¿Vamos al cine, o a la guerra?

El Festival de Friiburgo y los recortes presupuestarios para comprar más armas

Sergio Ferrari

La 39ª edición del FIFF (Festival Internacional de Cine de Friburgo) exhibirá durante los últimos diez días de marzo 108 películas de 52 países. Entre ellas,14 latinoamericanas y 2 españolas, con unas cuantas que acaban de producirse: 20 son estrenos mundiales y 47 europeos. Los organizadores esperan superar las 48.000 entradas del año anterior, incluyendo no menos de 11.000 estudiantes de todas las edades, en particular del Cantón de Friburgo y su Ciudad universitaria, a tan solo 30 kilómetros de Berna, la capital suiza.

La lucha por las libertades

Si se trata de encontrar el hilo rojo de esta 39ª edición, Thierry Jobin, director artístico del FIFF, no duda en conceptualizarlo así: “El espíritu de resistencia”. Según Jobin, y en referencia a los países que el mercado cinematográfico habitualmente no prioriza, el centenar de películas seleccionadas este año –de entre las 2.100 que llegaron a la comisión de selección— “nos invita a todos a recordar la importancia de nuestras libertades y a ser conscientes de lo frágiles que son esas libertades”. “Más que nunca, como nos gusta decir”, subraya, “si no ves estas películas en el FIFF, no las verás en ningún otro sitio. En efecto, sólo tres de los 67 estrenos llegarán luego al circuito comercial de los cines helvéticos”. 

Al hablar de la resistencia, Jobin subraya el artículo femenino y explica que diez de los dieciséis cortometrajes seleccionados cuentan con una protagonista femenina. Otro aspecto común entre algunas de las películas, comenta, es “su marcado interés por las historias sobre animales, o que cuestionan más ampliamente la relación del ser humano con la naturaleza”. Y acota que los brutales acontecimientos de hoy, enmarcados en la realidad mundial de crisis climática y guerras, “demuestran que nuestra sociedad se rige por normas bestiales.

El ser humano vuelve a su condición animal y siente la tentación de equipararse a ella para encontrar nuevas soluciones”. “Estas historias de violencia y desilusión, pero también de solidaridad”, puntualiza Jobin, “lanzan juntas un grito de rabia y esperanza”. Jobin además recuerda que en algunos países a menudo son las situaciones de crisis político-institucionales las que estimulan una producción fílmica de calidad.

“No es solo una cuestión de medios”, explica el director del FIFF, ya que “las crisis promueven la creatividad. En poco tiempo veremos películas de gran contenido provenientes de los Estados Unidos”, resultado de la resistencia cultural a esta etapa que se abre con el nuevo período presidencial de Donald Trump.

El aporte de América Latina

“Me alegra mucho que 4 de las 12 películas de la competición internacional sean producciones latinoamericanas”, comparte el director del FIFF con El Cohete a la Luna, y alude a la presencia activa de Brasil con O silêncio das ostras, de Marcos Pimentel, y Senhoritas, de Mikaela Plotkin. “Las dos son muy interesantes”, comenta Jobin, y agrega que “esta última me sedujo porque presenta un tema muy raro, aparte de lo que se presenta a través de comedias sin nivel: el placer en la tercera edad, las ganas de gozar, incluso a nivel sexual”.

La película argentina “Lo deseado” , una de las cuatro latinoamericanas en el Festival de Friburgo. Foto: FIFF.

Las otras dos películas latinoamericanas son Lo deseado, del realizador argentino Darío Mascambroni, y Zafari, de Mariana Rondón, una coproducción de Perú, México, Brasil, Chile, República Dominicana, Venezuela y Francia. “Dos cineastas muy queridos, que ya estuvieron en Friburgo”, recuerda Jobin, quien señala que “es importante para nosotros y para el público poder darle seguimiento a la obra de cineastas conocidos y poder acompañarlos en su camino artístico”. Tres cortometrajes colombianos (La mona, Mañana y Lanawaru) anticipan la pujanza del nuevo cine de ese país. En la sección Pequeño Planeta se proyecta la película peruana Raíz, de Franco García Becerra.

Al repasar el programa de esta nueva edición del Festival de Friburgo, Jobin no puede abstenerse de recordar algunas de las históricas películas iberoamericanas que marcaron época y lo hace a través de un testimonio anecdótico: “Le solicitamos al antiguo productor y gran cinéfilo Jérôme Paillard, que hizo que el mercado del Festival de Cannes se convirtiera en el más importante del mundo, que le presentara en esta edición al público de Friburgo cinco de sus películas favoritas. Su elección refleja su profundo conocimiento y su pasión por el cine de ese gran continente cultural. Tres de las cinco películas que Paillard eligió fueron las argentinas Relatos salvajes (2014), de Damién Szifrón, y El secreto de sus ojos (2009), de Juan José Campanella, así como la española Blancanieves (2012), de Pablo Berger”.

