¿Trump realmente está ganando su guerra comercial?

Contrario a las afirmaciones de Trump sobre victorias en acuerdos comerciales, Estados Unidos podría enfrentar pronto graves problemas económicos causados por los aranceles.

(Xinhua/Hu Yousong)
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Peter Draper y Nathan Howard Gray – Asia Times

La semana pasada, el presidente estadounidense Donald Trump emitió una orden ejecutiva actualizando las tarifas “recíprocas” que habían estado pausadas desde abril. Prácticamente todos los socios comerciales de Estados Unidos ahora enfrentan aranceles de entre 10% y 50%.

Después de la entrada en vigor de aranceles base y sectoriales a principios de este año, muchos economistas habían predicho un caos económico. Hasta ahora, el impacto inflacionario ha sido menor al esperado.

Sin embargo, hay señales preocupantes de que esto podría cambiar pronto, ya que el dolor económico comienza a ser sentido por el consumidor estadounidense.

Descifrando los acuerdos

Los últimos ajustes de Trump no fueron actos aleatorios de guerra económica. Revelan una jerarquía y un patrón que ha emergido.

  • Los países con déficit comercial de bienes con EE. UU. (es decir, compran más de lo que venden a EE. UU.) y que también tienen acuerdos de seguridad con EE. UU. obtienen un 10% de arancel. Esto incluye a Australia.

  • Japón y Corea del Sur, que tienen acuerdos de seguridad con EE. UU. pero grandes superávits comerciales con este país, reciben un 15%.

  • El resto de Asia enfrenta un promedio de aranceles de 22.1%.

  • Países asiáticos que negociaron con Trump —como Tailandia, Malasia, Indonesia, Pakistán y Filipinas— reciben un 19%, la “tarifa de descuento” para quienes hicieron concesiones.

  • India enfrenta una tarifa del 25%, más posibles sanciones por comerciar con Rusia.

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Represalias mínimas

En la actual guerra comercial, no es sorprendente que, a pesar de las amenazas, ningún país excepto China y Canadá ha impuesto aranceles de represalia a los productos estadounidenses. Hacerlo aumentaría los precios al consumidor y reduciría la actividad económica, además de invitar a Trump a escalar y posiblemente restringir el acceso al lucrativo mercado estadounidense.

En cambio, los países que negociaron acuerdos con EE. UU. han aceptado tarifas recíprocas elevadas para mantener su acceso al mercado norteamericano, incluso realizando grandes concesiones como eliminar sus propios aranceles, prometer reformas regulatorias internas o adquirir productos estadounidenses.

Las protestas recientes —incluyendo India y Corea del Sur— indican que tales negociaciones no son populares. Incluso la Unión Europea aceptó una tarifa recíproca del 15%, algo impensable antes. La confusa estrategia de Trump ante la guerra Rusia-Ucrania preocupa a los líderes europeos, quienes prefieren evitar una retirada estratégica de Estados Unidos a cambio de aceptar los aranceles.

Algunos acuerdos aún están pendientes: por ejemplo Taiwán, que recibió un arancel recíproco del 20% y asegura que todavía negocia.

Bajo el prisma de las negociaciones, es difícil no concluir que Trump logró imponer su voluntad a todos excepto China y Canadá, asegurando acceso adicional para exportaciones estadounidenses de aviones, agricultura y energía.

Por qué el caos económico aún no llegó

Imponer aranceles a los productos importados crea, en la práctica, un impuesto sobre consumidores y fabricantes estadounidenses, encareciendo tanto productos terminados como insumos industriales. No obstante, el “Yale Budget Lab” estima que los aranceles harán subir los precios al consumidor en 1.8% este año, un efecto inflacionario limitado.

Esto probablemente se debe a empresas estadounidenses que adelantaron importaciones antes de la fecha límite, y a que algunas compañías han absorbido parte del costo esperando que Trump retroceda y los aranceles se reduzcan pronto.

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¿Quién paga realmente?

Contrario a las afirmaciones repetidas de Trump, investigaciones muestran que las empresas y consumidores estadounidenses son quienes soportan la carga de los aranceles. General Motors reportó que los aranceles implicaron un costo de 1,100 millones de dólares solo en el segundo trimestre de 2025.

Una nueva tarifa del 50% sobre productos semielaborados de cobre entró en vigor el 1 de agosto, provocando un aumento del 13% en el precio del cobre en un solo día, con impacto en productos como cables eléctricos y plomería.

El arancel promedio estadounidense ya es del 18.3%, el nivel más alto desde 1934, frente al 2.4% cuando Trump asumió el cargo en enero. En los bienes importados típicos, los estadounidenses pagarán casi una quinta parte más en impuestos.

Alarmas encendidas

La Reserva Federal estadounidense está preocupada por estos impactos potenciales en los precios, y decidió mantener las tasas de interés ante la presión de Trump.

El 1 de agosto, datos económicos mostraron que la creación de empleo se desacelera, el crecimiento económico da señales preocupantes y la inversión empresarial empieza a paralizarse ante la incertidumbre de los aranceles.

Trump respondió despidiendo al comisionado de Estadísticas Laborales, una decisión inesperada que genera temores de politización de los datos oficiales.

Pero el peor impacto económico podría aún estar por llegar. Las consecuencias domésticas de la política arancelaria de Trump pueden resultar en un severo autogol para la economía estadounidense.

Peter Draper es profesor y director ejecutivo del Instituto de Comercio Internacional de la Universidad de Adelaida.
Nathan Howard Gray es investigador senior en el Instituto de Comercio Internacional de la Universidad de Adelaida.

Este artículo se republica de The Conversation bajo una licencia Creative Commons.