Uruguay: Seguro que estamos más inseguros
Nicolás Centurión
La seguridad: botín electoral para los partidos políticos que se cuentan la pila de muertos y se los lanzan unos a otros de lustro en lustro. Lo que hace falta en los barrios y lo sufren los trabajadores día a día. Lo que más le preocupa a la gente de los barrios más acaudalados por más que nunca hayan escuchado un tiroteo en su vida, tienen una garita de seguridad en la puerta, cámaras de vigilancia y una respuesta rápida de la policía. Lo que precisan los narcotraficantes para proteger su mercadería y se refuerzan con más y más armas con un alto calibre.
En América Latina y el Caribe, durante 2024, se registraron unos 121,695 homicidios, lo que equivale a una tasa promedio de 20 por cada 100,000 habitantes. Esta cifra representa una situación de violencia significativa en la región, superando el promedio mundial de siete homicidios por cada 100,000 habitantes.
Una república bastante insegura
El promedio del año 2024 es 10.6 homicidios en Uruguay cada 100.000 habitantes. En dicho año se registraron 379 homicidios, dos menos que en 2023. En el primer trimestre del 2025 bajo la administración del centroizquierdista Frente Amplio, ya se contabilizan 99 homicidios según el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad.
El mayor de problema de Uruguay reside en el tránsito y acopio de cocaína. Se ha transformado en un hub de lavado de dinero. A esto se le suma las condiciones inhumanas de reclusión en las cárceles. Según el periodista Gabriel Pereyra “El impacto de la Ley de Urgente Consideración hizo que la población carcelaria creciera un 32%. El número de mujeres en cárceles aumentó en 84%”.
El tema de la inseguridad y la preocupación social no es de hoy ni de esta eterna campaña electoral en la que se ha transformado Uruguay. Si tomamos como referencia el año 1985 con el retorno de la democracia, el país se encontraba entre los cuatro tópicos más acuciantes de la sociedad: la delincuencia, el desempleo, la pobreza y la situación económica.
Diversas encuestas dan cuenta de estos tópicos que son preocupantes para la sociedad (Cifra, Vox, Equipos Consultores) y además las cifras vienen en franco aumento desde ese año, con el acumulado de una época de fractura social e institucional muy importante como fue la dictadura cívico-militar de 1973 a 1985.
En el año 1987 el 80% de los uruguayos se sentían inseguros en su barrio. En 1994, según la encuestadora Vox, el principal tema de los uruguayos era la inseguridad. Según Cifra, el 80% de los uruguayos creía que el país era más violento que 10 años atrás.
En el año 1997 la Empresa Datos constataba que el 93% de los montevideanos evaluaba que la delincuencia había aumentado y el 80% que la delincuencia de los menores se había incrementado con respecto a la de los adultos. Además el 54% se posicionaba a favor de bajar la edad de imputabilidad.
En 1999 no existía jerarquía clara sobre los grupos o personas más peligrosas a juicio de la sociedad. En 2004 el 51% confesó miedo ante personas pobres que habitan ciertos barrios o asentamientos. Y el 8% ante desocupados o marginales.
Según Equipos Consultores en febrero de 2025, “cuando se pregunta a los uruguayos, en forma espontánea, cuál es el principal problema del país, las respuestas son diversas y heterogéneas, pero hay dos elementos que destacan sustantivamente sobre el resto. En primer lugar, la “inseguridad”: más de un tercio (37%) la menciona como el principal problema, y más de la mitad (55%) lo menciona ya sea como primera o segunda respuesta.”
El otro, el peligro
Hoy la figura del “otro” peligroso, donde antes era “el menor”, el delincuente de tal o cual barrio, ha mutado. El otro peligroso es el narco en sus dos versiones: narco como sustantivo, fenómeno y organización criminal y narco como sujeto, que puede ser tu vecino, un empresario, un político u otro.
En la palabra narco se conjuga lo internacional como local. A veces como una entelequia o una presencia que está allí, que se percibe, pero no se sabe dónde está, ¿o si? ¿No hay peor ciego que el que mira para el costado?
Hoy el populismo punitivo podrá regresar en busca de penas más altas, de perpetuidad en los países que no existe y lo mismo con la pena de muerte. Seguramente se libre una especie de mini México en una guerra contra el narco que de antemano está perdida.
Sin embargo, en nuestros países se sigue con una fantasía de mano dura y de choque duro de enfrentamiento que solo alimentará una maquinaria de muerte sin final.
Recientemente fallecieron calcinados cuatro reclusos a raíz de una reyerta. Por las bajas temperaturas y por la muerte de seis personas que vivían a la intemperie, el gobierno del presidente Yamandú Orsi decidió decretar una alerta roja ante el frío extremo que estaba anunciado. Esa decisión le daba al gobierno el mecanismo legal para retirar a las personas que estuvieran en la calle por la noche, con el argumento de que su vida estaba en riesgo.
Los equipos que trabajan en la calle han declarado que muchas de las personas sin vivienda eran exreclusos que habían salido recientemente de las cárceles.
Seguimos pensando que la cárcel está afuera de la sociedad, es algo ajeno, una pausa en la vida delincuencial de una persona. Y, al contrario, la cárcel está en nuestro día a día, las bandas criminales operan adentro pero sus consecuencias las vemos fuera. Los reclusos no están solamente “guardados” -como se dice en la jerga carcelaria- sino que están mejorando sus habilidades. El Estado es omiso y la única seguridad que tienen los ciudadanos… es que todo va a estar peor.
* Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)