Thierry Jobin, director del Festival Internacional de Cine de Friburgo. Foto: Rromir Imami, FIFF.
La motosierra helvética

Actualmente, el compromiso cultural que promueve desde años el Festival de Cine de Friburgo se ve amenazado. A fines de enero, la Agencia oficial Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) decidió renunciar a todas sus asociaciones estratégicas de apoyo a la multiculturalidad en Suiza. Aunque esta medida de economía representa una parte muy modesta del presupuesto total de la COSUDE, que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores, golpea de una u otra forma la existencia de 12 instituciones culturales helvéticas, entre ellas el propio FIFF; el proyecto Open Doors del Festival de Locarno; Artlink; la sección africana del Salón del Libro de Ginebra; el Festival de Cine de Winterthur; la casa de distribución de cine alternativo Trigon Film; el Festival de cine documental Visión de lo Real; los fondos para la diversidad cultural de la UNESCO; las actividades del Teatro de Zúrich y el Fondo de Producción Cinematográfica Visión Sud Este.

A partir de este año, los fondos para dichas instituciones culturales se reducen un 45%, de 4 millones de dólares a 2.2 millones. En 2029 el corte será total. Estos recortes presupuestarios, definidos sin ningún tipo de diálogo previo con las instituciones afectadas, forman parte de las medidas presupuestarias de ajuste adoptadas por COSUDE. A partir de 2025, casi 125 millones de dólares anuales menos que ya no llegarán a numerosos países del Sur Global. Detrás de esta decisión, nuevas exigencias federales que afectan al sector de la cooperación internacional, consecuencia de un aumento sustantivo del presupuesto de seguridad y defensa en respuesta a una nueva prioridad: el apoyo militar y de reconstrucción de Ucrania. 

Un comunicado reciente de estas 12 entidades culturales afectadas subraya “que la decisión del Parlamento y su aplicación por parte de COSUDE están destruyendo sin previo aviso una red que se ha ido construyendo a lo largo de mucho tiempo y pone bajo presión a organizaciones suizas respetadas y reconocidas”. Y señala que están profundamente conmocionadas por el cambio de rumbo elegido por un país de tradición humanitaria y signatario de la Convención de la UNESCO para la protección de la diversidad de las expresiones culturales”. Por último, argumenta que “en un momento de creciente polarización, Suiza envía una señal preocupante que podría alimentar el auge del populismo”. Panorama agravado por la situación mundial, donde los espacios para el diálogo internacional son cada vez más restringidos, al igual que los mecanismos para promover la diversidad cultural, la libertad de expresión, la transición económica y la cohesión social.

El film brasileño “O silencio das ostras” llega al Festival de Cine de Friburgo. Foto: FIFF.

El arte y la cultura ofrecen un espacio para el debate crítico y el diálogo pacífico, enfatizan estas entidades culturales, razón por la cual “Suiza debe desempeñar su papel de pionera y contribuir a la estabilidad y la paz en todo el mundo”. Y argumentan que “estos recortes envían una señal muy sombría y son un paso alarmante hacia el desmantelamiento de la cultura a nivel federal”.

El Festival de Cine de Friburgo, que pierde 330.000 dólares anuales debido a este recorte, de inmediato ha tomado medidas para tratar de encontrar fondos de otras fuentes de financiamiento. Una situación preocupante y desafiante al mismo tiempo, según Philippe Clivaz, su responsable administrativo. Reflexión que comparte también Thierry Jobin, quien no logra entender la falta de visión histórica y estratégica de las autoridades suizas: “Golpean a todo un entramado cultural que se venía gestando desde años, que multiplicaba las sinergías, que abría puertas a la producción cultural del Sur y que enriquecía, aun en mayor medida, la propia diversidad cultural helvética”.

La motosierra helvética y los recortes que conlleva en el plano de la cooperación internacional (incluido el ámbito de la cultura) tienen un único objetivo político: aumentar en casi 600 millones de dólares anuales el presupuesto de seguridad y defensa. La carrera desenfrenada en Europa por incrementar sus presupuestos destinados a gastos militares crea víctimas colaterales. El Estado social, la cooperación y la cultura ya están pagando las consecuencias, con tributos bien visibles, como es el caso del cine del Sur Global históricamente activo y renovador en Suiza.

*Periodista, investigador y analista argentino, radicado en SuizaColaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)