¿Y las derechas en Bolivia?

Susana Bejarano

Es la primera vez en dos décadas que el bloque opositor boliviano tiene una clara oportunidad de vencer al Movimiento al Socialismo (MAS) en las elecciones generales del 17 de agosto. La que viene será una elección distinta a las de las últimas décadas, donde se sabía quién era el ganador con bastante anticipación.

Las encuestas (cualquiera de ellas) muestran que la oposición, considerada como bloque, ha roto sus números históricos. Esta situación inédita que tiene como efecto que todos los que componen este bloque creen que son presidenciales, “ha llegado su momento”.

Por eso han aparecido candidatos de todo tipo. Un señor que hace más de 20 años ocupó todos los cargos posibles, inclusive la presidencia, se presenta como “la renovación”. Otros señores y otras señoras que estudiaron en Harvard creen que su paso por la famosa universidad del norte les conferirá un pase automático para entrar en Palacio Quemado (la sede histórica del poder político boliviano). Y así sucesivamente.

Las ideas opositoras no son muy novedosas que digamos. Sus propuestas para enfrentar la crisis que sufre el país giran en torno a “acudir al FMI”, “reducir el Estado”, “privatizar” y “cárcel para los masistas”.

Bolivia es un país caudillista, así que, aunque discursivamente el bloque antimasista denuncie la falta de institucionalidad como un gran problema de la política, sus componentes son parte de esta cultura, no están exentos del personalismo tradicional. Cada uno de ellos es rey de su pequeño feudo y por tanto incapaz de ceder poder a los demás señores feudales.

 Así que la oposición carece de un liderazgo capaz de organizar a sus miembros y de persuadir a todos a enfilarse detrás suyo. Existen acuerdos de unidad en los que han participado algunos de los opositores, pero, como las condiciones no son claras, no hay incentivos para que los miembros entreguen lo que tienen a sus colegas.

La incapacidad de gestionar este momento ha puesto a los opositores a emular a personajes del concierto derechista mundial, con la esperanza de convertirse en el “Milei boliviano”.

Hoy no falta quien mal imite al histriónico presidente argentino, ofertando, por ejemplo, dejar sin educación pública a los bolivianos. No se enteran de que para hacerlo tendrían que lidiar con dos sindicatos multitudinarios, el del magisterio y el universitario, a los que tendrían que aplastar ejerciendo un nivel de violencia inaudito.

Venció Trump para alegría del facherío nacional, pero imitar su discurso en Bolivia sin parecer un completo idiota es complicado, porque los migrantes somos nosotros, los muros nos los ponen a nosotros (Milei hará una patética imitación de Trump construyendo una barda, no un muro, de ¡200 metros! en una ciudad argentina fronteriza con Bolivia).

El aspecto caricatural de estas actuaciones no resulta embarazoso para los opositores bolivianos. Hablan de casta, de “los bolivianos de bien”, etc. Solamente que no pueden gritar: “Hagamos a Bolivia grande de nuevo” porque Bolivia nunca ha sido “grande”, ni imperial como EEUU ni “la segunda o tercera economía del mundo” como supuestamente fue Argentina.

¿Recompensa por Evo? Marcelo Claure utiliza las redes sociales

Los bolivianos también tenemos un Musk: el empresario Marcelo Claure. Hace pocos días Valeria Silva nos presentó un perfil bastante completo del millonario que vive en EEUU. Añadiría que Claure es una imitación aburrida de Musk. Y muy ingenua, además. Se ha reunido con los posibles candidatos para darles su aprobación, pero esta ha sido tan generosa que al final ha carecido de toda importancia.

Su influencia en la política boliviana no pasaría de la invitación a un par de periodistas a entrevistarlo en Miami con todo pagado, si no fuera por sus intenciones con el litio boliviano. Hace poco formó una empresa en España que precisamente está dedicada a la explotación de litio y otros minerales. Pese a esto, se describe como un hombre cuyo interés superior es que Bolivia salga adelante.

