dignidad. Se reprime la protesta, que es un derecho de todo parlamentario.
El colmo de la ignominia se alcanzó en mayo de 2014 cuando nos expulsaron por la fuerza del Parlamento, con policías y militares. Nos dieron golpes. Lanzaron gases lacrimógenos en el interior del Congreso. Fíjese, un diputado, presidente de la República, expulsado por la fuerza del Congreso. Todo eso porque protestábamos pacíficamente contra el hecho de que se negaba la palabra a nuestro grupo político que es, repito, la primera fuerza de oposición del país.
– ¿Cuál es la actual política del Gobierno?
– Es un desastre total. Se trata de una política neoliberal salvaje. Están privatizando la economía. Niegan los derechos sociales al pueblo. Aumentan los impuestos más injustos. La deuda externa ha alcanzado niveles insoportables. Están destrozando la nación hondureña.
Por supuesto, el actual gobierno tiene el apoyo de Estados Unidos.
– ¿Qué representan Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana para América Latina?
– Chávez es la figura más importante y simbólica de la democracia revolucionaria y del socialismo pacífico del siglo XXI. Creó un nuevo paradigma y ha inspirado a toda una generación de latinoamericanos pues supo interpretar la voluntad de los pueblos. El capitalismo salvaje neoliberal que devastó nuestro continente es insostenible. Chávez propuso una alternativa democrática a este desastre e indicó la vía a seguir.
– Ultima pregunta, ¿qué simboliza Cuba para América Latina?
– Cuba es un símbolo de resistencia. En la historia de la humanidad ningún pueblo realizó lo que hizo el pueblo de Cuba. Es el pueblo más valiente y más generoso de la historia de la humanidad. Fidel Castro es un ejemplo. Dedicó su vida a edificar un mundo mejor y jamás se podrá borrar su nombre de la historia.
*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano. http://monthlyreview.org/books/pb4710/ Contacto: [email protected] ; [email protected] Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
Fuente: http://espanol.almayadeen.net