Un proceso gradual de pacificación

Leopoldo Puchi

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Venezuela vive una etapa posterior al intento de cambio de gobierno que tuvo su momento cumbre en 2019. En lo que corresponde a la dimensión esencial del conflicto, el objetivo ha sido el de la reinserción de Venezuela en la zona geopolítica estadounidense. Y en lo interno, pugnas por el poder que involucran las élites, sectores sociales y proyectos de país.

La situación está marcada por sanciones que buscan bloquear la producción y exportación de petróleo, así como impedir el acceso al financiamiento externo y la utilización de los circuitos bancarios, lo que agrava los problemas humanitarios y ahonda las dificultades económicas, que tuvieron su origen en políticas económicas equivocadas y en la mala gestión pública.

Negociaciones

Ha habido distintos esfuerzos de negociación, pero hasta ahora no ha sido posible sentar en una mesa a los actores principales del pulso, el gobierno venezolano y el estadounidense.

Solo de manera indirecta se han realizado conversaciones, en las que de alguna manera los representantes de la oposición interna han actuado simultáneamente como voceros de las posiciones de Washington, pero sin abordar de manera concreta los aspectos específicos del enfrentamiento entre los dos países.

Aun así, en lo interno ha habido un avance progresivo en el proceso de negociaciones desde finales de 2019, en algunos casos con el auspicio del gobierno de Noruega y en otros por gestiones directas o de figuras como José Luis Rodríguez Zapatero.

De esta manera, distintos segmentos de la oposición se alejaron de la estrategia de derrocamiento inicial, que se visualizó en el poder dual decidido en el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, y paulatinamente se reinsertaron en la vida política institucional y electoral, lo que se expresó en la participación de varias de estas agrupaciones de la Mesa de Diálogo en los comicios de 2020 y en acuerdos sobre condiciones electorales.

Evolución

Posteriormente, con un método de conversaciones pendulares, la delegación de Noruega facilitó que otro segmento de la oposición se distanciara públicamente de la estrategia insurreccional y decidiera su reintegración en la política electoral.

Se hizo un primer intento en 2020, para las elecciones parlamentarias, en el que participaron sectores de la sociedad civil, el factor representado por Henrique Capriles, alcaldes y directivos empresariales, pero no pudo concretarse el viraje porque la posición estadounidense fue inflexible.

Ahora, en 2021, todo indica que el proceso de pacificación será mucho más extenso que el año anterior, y ya se anuncia que no solo el ala de Capriles sino otros factores han decidido acogerse al esquema institucional.

Línea Borrell

Esta evolución ha sido favorecida por los cambios en la presidencia de Estados Unidos y por la autorización dada a Josep Borrell para que explore opciones de reinstitucionalización que faciliten la reinserción del conjunto de fuerzas de oposición en el camino de las elecciones.

También lo ha facilitado la disolución del grupo de Lima, creado para sostener la estrategia de derrocamiento, que lo llevó a validar, en su declaración de mayo de 2019, el intento de golpe del 30 de abril. Igualmente, ha sido importante que se desvaneciera el vector de ‘poder dual’ en el discurso de la Unión Europea.

Pacificación

Sin embargo, vale resaltar que algunos sectores de oposición todavía no han decidido dar el viraje. De una parte, el núcleo que se expresa en María Corina Machado, y de otra, el sector de Voluntad Popular, que hasta el momento mantiene la toma forzada de la sede de la embajada de Venezuela en Washington y de las instalaciones de Citgo.

Aunque probablemente VP llame a la participación electoral, quedaría pendiente para después de las elecciones de noviembre las medidas de pacificación que faciliten su incorporación plena a la política legal.

Noruega

Esta negociación puede ser coordinada por la delegación de Noruega, aunque debe evitar algunas actuaciones que le restan credibilidad, como lo señalado por Gerardo Blyde, en el sentido de que había participado en una actividad que no corresponde a su misión, como fue la creación del Frente Unido.

Ahora bien, las negociaciones no tienen como horizonte la sola pacificación, sino que tendría que trabajarse un acuerdo más amplio y de largo plazo, que permita crear las condiciones para una alternancia sin rupturas, basada en acuerdos de convivencia compartidos.

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Avión que trasladó a los asesinos de Moïse es el mismo que usó Juan Guaidó

El avión privado de la empresa dominicana Helidosa que usaron el 21 de mayo para trasladar a los organizadores del magnicidio del presidente de Haití, la madrugada del 7 de julio, fue la misma aeronave que llevó hasta Barbados al exdiputado opositor Juan Guaidó, en el marco de la mesa de diálogo con Venezuela en el 2020.

“El avión siglas HI949 de Helidosa utilizado por Guaidó, para las negociaciones de Barbados, despegó hace minutos de Maiquetía”, citaron medios digitales en mayo de 2020, reseña The Freedom Post

El Cessna Citation Mustang de cuatro puestos también fue usado para transportar a la primera Dama de Haití y ahora viuda Martine Moïse, a su salida de una clínica en Miami hasta su país natal, luego que fuera atacada durante el asesinato de su esposo, Jovenel Moïse.

Este avión ejecutivo se convirtió en una de las pistas clave para resolver el crimen del ahora expresidente haitiano. La compañía de aviación Helidosa, propiedad del excandidato presidencial dominicano Gonzalo Castillo, admitió los servicios de traslado de los mercenarios y el de la viuda, reseñó el portal de periodismo de datos La Tabla.

Esta fuente reveló, además, imágenes del viaje en el referido jet cuando trasladó al financista ecuatoriano Walter Veintemilla, al médico haitiano Christian Sanon, al exmilitar colombiano Arcángel Pretel Ortiz y al contratista venezolano Antonio Intriago, propietario de la empresa CTU Security, señalada de contratar a los exmilitares colombianos.
*Publicado en El Universal