Woke!

El Pensamiento Único pretendió instaurar un consenso fingido que la realidad desautorizó. Supuestamente en el mundo –o sea, en Estados Unidos y parte de Europa- el desarrollo industrial habría traído cierta abundancia, suficiente para uniformar la sociedad en pos de la meta de más y mejor producción y consumo. Ello bastaría para desenfatizar y hacer irrelevantes las desigualdades en una cultura de uniformidad y conformidad: el Melting Pot u “olla podrida” que asimilaría todo. El American Way of Living, extensible sin más a todo el planeta.

Evidenciaron las insuficiencias del proyecto subculturas y contraculturas que lo desafiaron fundamentalmente en el plano simbólico. Contra el Pensamiento Único, irracionalidad: sicodelia, proliferación de cultos, modas culturales. Contra la sumisión, rebelión: protestas, deserción, sublevación. Contra el distanciamiento emocional del modo de producción industrial, intimidad: comunas, liberación sexual, feminismo, sexodiversidad. Contra la uniformidad compulsiva, contraculturas de la identidad: movimientos étnicos, igualdad racial, derechos de las minorías y los migrantes.

No hablamos, desde luego, del multiforme movimiento contemporáneo llamado Woke (despierto). Nos referimos a las insurgencias contraculturales de las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, que analizamos en nuestro ensayo El Imperio Contracultural: del Rock a la Postmodernidad (Britto, 1980). Muchos rasgos, sin embargo, unen ambos fenómenos. Su multiforme insurgencia contra el Pensamiento Único. Su énfasis en la acción simbólica: música, artes plásticas, indumentarias, consignas, happenings. La incapacidad de unirse y organizarse para operar contra el verdadero adversario, el capitalismo. Y su consiguiente dilución ante la falta de resultados concretos. “¿Qué te puedo decir? Se acabó el sueño”, declaró un devastado John Lennon antes de que lo asesinara un fan decepcionado por la integración de su ídolo al sistema.John Lennon, un repaso por su vida a 43 años de su asesinato

Al igual que las contraculturas del pasado siglo, el wokismo se manifiesta e intensifica a partir de incidentes graves que revelan las contradicciones del sistema. Las masivas protestas del Black Lives Matter son desencadenadas desde 2014 por el asesinato a manos de la policía del afrodescendiente Michael Brown; otra oleada revienta por la muerte del moreno George Floyd en 2022 por la policía de Minneapolis. Manifestaciones y pronunciamientos antibélicos estudiantiles se multiplican de nuevo a partir del genocidio de Israel en Gaza a partir de octubre de 2024.

Al respecto opina el doctor en Teología y Filosofía Nelson Faria; “El wokismo sostiene que la discriminación contra las personas marginadas es sistémica, es decir, no está limitada a manifestaciones aisladas, y que, por lo tanto, debemos ser conscientes de las estructuras que oprimen a los individuos en base al género, color, orientación sexual, nacionalidad o etnia.” (https://www.agenciapacourondo.com.ar/opinion/wokismo-izquierda-fucsia-soberanismo-y-el-peronismo)

Quizá ello explique la pluralidad de tendencias que se ha dado en agrupar bajo dicho rótulo. Byung-Chul Han, el autor de Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia (2021), sostiene que en la sociedad contemporánea la multitud de emisores que posibilitan las nuevas tecnologías de comunicación ha desterrado los mensajes “úniversales” o “articuladores”, y favorecido una proliferación de puntos de vista particulares. Pero las consignas del wokismo siguen siendo las mismas que las de las contraculturas en 1960: cese de la discriminación racial, liberación sexual, feminismo, pacifismo, conservacionismo, respeto a la pluralidad étnica y cultural. Ello significa que las causas que las suscitaron siguen vigentes: sólo las respuestas estaban adormecidas.

Wokismo: delirios ideológicos y conflictos importados | Viejo TopoEn todo caso, el wokismo no se pronuncia sobre causas, sino sobre efectos. La enorme variedad de discriminaciones contra mujeres, grupos étnicos y migrantes tienen su origen profundo en la necesidad capitalista de mano de obra barata por razón de sexo, “raza” o procedencia. Pero no ha habido un ostensible apoyo estilo Woke hacia movimientos como Occuppy Wall Street, que en 2011 ocupó el sector financiero de Nueva York en protesta contra la codicia capitalista, la desigualdad económica y la acción del gobierno que salvó a los culpables de la crisis con el dinero de los contribuyentes.

Las agencias noticiosas no revelan o reportan acciones Woke contra los bajos salarios ni las pésimas condiciones laborales. La retórica Woke condena todas las discriminaciones, menos las originadas en las aberrantes diferencias de riqueza o en los regímenes tributarios que las favorecen.

Sin embargo, el empleo del wokismo en el debate entre los grandes poderes políticos de Estados Unidos revela que no es una tendencia despreciable numéricamente. La candidatura demócrata de Kamala Harris en 2024 mostró cierta simpatía hacia algunos temas del movimiento: feminismo, integración racial, derechos de los migrantes. La respuesta republicana fue una cuña que mostraba una imagen denigratoria de marginales, migrantes y transexuales con el rótulo: THEY WITH KAMALA, US WITH TRUMP. “They”, tercera personal del plural, distanciaba a los disidentes; “Us”, primera persona del plural, asociaba al receptor con Trump y con el país, pues US son también las iniciales de United States.

Como ocurrió con las contraculturas del siglo pasado, el poder confisca las consignas del wokismo para aplicarlas contra él. En La CIA y la Guerra Fría Cultural (1999), Frances Stonor Saunders revela que en los años cincuenta del siglo pasado la CIA financió giras por Europa de los músicos afrodescendientes cuyos congéneres eran discriminados y linchados en Estados Unidos. El rock, música de las marginalidades negras, fue usado luego como instrumento de propaganda indirecta de la estética imperial estadounidense. Abas Mirzaei, docente en la Universidad de Macquaire, denuncia que el término Woke “ha sido cínicamente aplicado a todo, desde gaseosas hasta hojillas de afeitar”, mientras que Ross Doutat aplica el calificativo de “Capitalismo woke” a compañías que utilizan la terminología del movimiento para eludir cualquier cambio.

O el wokismo se une en torno a un proyecto sociopolítico revolucionario clasista, o será reducido a mercancía.

* Narrador venezolano, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En 2002 recibió el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.