Trump vuelve, con el sueño de hacer un gran imperio

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Mirko C. Trudeau

Este lunes 20 de enero, Donald Trump va a asumir por segunda vez la presidencia de Estados Unidos, cargo desde el cual tendrá enorme capacidad para hacerle daño al mundo: ya demostró ser muy peligroso en numerosas áreas tras provocar en las últimas semanas  a varios países, dispuesto a actuar como el imperialista en jefe.

En campaña, Trump se presentó como el candidato contra la guerra y como alguien que mantendría a Estados Unidos fuera de los enredos extranjeros. Tras el triunfo  radicalizó su retórica de “hacer de Estados Unidos un gran imperio de nuevo”, lo que no parece tares fácil. Ya que no existe un acuerdo sobre cuáles deberían ser las prioridades de la política exterior dentro de la derecha y la burguesía.

Cabe recordar que Joe Biden no pudo revertir por completo el declive general de la hegemonía estadounidense en el escenario mundial, por lo que Trump llegó al poder con apoyos mucho más potentes que los que tuvo en el primer gobierno.

Trump construyó sus bases de apoyo popular con ataques violentos y difamatorios a sus adversarios, terrorismo ideológico basado en falsedades, siembra de dudas sin fundamento sobre las instituciones democráticas y promoción del culto a su persona. Durante la campaña electoral del año pasado intensificó estas prácticas, con promesas de utilizar a la fiscalía y las fuerzas de seguridad para perseguir a quienes se le opongan.

Ahora intentará un enfoque diferente al de su primer gobierno, superando los obstáculos que lo frenaron de 2017 a 2021 por resistencias dentro del Partido Republicano, que ahora domina casi por completo; y en parte por la inexperiencia política propia y la de muchos de sus colaboradores en aquel período.

No se trata sólo de la retórica extravagante sobre la anexión de Canadá, la compra de Groenlandia o la reapropiación del canal de Panamá. Otra graves amenazas se ciernen, sobre los esfuerzos para revertir el cambio climático y cuidar el bien común ambiental de la humanidad, sobre las multitudes de migrantes a Estados Unidos o sobre los pueblos gobernados por ultraderechistas autoritarios a los que Trump apoya.

Explicado: ¿Donald Trump puede anexarse Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá?Hay preguntas que dividen al mundo Trump y crean fracturas dentro del gobierno y entre los líderes del movimiento MAGA (Make America Great Again) y su base: ¿Debe el gobierno ofrecer más o menos visas H-1B (de trabajo para migrantes con título profesional)? ¿Debe iniciarse una guerra comercial con China? ¿Cuáles deben ser las prioridades políticas?

El movimiento MAGA ya está en conflicto con Musk en torno a los “inmigrantes altamente calificados” y los monopolios tecnológicos. En general, la base del MAGA es significativamente más populista de lo que se perfila el gobierno de Trump. Los ultraderechistas tecnológicos se centran en forjar una “nueva sociedad” basada en conceptos capitalistas profundamente reaccionarios.

Pero los populistas y los tecno-oligarcas están en el mismo partido, y eso ya comenzó a generar tensiones, como el mordaz ataque de Steve Bannon a Elon Musk. Otro sector que está jugando un papel es la burocracia sindical de derecha, representada por Sean O’Brien, que también está tratando de influir en el gobierno.

Los republicanos tienen mucho poder y controlaran los tres poderes del próximo gobierno, pero enfrentan contradicciones y divisiones internas que hacen que su camino a seguir sea complejo y difícil de transitar, con diferentes sectores del capital y diferentes alas de los mismos sectores que desean cosas opuestas en un momento de debilidad hegemónica, una crisis de fe latente de las masas en torno a su liderazgo político tradicional y un creciente cuestionamiento de la codicia capitalista.

The Economist divide  a los acólitos de Trump en tres grupos: los conservadores tradicionales, los partidarios del División obstaculiza a republicanos en Cámara Baja de EEUU - Prensa Latinaprincipio de ’América primero’ y los magnates de la tecnología. La mayoría está de acuerdo en que EEUU necesita menos regulaciones, una administración más pequeña, impuestos más bajos, menos inmigración y una postura más dura frente a los oponentes extranjeros.Si estos desacuerdos se gestionan mal, podrían conducir fácilmente a una gobernanza caótica, añade.

De hecho, muchas de las promesas en las que Trump basó su exitosa campaña enfrentan obstáculos dentro del gobierno, y todo lo que logre será el resultado de negociaciones entre facciones. El programa económico pactado se puede resumir como “austeridad sin derechos” o como dice el podcast The Dig, será “lujo obsceno para los ricos y austeridad para la clase trabajadora”.

No está claro qué parte de la base social que ha reunido a su alrededor lo aprecia por sus políticas ultrarreaccionarias o simplemente porque representa un cambio con respecto a la administración Biden. La experiencia de vida real que las masas están a punto de tener con este “Trump 2.0” será crucial para determinar cuánto espacio tiene Trump para operar.

Si Trump  lleva adelante las políticas que ha anunciado, sin duda causará fuertes impactos en la calidad de vida de la población estadounidense, tanto en lo material como en lo institucional, en el área de los derechos y en lo referido a la convivencia social, pero los efectos previsibles también afectarán a personas de muchos otros países,

Kast, Bukele, Bolsonaro y Milei felicitan a Donald Trump por su victoria: Es el resurgimiento de un “verdadero guerrero”
Kast, Milei, Trump, Bolsonaro, Bukele

Hay que incluir en la lista, por la fuerte influencia cultural e ideológica estadounidense, los riesgos asociados al fortalecimiento de posiciones reaccionarias, discriminatorias, conspiranoicas y violentistas, así como la naturalización y emulación de una forma de hacer política extremadamente destructiva, junto al financiamiento y promoción de ultraderechistas en el mundo, sobre todo en América Latina.

No es casual que entre quienes expresan gran afinidad con el presidente reelecto estén figuras como el brasileño Jair Bolsonaro, el argentino Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele, la italiana Giorgia Meloni o el húngaro Viktor Orbán, junto con algunos de los empresarios más ricos, poderosos y despiadados del mundo.

Pero el mundo se sigue moviendo. Los líderes de Rusia, Vladimir Putin, y de Irán, Masoud Pezeshkian, firmaron el viernes, en la sala de Malaquita del Kremlin, un Acuerdo de Asociación Estratégica Integral, que tiene un capítulo dedicado a la cooperación militar y de defensa, pero no incluye una cláusula de asistencia recíproca en caso de agresión contra uno de ellos, a diferencia de los tratados suscritos el pasado año por Moscú con Pyongyang y Minsk.

En la campaña electoral Trump amenazó a China con fuertes aranceles, pero ahora dijo –tras conversación teléfonica, el sábado- que “valora sus grandes relaciones” con Xi Jinping, con quien espera “seguir hablando y reunirse pronto”.

* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).