Un trío en la negociación

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Celebramos el inicio del proceso de negociación entre las dos fuerzas políticas, un camino nada fácil de transitar. Tanto el recorrido como  el proceso en sí mismo constituyen un reto para el dialogo, la convivencia y la democracia.

Arduo trayecto plagado de obstáculos,  dilemas  y desafíos  no sólo de carácter político ni circunscritos al ámbito nacional, dado que, por las condiciones geopolíticas del caso venezolano, el proceso no se limita a dos fuerzas políticas internas. Un tercer actor externo con sus propias prioridades e intereses influye, interfiere y pretende   marcar el rumbo de la negociación.

De manera que inevitablemente, el proceso en todas sus etapas  enfrentará  avances y retrocesos, causados por factores  tanto internos como externos, los cuales  sin duda incidirán en la disponibilidad y voluntad política de los actores para negociar.

Un Maduro crecido afirma “es un gran logro nuestro” que la oposición extremista aceptara el diálogo a través de Noruega. Destaca  que se reunió 15 veces con los representantes noruegos “y por fin logramos que se sentaran todos”.  En el otro lado, una oposición fracturada,  sin una estrategia  y liderazgo claro.

Un Guaidó disminuido y deslegitimado interna e internacionalmente, recibe una estocada al retirarle, “silenciosamente” el apoyo 53 países, de  “los casi 60 países que en un momento aceptaron a Guaidó como presidente”, según  destaca Geoff Ramsey. “Estocada del silencio” que ocasiona profundos efectos en la oposición, que,  colocada en desventaja, se ve  obligada a reestructurarse y,  además,  a replantear tanto la estrategia como  el equipo negociador.

En uso de su ventaja inicial,  Maduro, un negociador fuerte, insiste en  sus exigencias: 1. Levantar las sanciones de inmediato; 2. Respetar la Constitución y los cinco poderes legítimos y constitucionales;  3. Devolución inmediata de cuentas bancarias y todo el dinero secuestrado en EEUU y Europa, activos de Citgo y Monómeros.  Agregando posteriormente una cuarta condición para sentarse a negociar con la oposición: que  todas las reuniones del diálogo sean públicas, con cámaras y periodistas.

Exigencias dirigidas fundamentalmente a la fuerza externa que, a la sombra,  completa el equipo negociador.

 

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