Venezuela: Identidad nacional y Constitución

(Xinhua/Marcos Salgado)

Luis Britto García

Decía Montesquieu en El espíritu de las leyes que éstas deben ser adecuadas al pueblo al cual se aplican. Se prepara una nueva Constitución, no está de más revisar lo que somos. Los venezolanos en encuestas realizadas por Fundacredesa a fines del pasado siglo revelamos un débil reconocimiento de figuras o temas históricos, tales como el pensamiento del Libertador, Guaicaipuro o los símbolos del Escudo. Una intensa campaña educativa y mediática ha subsanado en parte tales carencias.
Venezuela entre países con mayor riqueza en recursos naturales

La Encuesta de GIS XXI confirma que para 2014 los venezolanos, en una escala del 1 al 20, sienten que son felices en 16,6; más de las ocho décimas del total, superior al de 7,5 sobre 10 del Happy Planet Index. La felicidad es una opinión, pero una opinión que define si nuestra vida vale la pena.

Según el World Values Survey, la primera adscripción que reconocen los encuestados es la local (29,2%), referida al poblado o parroquia de origen, casi el doble de la que se siente por la “región” (16,3%), e inferior en diez puntos a la que se siente por el “país”, el cual es la mayor referencia para los encuestados (39,2%). El sentimiento de nacionalidad prepondera sobre el regional. Evitemos federalizaciones extremas, o el fraccionamiento en decenas de “Estados soberanos” étnicos.

Para 2010, la tasa de natalidad por cada mujer es de 2,46 hijos. Disfrutamos de un bono demográfico: la edad promedio de la población se sitúa en 26 años, en plena juventud productiva.

En Venezuela prepondera la familia matricéntrica. Una mayoría de 99,9% considera a la familia muy importante o bastante importante en su vida.

La inteligencia del venezolano se sitúa dentro del promedio. La Fundación Motores por la Paz estima que unos 160.000 compatriotas son superdotados.

Los venezolanos presentan una moderada tasa de 14,5% de perturbaciones mentales de todo tipo, desde leves a graves, casi la mitad de la registrada en países como Estados Unidos, de 26,3%. También es muy moderada la tasa de conductas vinculadas a ellas, tales como el suicidio, con 2,6 casos anuales por 100.000 habitantes, comparados con el 12,1 en Estados Unidos.

Desde inicios del siglo XXI, políticas sociales financiadas con 60% del gasto público cumplieron con las llamadas metas del milenio, al extremo de que para 2014, la pobreza disminuyó a 20,4%, y la pobreza extrema, a 5,4%, con mejoras correlativas en todos los aspectos de la vida. Para tal fecha, cerca de 80% de los venezolanos tenía satisfechas sus necesidades básicas, lo cual asignaba al país un grado de desarrollo humano alto, y el menor índice de desigualdad de la América Latina capitalista. El gasto público social se ha incrementado a 74%; urge actualizar los restantes indicadores.

Según el censo de 2011, 88,3% del total de la población confiesa ser cristiana; 71% se define como católica, y 17% protestante. Un importante 17% está fuera de cualquier adscripción religiosa.

Según encuesta de GIS XXI en 2011, de poder hacer lo que desearan para satisfacer sus necesidades: 85% ayudaría económicamente a la familia, apoyaría un proyecto comunitario político 47%; y solo 8% dejaría de trabajar.

El venezolano duda del trabajo como vía hacia la riqueza. Consultores 21 encontró en 1990 que 62% de los encuestados considera que los hombres que tienen riqueza en Venezuela no la han logrado trabajando, y 47% estima que quienes tienen riqueza la han logrado por vías deshonestas. Urgen controles que imposibiliten el peculado masivo, el lucro con los bienes públicos, el surgimiento de fortunas mal habidas.Ingresos de trabajadores en Venezuela entre $200 y $2000, vamos a ver

El venezolano es demócrata. La encuesta World Values Survey consultó a su muestra sobre el aserto “la democracia puede tener problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno”. (World Values Survey (1999- 2004) – Venezuela 2000 v.2015.04.18 V172). El fuerte acuerdo y el acuerdo simple suman 91%. La democracia es democráticamente considerada la mejor forma de gobierno.

En Venezuela se aprecia un alto grado de ludopatía, que se asocia a la creencia en un locus de control externo (De Viana, 1999), y a “graves y diversos problemas sociales, tales como desintegración familiar, disminución de rendimiento estudiantil y laboral, divorcios y hasta suicidios” (García, H., 2006). La proliferación de salas de juego prohibidas y las decisiones judiciales que las protegen a pesar de su ilegalidad validan la presunción de que tal actividad está vinculada al lavado de capitales y al crimen organizado transnacional (Eltiempo.com).

Una encuesta de “percepción” de la inseguridad contratada por el INE para 2009, entre otras incoherencias “percibía” que ese año ¡21.132 homicidios habrían causado 19.113 fallecimientos! La tasa de homicidios sería de 75,08 por 100.000 habitantes, superior a la de países sumidos en guerra civil. Pero, según estadísticas del Ministerio del Poder Popular para la Salud, basadas en conteo de cuerpos y no en “percepciones”, la tasa real de homicidios efectivamente ocurridos para 2009 es de 33,80 por 100.000 habitantes. La diferencia se debe a que la percepción subjetiva de inseguridad usualmente supera al número real de delitos, y en Venezuela este desfase es de 37% (Díaz Rangel, 2011).

El valor igualdad es fundamental para los venezolanos. Fundacredesa determinó en 1988 que 87,3% de los encuestados consideraba que tal valor no se cumplía. Resultado: la rebelión popular del 27 de febrero del año siguiente. Intentos de otorgar rango constitucional a leyes que atribuyen a personas o capitales extranjeros mayores privilegios y derechos que a los nacionales podrían desencadenar similares efectos.

El venezolano presenta un persistente y lúcido sentido del humor que sobrelleva las contradicciones de la vida hasta que se hacen insoportables. Ataques a la igualdad que privilegian capitales y personas extranjeras y fortunas inexplicables surgidas al amparo del secreto podrían agotarlo.