Una sociedad rehén/ ¿Por qué el terrorismo?
Una sociedad rehén
Maryclen Stelling|
En nuestro país, como resultado de la polarización y la radicalización política de los últimos años, progresivamente se ha ido incubando la violencia, abierta u oculta, según las características e intensidad que asuma el conflicto sociopolítico entre Gobierno y oposición.
Así, la ciudadanía, acorde a las características de la coyuntura confrontacional, está sometida a diferentes tipos de violencia: física, psicológica, emocional, mediática, culturales… Se transitan procesos complejos, dinámicos y cambiantes, dolorosos y vergonzosos que conducen a un clima emocional de impotencia, en el que la violencia puede constituirse en algo natural y fatal.
Tiempos sombríos de apatía y desesperanza que engendran una peligrosa indiferencia ciudadana. En el intento de continuar con la cotidianidad y blindarnos contra estos tiempos turbulentos, transitamos por los lugares de la destrucción y la muerte, ajenos al sentido y la magnitud de la violencia que nos circunda. Suerte de banalización sanadora de la acción destructiva y la violencia en su forma límite, la violencia homicida. Es el momento de reflexionar sobre la naturalización de la violencia que amenaza con instaurarse social y culturalmente en la Venezuela actual.
El último “parte de guerra” oficial reseña -en mes y medio- 60 muertes, más de 200 heridos, y 600 millones de bolívares en pérdidas, producto de actos de saqueo y vandalismo donde destaca “la violencia irracional contra hospitales y centros de salud”. La oposición denuncia una “brutal” represión que “no intimida” a quienes perdieron el miedo y están dispuestos a “dar su vida” por un cambio de gobierno. Según analistas de oposición, la protesta iniciada el 19-A, adquiere el rango de “rebelión civil” de un pueblo determinado que “rechaza el régimen de Maduro”.
Cuando los eventos violentos empiezan a desprenderse y peligrosamente comienzan a tomar un sentido y una lógica propia, estamos en presencia de un proceso de autonomización de la violencia.
Convertidos en una sociedad rehén de dos violencias enfrentadas, es imperante traspasar la narración “periodística” del contexto coyuntural y desnudar su lógica propia. Es imperante analizar las condiciones estructurales que la incubaron, aquellas que la mantienen y reproducen, además de las razones morales que supuestamente la justifican.
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¿Por qué el terrorismo?
Beltrán Haddad| El terrorismo está tipificado en la ley venezolana, es decir, existe como delito. Lea su definición y castigo en los artículos 4 y 52 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo. Pero quiero decirles algo con relación a los momentos que estamos viviendo y que han creado una perturbación violenta en nuestra vida cotidiana.
El terrorismo es la violencia en su forma más perversa para difundir terror y dolor en lo humano y en lo social; es la negación del sentido de humanidad. Cuando aparece en la escena política se convierte en un monstruo devastador que deja muerte y destrucción.
Los terroristas no se detienen ante nada. En estos días hemos visto en Venezuela unas acciones que denotan esa relación entre el odio y la maldad, definida por la norma como terrorismo o acto intencionado que por su naturaleza o contexto perjudica gravemente al país con el fin de intimidar a la población, u obligar al gobierno a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo, o desestabilizar o destruir las estructuras políticas, constitucionales, económicas o sociales.
Hemos visto atentados contra la integridad física de personas, como ese hecho de incendiar el cuerpo de un joven en Altamira; hemos visto incendiar autobuses, edificios públicos y propiedades privadas que han puesto en peligro vidas humanas. Hemos visto incendiar instituciones educativas y centros de salud, como los CDI que sirven a la población que no tiene acceso a la medicina privada. También hemos visto actos que causan terror, amenazas de muerte y atentados contra las personas y toma de urbanizaciones por grupos armados, a manera de focos de insurgencia que atemorizan y ponen en peligro la vida de los vecinos. También hemos visto con dolor utilizar a niños en actos de violencia como si fueran aquellos “soldados infantiles”.
Todas estas acciones y otras más son consideradas actos de terrorismo en ocho literales del artículo 4 que he citado, en tanto la norma del artículo 52 de la misma ley castiga con prisión de 25 a 30 años a cualquiera que cometa terrorismo. En fin, en el odio está la fuente del terror y hoy ese odio en Venezuela asusta porque se retroalimenta y parece reencarnar en terroristas. ¿Por qué el terrorismo? Vean lo que ha causado y sigue causando en Siria. Por eso, frente al terrorismo: ¡Aplíquese la ley!
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