Igual que Musk, Claure ha decido guiar a los medios de comunicación con polémicos post en X. Polémicos pero también esperpénticos. En uno de ellos, como si estuviera en una película del viejo oeste de bajo presupuesto, ofreció un millón de dólares por la cabeza del expresidente Evo Morales, con quien antes tenía una amistad que acabó tras el derrocamiento de Morales en 2019 y, ciertamente, tras que este perdió posibilidades de ser presidente.

En los pasillos se cuenta que Claure ya eligió a quién apoyar: al precandidato menos lúcido, pero el que resultaría más fácil de persuadir y “asesorar”, como él quiere. Por eso ha hablado en X de la “necesidad” de que alguien que sepa de negocios “asesore” al próximo presidente de Bolivia, como hace Elon Musk con Trump.

También amenazó a los bolivianos con retirar todas sus inversiones de Bolivia si el MAS ganase las elecciones de agosto. Esta amenaza lo retrata de cuerpo entero. El problema es que, en concreto, la economía boliviana ni se enteraría si el millonario se fuera, pues su fortuna billonaria está, como la de la mayoría de los burgueses bolivianos, asentada en la “tierra de las grandes oportunidades”.

Tampoco falta el “perfil María Corina Machado”. Gritos encendidos denunciando la “dictadura”, queja sistemática de que mañana “seremos Venezuela” y, por supuesto, el consabido “es tiempo de expulsar al socialismo del siglo XXI”.

Bolivia debe ser de los pocos países del mundo que no pone como requisito para ser presidente el haber nacido en el país. Con ser boliviano legal es suficiente. Así que un migrante coreano, pastor de una iglesia evangélica, también está en la lista de candidatos y, “con la bendición de Dios”, tiene muy buenas posibilidades de ser el “out-sider” que dé una sorpresa.

De izquierda a derecha: Chi Hyun Chung, Rodrigo Paz, Marcelo Claure, Mafred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Jorge Tuto Quiroga — Foto de Susana Bejarano
Chi Hyun Chung, Rodrigo Paz, Marcelo Claure, Mafred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Jorge Tuto Quiroga

Un “outsider” no muy distinto que Milei o Trump en sus ideas: conservador, anticomunista, anti-derechos, pero con la diferencia que no tiene ni la más pálida idea de qué hacer en el gobierno y con llegada y pegada directa en los estratos más populares del país, inclusive en el campo. No es la primera vez que este personaje participa en las elecciones y siempre ha sido una competencia directa para la izquierda, pues le quita a esta muchos parroquianos pobres conservadores.

En fin, podría seguir mucho más. Diré solamente que la que viene será una elección distinta a las de las últimas décadas, donde sabíamos quién era el ganador con bastante anticipación. Hoy el resultado es muy incierto. La única certeza es que no hay mujeres.

El electorado de centro, que en el último tiempo casi siempre se ha inclinado por el MAS, aún no sabe qué hacer. La fractura de la izquierda ha servido para mejorar las posibilidades de la derecha de seducir a esta masa votante. Por esta razón, hoy la polarización no parece ser el mejor método de campaña. En realidad, los que han crecido en estos meses son los precandidatos que polarizan menos y que buscan seducir el voto otrora masista. Es decir, los que bajan los decibeles, aunque esto genere malestar entre sus adscritos tradicionales.

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Evo y Andrónico

Por otra parte, el bloque de izquierda no se recupera. Evo Morales, con restricciones judiciales para ser candidato, insiste en que es insustituible para el movimiento popular y trabajador. Esta definición no ofrece muchas salidas a sus seguidores. El desplome de Luis Arce en las encuestas a consecuencia de las múltiples crisis y la falta de respuestas acertivas inviabiliza su reelección del presidente. El único que crece es el joven senador Andrónico Rodríguez, pero es posible que la falta de generosidad y visión de Evo no le permitan ser candidato del sector evista o “radical” del MAS. Andrónico puede representar la jubilación de las cúpulas del MAS, sin importar el ala en la que se encuentren.

Y en un país empleo-maníaco y caudillista, nadie está dispuesto a ir pacíficamente al retiro, ni oficialistas ni opositores, ni izquierdistas ni derechistas.

*Politóloga, gestora cultural, analista política, consultora en comunicación. Analista de DiarioRed