¿Un caso sólo de ineficiencia?

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ELEAZAR DÍAZ RANGEL| Hace poco, el presidente Maduro, en esa cruzada contra los vicios mayores de este proceso, dijo que “La corrupción se tragará al país si no se lucha contra ella”. Creo que es una exageración, durante décadas, al menos en todo el siglo XX, hemos tenido gobiernos corruptos en mayor o menor grado, desde las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez, hasta las democracias representativas, y el país los ha soportado. 

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Lo que sí puede tragarse es al proceso revolucionario en marcha. Hasta la revolución cubana corre ese peligro, según dijo Fidel Castro en su entrevista a Ignacio Ramonet (2003-2005): “…este país puede autodestruirse por sí mismo. Nosotros sí, podemos destruirla y sería culpa nuestra, si no somos capaces de corregir nuestros propios errores”. Entre esos, está la corrupción. Si después de más de medio siglo puede ocurrir en Cuba…

Ahora el Presidente está empeñado en un combate a fondo, confiamos en que llegará hasta al final, caiga quien caiga, y que tendrá el decidido apoyo de los organismos competentes (policías, jueces, fiscales, etc.) de los cuadros dirigentes del Gobierno y del partido, y de las bases del Psuv y de la administración pública, donde también se observan síntomas preocupantes.
Por lo pronto voy a recordar un episodio reciente. No es un típico ejemplo de corrupción, porque hasta donde se sabe no se trata de manejo irregular de fondos públicos, o de cobro de comisiones, sino una muestra de enorme ineficiencia y de tremenda irresponsabilidad.
Ocurrió el 5 de noviembre, cuando el presidente Chávez ofreció públicamente sus excusas a la gente de Cumanacoa, donde se produjeron severas inundaciones en agosto, y él mismo, pese a su tratamiento contra el cáncer, estuvo presente, hizo la evaluación posible, escuchó a la comunidad. “Luego yo pedí informes, mandé para allá varios ministros y me los trajeron”, y buscó y asignó los recursos necesarios para el acueducto, vialidad destruida, viviendas, etc. “Nada de eso se ha invertido, ni un centavo… Yo pido excusas al pueblo de Cumanacoa…”.
Ustedes estarán conscientes de esta tragedia para Chávez presidente, de sentirse impotente, pues quedaba como un típico gobernante de la cuarta que promete y no cumple. “¿Qué dirá el pueblo de Cumanacoa? Chávez nos engañó, prometió esto y prometió lo otro, pero yo cumplí, terminando fisioterapia recorrí todo aquello”.
Él dijo más: “¿Se dan cuenta de la gravedad de eso? A mí me da dolor y vergüenza, el dinero está allí por el amor de Dios. Yo quiero establecer responsabilidades de esto”, y demandó informes escritos a la mayor brevedad.
“A los que trabajan conmigo les repito, les ofrezco mi corazón y esta mano de hierro. No tengo más opción, me han traído a esta situación, mientras tenga vida y salud cuenten que en esta nueva etapa voy a ser muy duro con mi propia gente”.
El presidente Maduro estaba junto a él ese día. A estas alturas, casi ocho meses después, cabe preguntar ¿hubo esos informes escritos? ¿se establecieron las responsabilidades que Chávez quería? ¿se encontró ese dinero asignado? ¿se han ejecutado o están en ejecución las obras ofrecidas? ¿será posible conocer esos informes y las decisiones tomadas?
Esta ha sido una oportunidad de proceder con mano de hierro y de ser leal a las promesas de Chávez.