Vaticano y China: la jugada fuerte del papa Francisco

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Juan Guahán | 

Es indudable que China es, hoy, una potencia mundial. Con más de 1.300 millones de personas es el país más poblado del planeta; según la metodología utilizada es la primera o segunda potencia mundial en materia económica. Es más que obvio el interés de la Iglesia Católica en hacer pie en esa milenaria cultura. En otras oportunidades en esta misma columna se ha hecho referencia a esta situación.

Más aún siempre se ha planteado que es objetivo del actual papado normalizar la situación entre el Vaticano y la República Popular China. Como lo vienen diciendo varios obispos de ese país el tema va más allá de la propia China y está directamente vinculado a estrategias mundiales en juego.

El Papa Francisco ha manifestado púbicamente y de un modo reiterado su voluntad de viajar a China. Hasta ahora las autoridades de ese país han ignorado –públicamente- esa manifestación. Para el caso que la misma se concrete será el punto más alto de su papado.

No son pocas, ni menores las dificultades para que ese viaje se produzca. De todas maneras, por los intereses en juego, no es exagerado apostar que es muy posible que el misma se concrete. Es la Iglesia Católica la principal interesada en lograrlo.

Entre las razones que nos hablan de la importancia de normalizar esas relaciones y de las dificultades para lograrlo se pueden señalar: El marco geopolítico; la situación interna de la Iglesia en China; el estado de la libertad religiosa en el mundo.

El marco geopolítico

El marco general está dominado por la tendencia a una progresiva pérdida de fuerza de los grandes países occidentales (Estados Unidos y Europa) y su correlato en el fulgurante avance de China. Esto lleva a pensar en una situación, no muy lejana, donde la poderosa hegemonía norteamericana impuesta a partir de la II Guerra Mundial (1939/1945) deberá dejar su lugar a una nueva hegemonía a cuya cabeza estarán los chinos. Es sabido que este país asiático practica una economía de mercado, de tipo capitalista, con una fuerte presencia de un Estado planificador conducido por el Partido Comunista.

La Iglesia Católica, le guste o no, está férreamente asociada a la historia y suerte de occidente. Un occidente que teme que este cambio de hegemonía mundial, que está pleno desarrollo, abra un camino donde sus intereses y valores sean barridos por aquellos que trae este gigante asiático.china iglesia catolica

Tal vez sea este elemento una de las claves para entender el masivo apoyo de los obispos norteamericanos a la llegada de Jorge Bergoglio a su investidura papal y a los avances que éste está intentando para mejorar los vínculos con China. Se trata, en esencia, de aprovechar la imagen de la Iglesia para moderar el cambio que se está produciendo en la hegemonía mundial. Para los intereses de occidente y su cultura no es suficiente que los chinos adopten una economía de tipo capitalista, saben del peso que tiene su milenaria cultura y procura amortiguar su avance.

Este interés de occidente coincide con la perspectiva “universalista” de la Iglesia que ve en China la gran oportunidad de salirse de viejos corsets y arraigar su presencia en esos poblados países asiáticos.

Situación interna de la Iglesia en China

El cristianismo registra, en China y según periódicos oficiales, un explosivo crecimiento.

Hace menos de 50 años había un millón y medio de cristianos, hoy esa cifra se acerca a los 100 millones. De esa cantidad algo más de la mitad pertenecen iglesias evangélicas y unos 15 millones a la Iglesia Católica. Entre estos últimos aproximadamente la mitad forman parte de comunidades clandestinas que guardan fidelidad al Vaticano Romano y el resto pertenece a la Asociación Patriótica de Católicos Chinos, que tienen un culto igual al que tienen los romanos pero es ilegal a los ojos del Vaticano porque sus obispos -históricamente- no contaron con el aval del Papa.

En los últimos años esta situación se ha relativizado y hay sectores de los obispos y fieles que responden a esta Asociación Patriótica y que el Vaticano acepta. De hecho, hay 138 diócesis dirigidas por 79 obispo “oficiales” (reconocidos por el Estado Chino) y el 90% de los mismas han sido aceptados por el Vaticano. La Iglesia Católica que no forma parte de la mencionada Asociación Patriótica es ilegal y perseguida, dado que el Partido Comunista las considera como “una religión extranjera”, ellas representan -a los ojos de esa caracterización- una “invasióchina catolicosn de la cultura occidental”.

Este es uno de los temas, formalmente más complicados, cuya solución debería estar encaminada antes de un viaje papal.

La libertad religiosa

Desde su origen la Iglesia Católica ha luchado por la libertad religiosa. Sin embargo el 75% de la población mundial reside en países donde hay restricciones a la misma. Esta situación se da con mayor frecuencia en el Medio Oriente, Asia y países africanos. La nómina de los países donde existen este tipo de restricciones está encabezada por China, Egipto, Indonesia, Rusia Turquía, Pakistán.

Este señalamiento indica la importancia que tendría, para la Iglesia Católica, resolver esta situación respecto de China. De todos modos las limitaciones religiosas en China se han ido reduciendo a partir de 1976, después del fallecimiento del Líder Mao Tsé Tung.